Paréntesis | Programas de mano, el hijo perdido del diseño editorial

La diseñadora gráfica Ivette Valenzuela nos comparte una reflexión sobre los programas de mano, una herramienta de comunicación e información que se ha transformado en los últimos años hasta convertirse en una código QR

Ivette Valenzuela | Colaboradora

  · martes 11 de abril de 2023

Ópera italiana / Colección Armando de María y Campos / Foto: Cortesía | Ivette Valenzuela

Los programas de mano existen incluso antes de que se construyeran los primeros teatros a finales del siglo XVI. En ellos se observa una vasta variedad de estructura, materiales, gráfica y contenidos. En otras ocasiones se han basado en momentos históricos y políticos.

El programa de mano está vinculado a la emoción de preservar un objeto que está ligado a una memoria. Ha sido el primer documento impreso de un país del que se tiene registro, y por lo tanto es de gran valor nacional. El fenómeno lo acoge el diseño editorial por sus características generales.

¿Cómo han sido preservados a pesar de considerarse un documento impreso efímero? Luego de la pandemia, los programas de mano se han reducido a QR, ¿cuál es el impacto de esta decisión a largo plazo?

Lee también: Paréntesis | Venecia López: entre el misterio y la belleza

El programa de mano tiene otros usos, en especial me interesa su relevancia al dejar una huella física de una experiencia sensorial memorable y contribuir a construir la historia de cierta época o disciplina artística en específico. Mi interés sobre el tema y objeto de estudio en una maestría sobre diseño editorial en curso, nace a partir de mi cercanía con los eventos artísticos a través del Instituto Sonorense de Cultura donde trabajo como diseñadora gráfica desde hace 29 años; por consiguiente, tengo una conexión profunda y frecuente con artistas. Desde mi experiencia profesional, el programa de mano es una de las piezas editoriales necesarias en la actualidad.

Programa de mano para Jane Eyre para The Victoria Theatre Impreso en Londres, Inglaterra 1848 / Foto: Cortesía | Ivette Valenzuela

Las medidas sanitarias tomadas por los órganos internacionales de salud y los propios gobiernos nacionales tuvieron como consecuencia un cambio paradigmático: el pasar de mano en mano cualquier objeto era considerado un potencial riesgo de contagio y eso ha desembocado en una transición forzada hacia la digitalización. Así ocurrió con los pocos eventos artísticos que se presentaron en tiempos pandémicos y aún hoy, en la postpandemia, muchos organizadores han optado por esa vía de socializar los programas de mano. Sobra decir que los programas de mano no son los únicos objetos afectados en esta “nueva normalidad”, este cambio se puede observar en cosas tan rutinarias y cotidianas como lo son los menús de los restaurantes, los folletos publicitarios o los propios volantes, que cuentan con un código QR descargable para móviles.

Programa de teatro 1919 / Foto: Cortesía | Ivette Valenzuela

Sin embargo, faltan herramientas metodológicas para bosquejar un panorama que explique y describa el impacto real de esta tendencia en contraposición con la dinámica de los objetos impresos. Más allá de la supuesta practicidad que entraña acceder a estos contenidos a través del código QR desde el móvil personal, no se debería pensar a los objetos impresos como antónimos o rivales de los productos digitales, sino como complementarios. Los impresos no sólo dan respuesta a la brecha generacional, a la nostalgia fetichista, a la voluntad coleccionista o a la curiosidad natural, sino que dentro de sus otras funciones -periféricas, quizás- siguen siendo relevantes en la experiencia estética integral.

A partir de diversas lecturas, se puede decir que el programa de mano no tiene un manual o una metodología para ser diseñado, no se ha encontrado una tipología referente a él pues se considera por muchos un documento efímero o bien, literatura gris. Aunado a ello, existe poco material bibliográfico sobre este tipo de publicaciones.

El fenómeno del programa de mano es tan importante para todo el gremio involucrado en las artes escénicas pues conecta tanto a colectivos de artistas con importantes centros de documentación, como al tramoyista del teatro, al cronista, al vestuarista, al dramaturgo o bien, a la parte contable de una institución. Incluso, puede ser el motivo de un evento diplomático para hacer entrega de un antiguo programa de mano entre naciones y ser exhibido en un museo.

Programa de mano Teatro de Birmingham, Inglaterra 1803 / Foto: Cortesía | Ivette Valenzuela

Al estudiarlo a profundidad me interesa que adquiera un valor a otra escala. Reflexionar si el programa de mano merece ser llamado por su nombre, rescatar sus principales aciertos y función primordial para dejar de considerarlo solo un folleto.

¿Quieres recibir noticias directo en tu celular? Suscríbete aquí a nuestro canal de WhatsApp

Sobre la autora

Ivette Valenzuela estudió la Licenciatura en Diseño Gráfico en la Universidad del Valle de México, Campus Sonora. Ha desarrollado una línea de trabajo durante casi 30 años en el ámbito del arte y la cultura. Diseña carteles, libros y catálogos. Ha obtenido importantes reconocimientos como: la Medalla de Oro Premio Carlos Lozano en la XI Bienal del Cartel en México 2012, el Premio a! Diseño (México) 2005, 2006 y 2010, Graphis Gold (NY) 2012 y 2020, entre otros. Ha sido parte de la selección de algunas de las bienales de cartel del mundo. Desde 2021 es Miembro del Consejo Consultivo de la Facultad de Diseño de la Universidad Anáhuac. Artista comisionada para Artown 2020-2021 (EUA). Propietaria del estudio Ivette Valenzuela Design. Diseñadora en el Instituto Sonorense de Cultura. México. Actualmente estudia la Maestría en Diseño Editorial en la Universidad Gestalt de Diseño, en Xalapa, Veracruz, México. www.ivettevalenzueladesign.com

¿Ya nos sigues en Instagram? Encontrarás fotografías, videos y más