Actualmente en la capital sonorense podemos disfrutar de filmes de procedencia tanto extranjera como nacional. Estos son los resultados de la evolución del cine, la tecnología y la economía en el mundo.
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En Hermosillo podemos encontrar hasta nueve complejos para disfrutar de las últimas películas que Hollywood ha producido y que, al paso que va en crecimiento la ciudad, la población y la demanda, pudieran ser más cines en el futuro.
Todo esto tuvo un inicio, no siempre fueron las populares franquicias de cines las que se encargaron de traer filmes a la capital sonorense, pues existió un complejo que por años fue el centro de entretenimiento para los hermosillenses y todo aquel que visitara la ciudad.
Estamos hablando del histórico Cine Sonora, un lugar en el que las familias disfrutaron la época de oro del cine mexicano y que al entrar podían observar su elegancia con su alfombrado de color rojo y deleitarse con el aroma de las palomitas y los dulces que se encontraban en las pequeñas dulcerías en forma de islas con sus mostradores de vidrio.
Los boletos también tenían su peculiaridad, pues no son como los que nos encontramos hoy en día, sino que su apariencia se relacionaba con los “tickets” que las máquinas de juegos nos brindan y que podemos cambiar por premios en lugares de diversión.
“Recuerdo muy bien que mis padres, hermanos y yo íbamos a la función de matiné para ver las películas del Santo y El Kalimán, tendría yo nueve años y era un lugar muy elegante, muy bonito y tenía la fachada de la época que todo era muy formal”, comentó Lorena Cartas Ochoa para El Sol de Hermosillo, quien actualmente tiene 59 años.
Este emblemático edificio se inauguró el viernes 6 de junio de 1947 por el gobernador en turno, Abelardo L. Rodríguez, quien a su vez, procedió a brindar un discurso destacando las cualidades únicas del complejo y de lo que en ese tiempo, significaba un cambio en Hermosillo.
“Acaban ustedes de escuchar al locutor que dice que este es uno de los mejores cines de la República. Hace pocos días que estuvo aquí una verdadera autoridad cinematográfica y de construcción de edificios acondicionados para exhibición de películas, es nada menos que el dueño de las principales construcciones de salones de cine en la capital de la República y nos ha dicho que incuestionablemente este cine, en relación con los demás, es el mejor de la República en estos momentos. De esto debemos enorgullecernos todos los sonorenses, especialmente los hermosillenses. Pero hay algo más importante que la belleza y que la vasta construcción de este edificio, y es el hecho de que esta obra fue construida por elementos y hombres de la ciudad, hombres que componen la sociedad de Urbanizaciones e Inversiones, S.A. Se debe pues, a este interés local no solamente esta obra de la cual, repito, debemos enorgullecernos, sino muchas obras que hay en construcción y que seguirán construyéndose en Hermosillo”.
Su construcción estuvo a cargo del arquitecto Gustavo Aguilar, mismo que con la ayuda de técnicos sonorenses y norteamericanos lograron una obra perfecta que atrapaba el sonido de las películas para que los asistentes sintieran cada efecto sonoro de la mejor manera.
También, la vista era espectacular, pues no había ningún detalle que incomodara al público al ver alguna de las miles de funciones que se proyectaron en tal lugar.
Entre las vistas que embellecieron al Cine Sonora, se encontraban dos estatuas de yeso; la Diana Cazadora y una más de la mitología griega.
En el interior de sus salas se encontraban unos arreglos florales en cada lado de las pantallas, los cuales resplandecían con la ligera iluminación antes de iniciar una función y al terminar.
En la actualidad esta edificación no existe más. Sólo quedan rastros del que fuera el teatro de cine más lujoso de la época de los años cincuenta en Hermosillo, pues en el sitio podemos encontrar una plaza que lleva el nombre de Cine Sonora frente al Jardín Juárez.
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De cine no hay nada, sólo establecimientos para comprar zapatos, ropa, alimentos, entre otras cosas, sin mencionar que el complejo fue demolido en los años ochenta.
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