Como si nuestros gustos decidiesen el estado del tiempo, no hay estación del año sin que alguien vuelva a decir que disfruta más el calor y que odia el frío o viceversa.
Pero si bien el ser humano es el responsable del cambio climático, a la hora que esta las altas temperaturas, no hay modo que, por arte de magia, nomás para complacernos, nos llegue un aire fresco bien coromuelero ni tampoco es posible exigirle al sol que llegue antes de lo previsto nomas porque estamos, entre las cobijas, titiritando de frío.
Ni modo, ahora se aguantan, ya que la naturaleza, aparte de no tener palabra de honor, tampoco estará a la carta, para lo que gustemos y mandemos los terrícolas en eso de querer, según el agrado de cada quien, el frío o el calor.
Eso, mi chavo, es imposible. Ni para donde hacerse.
Lo que sí es manipulable, es la cara que le ponemos a cada momento o temporada que vivimos o ese que el mundo nos ofrece.
Considerando que estamos en Junio, intentaré representar, pluralmente, a esas voces que resienten, padecen, disfrutan, se deleitan, enfurecen, ignoran, son felices, viven un clímax, sufren un duelo, maldicen, osan, presumen, reprochan los cuarenta o cincuenta grados a la sombra que acá pega en estos meses y que, aunque llegara el infalible, el exportable plan D para elegir por votación directa que clima queremos, ni así se evitaría.
Voz 1: " Dios mío, están tirando lumbre, no puedo más, auxilio".
Voz 2: "Odio el calor, y todavía falta mucho para noviembre, ¡maldita sea"
Voz 3: "Que rico clima...me encantan estos días, vacaciones, playita, mariscos, cerveza y lo que signifique el etcétera "
Voz 4: "Por fin llegó Junio, bendito Dios: temporada de mangos, ciruelas, y tanto más. Que bendición..."
En el remoto caso de que esta columna tenga lectores, serán estos quienes enumeren otras, sea 5, 6, 7, 8, 9 y así hasta el infinito .
¡Ay, que calor!
Claro, hay quienes, frente a sus propias circunstancias, no filosofarán, tontamente, como lo estoy haciendo ahorita, al dictar a mi amanuense esta columna.
Por el contrario, lo viven con dramatismo en barrios muy humildes, y pasan las de Caín a falta de servicios básicos, por más que se jure que todos vivimos felices o que ese de la marginación es cosa del pasado y, sin embargo, yo tengo otros datos:
En México desde que comenzó la temporada de calor en marzo, la Secretaría de Salud ha registrado siete defunciones y más de 300 casos de daños a la salud por el calor extremo. Tres de las defunciones y 73 de los afectados se contabilizaron del 24 de abril al 4 de mayo.
"El 100% las defunciones corresponden a golpe de calor", detalló el informe de la Secretaría de Salud de la semana epidemiológica 18. Las muertes se han registrado en Chiapas (1), Oaxaca (2) y Tabasco (4).”
Si nos sirve de consuelo, hay que decir, con cierta obviedad, que estos no es exclusivo de México y para muestra les comparto lo siguiente, expresado desde España –que por cierto sigue sin pedirnos perdón –por la investigadora Cristina Linares, quien dice: “La pobreza es el factor decisivo a la hora de explicar la mayor mortalidad asociada a las temperaturas extremas. El nivel de renta es el que mayor asociación presenta con el impacto del calor sobre la mortalidad diaria”.
En contraste pero en ejemplos más locales, hay quienes pretextan los desfiguros del calor para hacer alarde de su desfachatez y de su cinismo, sin un ápice de rubor frente a la situación de los que si los padecen.
Al respecto, recuerdo al, hasta ese momento, coordinador operativo de la Oficina del Ejecutivo del Estado de Sonora en el sexenio 2009-2015, quien tenía tanto calor que hizo un abanico con 12 billetes de 500 pesos y compartió un video para demostrar que tan acalorado estaba.
A eso le llaman realidad, haga calor o frío o nos de vergüenza.
Solo él se grabó o nada más su escena fue la única compartida, pero con cámara o sin ella fueron muchos los que como él alardeaban las conquistas que ofrendan los gobiernos arropados por tanta impunidad.
Para fortuna, llegó de pronto cruzada para extinguir la corrupción, y por tanto, estoy seguro que esos asalta erarios no brincaron a partido alguno , por indeseables y es probable que estén purgando una condena, con todo merecimiento:
“Ay qué calor hace, ay, mucho calor, ay qué calor, qué calor, qué calor”,
A este señor se le observaba en un video de sólo 18 segundos de duración que causaba desde risa, enojo e indignación en las redes sociales.
Ay, que calor.
Lo bueno que eran tiempos del prianismo
De esos cuyos miembros, juran que no volverán.
Ay, que calor
Si, ese régimen en donde unos podían estar en un palacio bien refrigerado, orando por esas víctimas a las que no se les ofrecía ni un abanico para echarse aire
En tanto esos otros, desde una casa de cartón, donde muy triste se oye la lluvia, aunque usted no lo crea puede estar, deshidratadamente agradecido , con el rey de aquel palacio debido a que ya se reflejó el depositó de lo que la tesorería de la misericordia les dictó
Ay, que calor.
¡Qué calor!