/ jueves 2 de julio de 2020

El faro | La gente, en última instancia, todavía tiene el control

¿Se avecinan "las décadas más transformadoras en la historia humana"?

Las crisis que estamos presenciando obligarán a más personas a abandonar sus hogares que en cualquier otro momento de la historia humana. El conflicto es inevitable.

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Los 30 años a partir de este 2020 hasta el 2050 podrán ser una de las décadas más transformadoras en toda la historia humana.

El colapso de las capas de hielo, la crisis de los aerosoles y el aumento del nivel del mar obligarán a más personas a abandonar sus hogares que en cualquier otro momento de la historia humana. En algunos lugares, eso significa que el conflicto es inevitable.

Un estudio de investigadores de la Universidad de California en Berkeley encontró que las temperaturas más altas y los patrones cambiantes del clima extremo pueden causar un aumento en todos los tipos de violencia, desde el abuso doméstico hasta las guerras civiles. En casos extremos, podría causar que los países dejen de funcionar y colapsen por completo.

Sin embargo, esta funesta realidad del cambio climático está lejos de ser predestinada. Un entorno que cambia rápidamente sólo hace que el conflicto sea más probable, no inevitable. La gente, en última instancia, todavía tiene el control. Nuestras elecciones determinan si estos conflictos sucederán o no.

En un mundo en el que rápidamente hemos decidido embarcarnos en la construcción de una sociedad ecológica, habremos desarrollado innumerables herramientas para evitar conflictos como parte de nuestras estrategias de adaptación al cambio climático.

Aun así, habrá quienes opten por vivir fuera de la sociedad dominante y puedan representar una amenaza existencial para el resto de nosotros.

Algunos grupos y tomadores de decisiones de algunos países corruptos tratarán de evitar la transición del resto del mundo hacia la justicia ecológica y social. Lo harán por la persistente influencia de la industria de los combustibles fósiles, o por una respuesta ideológica fascista al cambio climático, o por la razón que sea, pero sin duda pondrá en riesgo los derechos humanos y el bienestar de millones de seres humanos.

La imprevisibilidad saca a relucir la crueldad de las personas.

La historia nos ha demostrado que cuando la especie humana pierde su nivel de bienestar tiende a buscar mejoras, independientemente del costo, incluso si es lastimar a los propios.

Una actitud escapista es probablemente la reacción más peligrosa a los temas que azotan a las diferentes naciones y a la humanidad hoy en día.

Imaginémonos como individuos que de alguna manera nos mantengamos al margen de actuar y prevenir mayor impacto negativo a nuestros sistemas de coexistencia con el planeta tierra. Sería absurdo pensar que cambiar de país solucionaría el problema, no es tan sencillo, estamos en un ecosistema (social, político, natural) vivo interconectado en un planeta donde todas nuestras acciones se afectan profundamente entre sí, no tenemos, la humanidad, exclusividad y el derecho de existir simplemente.

Es la misma actitud que impulsa a los hombres más ricos del mundo de hoy a crear sus propias agencias espaciales privadas. Aquellos que ya están siendo afectados por la emergencia climática no pueden y no se les dejará valerse por sí mismos mientras los pocos privilegiados planean sus planes de escape: a un terreno más alto, a refugios en las montañas de… Marte.

Hasta que construyamos un mundo que funcione para todos, continuaremos teniendo personas cuya supervivencia se borre sistemáticamente por aquellos en el poder. Esa es la distopía para los tomadores de decisiones (¿ricos y poderosos?): un mundo donde el resto de nosotros finalmente nos damos cuenta del poder que teníamos todo el tiempo para luchar por una sociedad centrada en la justicia.

Se necesitará un esfuerzo activo y consciente para calmar las tensiones que seguramente surgirán en un mundo encaminado a un futuro incierto. Como siempre, nuestra mejor esperanza será que podamos prepararnos en el camino para aumentar las posibilidades de una transición pacífica a un mundo diferente al que conocemos en la actualidad.

¿Cómo anticipamos un mundo que pueda fracturarse rápidamente y trabajar urgentemente para reducir el riesgo de conflicto violento antes de que ocurra?

Una crisis como ésta requerirá una reducción proactiva del daño a escala civilizatoria. Tendremos que establecer políticas que fomenten, en lugar de restringir, la libertad de movimiento. Y debemos establecer redes de seguridad social sólidas para que las familias tengan menos probabilidades de abandonar sus hogares en busca de un lugar donde puedan simplemente vivir.

Específicamente, los tomadores de decisión en todos los ámbitos deben reconocer y no negar la evidencia frente a nosotros. Actitudes y opiniones deben caminar hacia la acción, sin importar cuán pequeña sea.

Las cosas pueden cambiar, y no siempre para peor. Pueden cambiar para mejor.

David Martínez RMR Consultores david@rmr.mx

¿Se avecinan "las décadas más transformadoras en la historia humana"?

Las crisis que estamos presenciando obligarán a más personas a abandonar sus hogares que en cualquier otro momento de la historia humana. El conflicto es inevitable.

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Los 30 años a partir de este 2020 hasta el 2050 podrán ser una de las décadas más transformadoras en toda la historia humana.

El colapso de las capas de hielo, la crisis de los aerosoles y el aumento del nivel del mar obligarán a más personas a abandonar sus hogares que en cualquier otro momento de la historia humana. En algunos lugares, eso significa que el conflicto es inevitable.

Un estudio de investigadores de la Universidad de California en Berkeley encontró que las temperaturas más altas y los patrones cambiantes del clima extremo pueden causar un aumento en todos los tipos de violencia, desde el abuso doméstico hasta las guerras civiles. En casos extremos, podría causar que los países dejen de funcionar y colapsen por completo.

Sin embargo, esta funesta realidad del cambio climático está lejos de ser predestinada. Un entorno que cambia rápidamente sólo hace que el conflicto sea más probable, no inevitable. La gente, en última instancia, todavía tiene el control. Nuestras elecciones determinan si estos conflictos sucederán o no.

En un mundo en el que rápidamente hemos decidido embarcarnos en la construcción de una sociedad ecológica, habremos desarrollado innumerables herramientas para evitar conflictos como parte de nuestras estrategias de adaptación al cambio climático.

Aun así, habrá quienes opten por vivir fuera de la sociedad dominante y puedan representar una amenaza existencial para el resto de nosotros.

Algunos grupos y tomadores de decisiones de algunos países corruptos tratarán de evitar la transición del resto del mundo hacia la justicia ecológica y social. Lo harán por la persistente influencia de la industria de los combustibles fósiles, o por una respuesta ideológica fascista al cambio climático, o por la razón que sea, pero sin duda pondrá en riesgo los derechos humanos y el bienestar de millones de seres humanos.

La imprevisibilidad saca a relucir la crueldad de las personas.

La historia nos ha demostrado que cuando la especie humana pierde su nivel de bienestar tiende a buscar mejoras, independientemente del costo, incluso si es lastimar a los propios.

Una actitud escapista es probablemente la reacción más peligrosa a los temas que azotan a las diferentes naciones y a la humanidad hoy en día.

Imaginémonos como individuos que de alguna manera nos mantengamos al margen de actuar y prevenir mayor impacto negativo a nuestros sistemas de coexistencia con el planeta tierra. Sería absurdo pensar que cambiar de país solucionaría el problema, no es tan sencillo, estamos en un ecosistema (social, político, natural) vivo interconectado en un planeta donde todas nuestras acciones se afectan profundamente entre sí, no tenemos, la humanidad, exclusividad y el derecho de existir simplemente.

Es la misma actitud que impulsa a los hombres más ricos del mundo de hoy a crear sus propias agencias espaciales privadas. Aquellos que ya están siendo afectados por la emergencia climática no pueden y no se les dejará valerse por sí mismos mientras los pocos privilegiados planean sus planes de escape: a un terreno más alto, a refugios en las montañas de… Marte.

Hasta que construyamos un mundo que funcione para todos, continuaremos teniendo personas cuya supervivencia se borre sistemáticamente por aquellos en el poder. Esa es la distopía para los tomadores de decisiones (¿ricos y poderosos?): un mundo donde el resto de nosotros finalmente nos damos cuenta del poder que teníamos todo el tiempo para luchar por una sociedad centrada en la justicia.

Se necesitará un esfuerzo activo y consciente para calmar las tensiones que seguramente surgirán en un mundo encaminado a un futuro incierto. Como siempre, nuestra mejor esperanza será que podamos prepararnos en el camino para aumentar las posibilidades de una transición pacífica a un mundo diferente al que conocemos en la actualidad.

¿Cómo anticipamos un mundo que pueda fracturarse rápidamente y trabajar urgentemente para reducir el riesgo de conflicto violento antes de que ocurra?

Una crisis como ésta requerirá una reducción proactiva del daño a escala civilizatoria. Tendremos que establecer políticas que fomenten, en lugar de restringir, la libertad de movimiento. Y debemos establecer redes de seguridad social sólidas para que las familias tengan menos probabilidades de abandonar sus hogares en busca de un lugar donde puedan simplemente vivir.

Específicamente, los tomadores de decisión en todos los ámbitos deben reconocer y no negar la evidencia frente a nosotros. Actitudes y opiniones deben caminar hacia la acción, sin importar cuán pequeña sea.

Las cosas pueden cambiar, y no siempre para peor. Pueden cambiar para mejor.

David Martínez RMR Consultores david@rmr.mx