/ viernes 20 de mayo de 2022

Colección privada | Sin maíz no hay país…

El ordenamiento del discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador, deja ver, lo que para muchos economistas y financieros era impostergable, el impulso de un México autosuficiente en alimentos, como en tantos otros renglones, y dejar atrás la fallida consigna neoliberal de “importemos todo y de todo”, práctica que se tradujo en la permanente pérdida de soberanía alimentaria (y productiva en toda actividad económica) hasta convertir a nuestro país y los estómagos de los mexicanos en dependientes de los mercados foráneos.

La narrativa del ejecutivo dice “sin maíz no hay país” y con ello se redirecciona una política social nacionalista. “a sembrar maíz y frijol, todos, a la autosuficiencia”, ese fue el mensaje.

Pongamos el contexto… no puede dejarse de lado que México fue autosuficiente en fertilizantes; en 1982, el Estado contaba con más de 60 plantas de Fertimex, pero el régimen neoliberal alegremente decidió que ellas resultaban “no estratégicas” y las privatizó, en un proceso que llevó cerca de año y medio. Sin embargo, en 1997, ya totalmente la industria en manos de particulares, se suspendió la producción interna y comenzó la importación, a precios inaccesibles para los campesinos.

Dos décadas después, los principales consorcios regresaron —destrozados, exprimidos, quebrados, improductivos y recomprados a precio inflado— al rebaño de las paraestatales gracias a… los neoliberales.

No olvidemos… fue Ernesto Zedillo, como inquilino de Los Pinos, quien, a partir del primer día de 1999, sin más, canceló el subsidio a la tortilla “para beneficiar a los mexicanos”, porque, decía, “con la apertura del mercado y la competencia entre los productores se logrará abatir el precio de este alimento básico en la dieta popular, lo que favorecerá ampliamente a los consumidores (de entonces a la fecha su precio se ha incrementado en cerca de 2 mil 700 por ciento; de ese tamaño ha sido el “beneficio”. Pero vámonos al detalle; en enero de 1982, un salario mínimo compraba 51 kilos de tortilla; para el 26 de octubre de 2018 sólo alcanzaba para seis (por Los Pinos habían pasado Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto).

Con los incrementos salariales bajo el gobierno de López Obrador, esa proporción creció a ocho, pero por efectos de la pandemia-inflación, ahora son siete. Prohibido olvidar, al comienzo de 1982, un salario mínimo compraba casi 17 litros de leche; en 2018, sólo 4.4 litros; en el caso del aceite: 7 y 2.8 litros, respectivamente; en pan: 280 y 44 piezas, en cada caso; huevo, de 9 a 3 kilogramos, en el mismo orden; frijol, de 12 a 3. Moraleja, las fertilizantes si son estratégicas.

Urge que la CEA Guaymas funcione…

El tema de las fugas de aguas negras en Guaymas persiste y se consolida como uno de los focos rojos que exige inmediata solución. Es un tema de salud pública que atañe a cualquier órgano de gobierno.

Es verdad que la CEA Guaymas se ha dejado ver fallida y rebasada. Este problema no es nuevo, es añejo y multifactorial, pero, a la gente no le interesa el argumento político de la culpa. David Pintor —CEA Guaymas— es bien intencionado, pero sigue en la curva del aprendizaje. La población resignada, no tiene más que ser paciente y esperanzadora, se merecen servicios de calidad —eficientes— donde los responsables esbocen talento y mucha imaginación… Se tiene que ser receptivo y empático para aligerar la carga que tiene la ciudadanía, al exponer su salud todos los días.

La alcaldesa Karla Córdova, consciente de la magnitud del riesgo sanitario, es que ha gestionado la firma de un convenio de colaboración entre Ayuntamiento de Guaymas y Comisión Estatal del Agua. Luego entonces, el plan es mejorar los servicios públicos de agua potable, alcantarillado y saneamiento.

La mejor forma de dar un mensaje efectivo, es decirle a la gente que se está haciendo equipo, inmediatamente después, hay que dar una respuesta positiva. La pelota está en la cancha de todos los involucrados, el plan de trabajo está dispuesto para iniciar dos plantas de Tratamiento de Aguas Residuales, pues la actual laguna de “La Salada” es insuficiente. Antes llegaban ahí 250 litros por segundo para tratar, ahora llegan más de 500, es una necedad que siga funcionando.

El terreno para una primera Planta está dispuesto en San José y con ello se bloqueará buena cantidad de los cárcamos que ahora mueven el agua residual en distintas partes de la ciudad. Ojalá que el mensajero sea tan bueno como el mensaje. Nos vemos la próxima.

Hasta entonces.

El ordenamiento del discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador, deja ver, lo que para muchos economistas y financieros era impostergable, el impulso de un México autosuficiente en alimentos, como en tantos otros renglones, y dejar atrás la fallida consigna neoliberal de “importemos todo y de todo”, práctica que se tradujo en la permanente pérdida de soberanía alimentaria (y productiva en toda actividad económica) hasta convertir a nuestro país y los estómagos de los mexicanos en dependientes de los mercados foráneos.

La narrativa del ejecutivo dice “sin maíz no hay país” y con ello se redirecciona una política social nacionalista. “a sembrar maíz y frijol, todos, a la autosuficiencia”, ese fue el mensaje.

Pongamos el contexto… no puede dejarse de lado que México fue autosuficiente en fertilizantes; en 1982, el Estado contaba con más de 60 plantas de Fertimex, pero el régimen neoliberal alegremente decidió que ellas resultaban “no estratégicas” y las privatizó, en un proceso que llevó cerca de año y medio. Sin embargo, en 1997, ya totalmente la industria en manos de particulares, se suspendió la producción interna y comenzó la importación, a precios inaccesibles para los campesinos.

Dos décadas después, los principales consorcios regresaron —destrozados, exprimidos, quebrados, improductivos y recomprados a precio inflado— al rebaño de las paraestatales gracias a… los neoliberales.

No olvidemos… fue Ernesto Zedillo, como inquilino de Los Pinos, quien, a partir del primer día de 1999, sin más, canceló el subsidio a la tortilla “para beneficiar a los mexicanos”, porque, decía, “con la apertura del mercado y la competencia entre los productores se logrará abatir el precio de este alimento básico en la dieta popular, lo que favorecerá ampliamente a los consumidores (de entonces a la fecha su precio se ha incrementado en cerca de 2 mil 700 por ciento; de ese tamaño ha sido el “beneficio”. Pero vámonos al detalle; en enero de 1982, un salario mínimo compraba 51 kilos de tortilla; para el 26 de octubre de 2018 sólo alcanzaba para seis (por Los Pinos habían pasado Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto).

Con los incrementos salariales bajo el gobierno de López Obrador, esa proporción creció a ocho, pero por efectos de la pandemia-inflación, ahora son siete. Prohibido olvidar, al comienzo de 1982, un salario mínimo compraba casi 17 litros de leche; en 2018, sólo 4.4 litros; en el caso del aceite: 7 y 2.8 litros, respectivamente; en pan: 280 y 44 piezas, en cada caso; huevo, de 9 a 3 kilogramos, en el mismo orden; frijol, de 12 a 3. Moraleja, las fertilizantes si son estratégicas.

Urge que la CEA Guaymas funcione…

El tema de las fugas de aguas negras en Guaymas persiste y se consolida como uno de los focos rojos que exige inmediata solución. Es un tema de salud pública que atañe a cualquier órgano de gobierno.

Es verdad que la CEA Guaymas se ha dejado ver fallida y rebasada. Este problema no es nuevo, es añejo y multifactorial, pero, a la gente no le interesa el argumento político de la culpa. David Pintor —CEA Guaymas— es bien intencionado, pero sigue en la curva del aprendizaje. La población resignada, no tiene más que ser paciente y esperanzadora, se merecen servicios de calidad —eficientes— donde los responsables esbocen talento y mucha imaginación… Se tiene que ser receptivo y empático para aligerar la carga que tiene la ciudadanía, al exponer su salud todos los días.

La alcaldesa Karla Córdova, consciente de la magnitud del riesgo sanitario, es que ha gestionado la firma de un convenio de colaboración entre Ayuntamiento de Guaymas y Comisión Estatal del Agua. Luego entonces, el plan es mejorar los servicios públicos de agua potable, alcantarillado y saneamiento.

La mejor forma de dar un mensaje efectivo, es decirle a la gente que se está haciendo equipo, inmediatamente después, hay que dar una respuesta positiva. La pelota está en la cancha de todos los involucrados, el plan de trabajo está dispuesto para iniciar dos plantas de Tratamiento de Aguas Residuales, pues la actual laguna de “La Salada” es insuficiente. Antes llegaban ahí 250 litros por segundo para tratar, ahora llegan más de 500, es una necedad que siga funcionando.

El terreno para una primera Planta está dispuesto en San José y con ello se bloqueará buena cantidad de los cárcamos que ahora mueven el agua residual en distintas partes de la ciudad. Ojalá que el mensajero sea tan bueno como el mensaje. Nos vemos la próxima.

Hasta entonces.

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