/ sábado 23 de julio de 2022

Columna invitada | Las muertes de Luz Raquel y las ausencias institucionales

Esto sucedió: Luz Raquel Padilla fue quemada en vida, porque al presunto feminicida, un vecino que llevaba tiempo violentándola y amenazándola, le molestaba que el hijo de ella gritara; un niño en el espectro autista y con epilepsia. Sí, eso sucedió.

El feminicidio a una mujer, madre, a una cuidadora primaria, a una activista.

Pero Luz Raquel ya había sido colocada en una situación de máxima vulnerabilidad mucho antes y de varias formas. Por el Estado mexicano (a través de las instituciones y órdenes de poder que lo componen), que sistemáticamente ha ignorado desde hace más de una década el clamor de las mujeres por la emergencia nacional por feminicidio, 10 diarios según las estadísticas. Por el Estado jalisciense que negó la terapia a Bruno, el hijo de Luz Raquel, porque “ya no hallaban qué hacer con él”. Por esa institución llamada familia, cuando el padre de Bruno desapareció de sus vida y dejó a Luz Raquel como cuidadora primaria y principal sustento económico. Por la sociedad, que en lugar de cobijar y proteger la vida adversa de Luz Raquel y Bruno, la dejó indefensa ante el feminicidio, en el cual participaron al menos cinco personas de manera activa.

¿Cómo se hace justicia ante este crimen de la brutalidad más extrema? ¿Cómo se le repara el daño cuando se ha perdido una vida y se ha dejado en total desprotección a un pequeño de 11 años, con discapacidad? ¿Cómo?

En Pie de Página, en un magistral reportaje sobre Luz Raquel, le preguntan a una compañera activista en Yo Cuido México ¿Qué sería una acción reparadora?” Y la respuesta de Millaray Bermeo es “Que se implemente ya el Sistema Nacional de Cuidados; que se haga una investigación y que se castigue a los cinco responsables”.

Cuando fui diputada federal y presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, el Sistema Nacional de Cuidados fue una reforma que abracé e impulsé con ahínco. Poca gente entendía la relevancia y a qué nos referíamos. Según la Organización Mundial de la Salud, “El cuidado es el conjunto de actividades y el uso de recursos para lograr que la vida de cada persona esté basada en la vigencia de los derechos humanos”. Parece algo simple pero es tan complejo, que las tareas de cuidados exigen una colectivización en la que participen de manera corresponsable familia, sociedad y Estado.

El principal propósito de los cuidados es preservar la vida, eso en una primera instancia; y luego que a esa vida se le garanticen los derechos humanos. Aunque estos se incluyen en la Constitución, debemos elevar a rango constitucional el derecho a cuidar y a recibir cuidados.

En la Cámara de Diputados y Diputadas durante la LXIV Legislatura se aprobó el derecho al cuidado en la Constitución, pero desde la legislatura pasada el dictamen está en revisión en el Senado. Ya hemos pasado por una pandemia, que puso el foco de mayor protagonismo en las labores de cuidados y sus desequilibrios, omisiones, carencias; ya hemos pasado por una tragedia criminal como fue el incendio de la Guardería ABC en Hermosillo; y ahora el feminicidio de Luz Raquel vuelve a estallarnos en las manos con la urgencia que merece un sistema nacional que garantice los cuidados a cada ciudadano y que proteja y fortalezca a quien cuida.

Ni el Estado Mexicano, ni la sociedad ni el entorno familiar de Luz Raquel y de Bruno asumieron la responsabilidad jurídica y moral de garantizar atención, terapias, educación a Bruno; de apoyar a Luz Raquel como cuidadora primaria, para proteger su vida, su conciliación profesional, como madre y cuidadora de un menor con discapacidad; de protegerla de las violencias, acoso, amenazas recibidas porque esta sociedad no respeta ni acepta la diversidad, porque no se alienta la inclusión desde el sistema educativo y las instituciones, porque preservar la vida y proteger las infancias parece que no importa. A Luz Raquel y a Bruno les fueron aniquilando la vida, sus derechos, sus garantías.

¿Por qué no avanza en dos legislaturas el Sistema Nacional de Cuidados? ¿Por qué para el poder legislativo mexicano no es prioridad? ¿Por qué no visibilizar el abandono e indefensión a las personas con mayor vulnerabilidad: infancias, mujeres, adultos y adultas mayores, personas con algún tipo de discapacidad o neurodivergencia? Son vidas. Todas las vidas valen. Cada una de nuestras vidas valen.

Hago un llamado urgente al Congreso de la Unión para que se legisle el Sistema Nacional de Cuidados. Aliadas y aliados tenemos. Inmujeres ha sido un promotor activo del tema. Desatender y posponer esta discusión está cobrando vidas de mujeres. Y si no nos hacemos cargo de manera corresponsable sociedad, familia y Estado de lo que nos corresponde hacer para garantizar la vida y la vida con plenitud de derechos, se desplomará nuestra Nación.

El país entero ha muerto en cierta forma junto al feminicidio de Luz Raquel.

Esto sucedió: Luz Raquel Padilla fue quemada en vida, porque al presunto feminicida, un vecino que llevaba tiempo violentándola y amenazándola, le molestaba que el hijo de ella gritara; un niño en el espectro autista y con epilepsia. Sí, eso sucedió.

El feminicidio a una mujer, madre, a una cuidadora primaria, a una activista.

Pero Luz Raquel ya había sido colocada en una situación de máxima vulnerabilidad mucho antes y de varias formas. Por el Estado mexicano (a través de las instituciones y órdenes de poder que lo componen), que sistemáticamente ha ignorado desde hace más de una década el clamor de las mujeres por la emergencia nacional por feminicidio, 10 diarios según las estadísticas. Por el Estado jalisciense que negó la terapia a Bruno, el hijo de Luz Raquel, porque “ya no hallaban qué hacer con él”. Por esa institución llamada familia, cuando el padre de Bruno desapareció de sus vida y dejó a Luz Raquel como cuidadora primaria y principal sustento económico. Por la sociedad, que en lugar de cobijar y proteger la vida adversa de Luz Raquel y Bruno, la dejó indefensa ante el feminicidio, en el cual participaron al menos cinco personas de manera activa.

¿Cómo se hace justicia ante este crimen de la brutalidad más extrema? ¿Cómo se le repara el daño cuando se ha perdido una vida y se ha dejado en total desprotección a un pequeño de 11 años, con discapacidad? ¿Cómo?

En Pie de Página, en un magistral reportaje sobre Luz Raquel, le preguntan a una compañera activista en Yo Cuido México ¿Qué sería una acción reparadora?” Y la respuesta de Millaray Bermeo es “Que se implemente ya el Sistema Nacional de Cuidados; que se haga una investigación y que se castigue a los cinco responsables”.

Cuando fui diputada federal y presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, el Sistema Nacional de Cuidados fue una reforma que abracé e impulsé con ahínco. Poca gente entendía la relevancia y a qué nos referíamos. Según la Organización Mundial de la Salud, “El cuidado es el conjunto de actividades y el uso de recursos para lograr que la vida de cada persona esté basada en la vigencia de los derechos humanos”. Parece algo simple pero es tan complejo, que las tareas de cuidados exigen una colectivización en la que participen de manera corresponsable familia, sociedad y Estado.

El principal propósito de los cuidados es preservar la vida, eso en una primera instancia; y luego que a esa vida se le garanticen los derechos humanos. Aunque estos se incluyen en la Constitución, debemos elevar a rango constitucional el derecho a cuidar y a recibir cuidados.

En la Cámara de Diputados y Diputadas durante la LXIV Legislatura se aprobó el derecho al cuidado en la Constitución, pero desde la legislatura pasada el dictamen está en revisión en el Senado. Ya hemos pasado por una pandemia, que puso el foco de mayor protagonismo en las labores de cuidados y sus desequilibrios, omisiones, carencias; ya hemos pasado por una tragedia criminal como fue el incendio de la Guardería ABC en Hermosillo; y ahora el feminicidio de Luz Raquel vuelve a estallarnos en las manos con la urgencia que merece un sistema nacional que garantice los cuidados a cada ciudadano y que proteja y fortalezca a quien cuida.

Ni el Estado Mexicano, ni la sociedad ni el entorno familiar de Luz Raquel y de Bruno asumieron la responsabilidad jurídica y moral de garantizar atención, terapias, educación a Bruno; de apoyar a Luz Raquel como cuidadora primaria, para proteger su vida, su conciliación profesional, como madre y cuidadora de un menor con discapacidad; de protegerla de las violencias, acoso, amenazas recibidas porque esta sociedad no respeta ni acepta la diversidad, porque no se alienta la inclusión desde el sistema educativo y las instituciones, porque preservar la vida y proteger las infancias parece que no importa. A Luz Raquel y a Bruno les fueron aniquilando la vida, sus derechos, sus garantías.

¿Por qué no avanza en dos legislaturas el Sistema Nacional de Cuidados? ¿Por qué para el poder legislativo mexicano no es prioridad? ¿Por qué no visibilizar el abandono e indefensión a las personas con mayor vulnerabilidad: infancias, mujeres, adultos y adultas mayores, personas con algún tipo de discapacidad o neurodivergencia? Son vidas. Todas las vidas valen. Cada una de nuestras vidas valen.

Hago un llamado urgente al Congreso de la Unión para que se legisle el Sistema Nacional de Cuidados. Aliadas y aliados tenemos. Inmujeres ha sido un promotor activo del tema. Desatender y posponer esta discusión está cobrando vidas de mujeres. Y si no nos hacemos cargo de manera corresponsable sociedad, familia y Estado de lo que nos corresponde hacer para garantizar la vida y la vida con plenitud de derechos, se desplomará nuestra Nación.

El país entero ha muerto en cierta forma junto al feminicidio de Luz Raquel.

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