Las historias de suspenso y de miedo existen en todos los lugares; no obstante, acercándose las fechas de Halloween y de Día de Muertos, nos encanta recordar y compartir las que conocemos y propiciar el encuentro de otras que resulten espeluznantes y, por las noches, nos hagan pensar más de una vez en apagar la luz.
Bueno, tal vez seas de las personas que apagan la luz y que no tienen miedo de escuchar algo extraño o de encontrarte con una mirada desconocida, escuchar una respiración cuando crees que estás solo, y tu perro o tu gato observa con atención, quizás hasta mueva la cola, a algo que tú no ves.
La protagonista de Turismo con Pao comparte una misteriosa historia ocurrida en Sonora, que puede ponerte los pelitos de punta.
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Pao narra que, en Hermosillo, entre 1817 y 1822 comenzaron a llegar los padres de la orden de los franciscanos y, se dice que, con ellos venían cuatro personas extrañas, que no hablaban con nadie y atendían a los enfermos y los sanaban.
También, se cuenta que siempre iban a la orilla del río, donde rezaban y lloraban apartados de los demás, “a medio silencio”, no se quitaban la capucha de su hábito, siempre entraban y salían en grupo a altas horas de la noche; los llamaron “los padres conspicuos”. Los más irrespetuosos los llamaron padres mocosos también.
Don Rafael, su esposa y los frailes
Tiempo después, cuenta, llegó un español llamado Rafael de Ruiz, buscaba una mujer para casarse; tenía fama de ser un hombre, rico, justo y cristiano. Pronto se hizo amigo de los franciscanos.
Don Rafael encontró a la mujer de sus sueños, joven y criolla.
No todo fue felicidad: Blanca de Jesús enfermó y su esposo buscó a alguien que le pudiera revolver la salud a su esposa; fue entonces cuando le hablaron de los padres conspicuos, a quienes ya no veían salir y andar por la ciudad.
Rafael pidió que los dejaran salir, pero le respondieron que en el monasterio nunca existieron dichas personas; él se fue molesto del lugar y no volvió a visitarlos. Su mujer murió.
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Luego de enterrarla, el hombre fue a buscar a los padres conspicuos al río, pero nunca los encontró. Los llamó hasta enloquecer. ¿A dónde crees que se hayan ido? ¿Conocías esta leyenda?
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