/ viernes 1 de marzo de 2024

El mítico concierto de Los Fabulosos Cadillacs que marcó a una generación en La Sauceda

Un concierto en Hermosillo que dejó huella por lo que significan Los Fabulosos Cadillacs en la escena del rock en Latinoamérica y también como experiencia para los organizadores

La historia inicia con una idea loca surgida de un cine club, subir a las grandes ligas y organizar un evento que fuera un parteaguas en lo que se refiere a conciertos o tocadas de rock, para poner a Hermosillo en el mapa de las bandas e irle abriendo espacio como foro en Sonora para una escena musical del género poco explotada en la ciudad.

Había pocos antecedentes de conciertos relevantes, pues todo se limitaba a bailes regionales y la escena rockera sobrevivía en pequeñas tocadas en casas, en talleres o en espacios como la Casa de la Cultura o lugares alejados como San Pedro, donde se rayaba en la clandestinidad, con grupos que sobresalían de entre los escombros de la incipiente subcultura sonorense y que algunos sobreviven a la fecha, pese a los pesares.

El reto era enorme, presentar en la capital sonorense a una de las bandas emblemáticas del rock latinoamericnao por excelencia, como lo son Los Fabulosos Cadillacs, un grupo argentino que llena estadios en las principales ciudades del continente, con audiencias realmente enormes con un éxito más que comprobado.

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En ese tiempo la popularidad de los Cadillacs en México era enorme, acababan de sacar a la venta el disco doble con todos sus éxitos “Hola” y “Chau” y se presentaban en espacios como el Palacio de los Deportes o el Foro Sol de la Ciudad de México con aforos superiores a los 50 mil espectadores por presentación, las cuales eran habituales, su fama era indudable.

Los argentinos liderados en la voz por Vicentico y en la dirección musical por Flavio Cianciarulo no vivían su mejor momento como agrupación, pues en lo interno había conflictos y anunciaron que esa gira del 2002 sería la última, luego de 18 años de trayectoria y de intensas giras, conciertos, grabaciones, el fin ya tenía fecha, la banda se separaba definitivamente, pero antes de eso tendrían una parada en la Ciudad del Sol, Hermosillo, Sonora.

Un concierto en Hermosillo que dejó huella por lo que significan Los Fabulosos Cadillacs en la escena del rock en Latinoamérica y también como experiencia para los organizadores / Foto: Cortesía | Luis Escarrega

Los Fabulosos Cadillacs en La Sauceda

El reto no era sencillo, la infraestructura de la ciudad de ese entonces, no ofrecía muchos espacios óptimos para realizar un evento de esa envergadura y se optó por el Teatro al aire libre de La Sauceda, un espacio al Oriente de la ciudad que tenía las condiciones deseables mínimas para tener un concierto de esta magnitud y era la mejor opción en ese entonces.

Samuel Noriega era de ese colectivo de entusiastas que le entraron al toro por los cuernos de este ambicioso proyecto, que no se había dado en la ciudad de manera independiente a tal magnitud, puesto que se reunieron talentos de jóvenes con cierta experiencia en la organización de eventos, principalmente de rock, pero que a esa escala no se habían ni mojado los pies y tenían que tirarse de cabeza al agua fría.

“Por principio del 2002 toda la raza andaba muy metida en el rollo de las tocadas locales y todo el rollo este que se estaba moviendo mucho a través de Rock Sonora, un portal que lo lanzaron el Matute y el Mayo y hacían muchas tocadas y la raza se organizaba a través de ellos y nosotros anduvimos haciendo pininos el Yoyo, el Miky, el Bobby, el Billi, Ilich, el Igor y yo andábamos en el rollo de querer traer ese tipo de eventos a Hermosillo”, relata en exclusiva para El Sol de Hermosillo, Samuel Noriega.

La idea surge del Cine Club “Primera toma”, donde estaban personalidades como Nina Mier, Socorro González, Mónica Luna, y José Abril, quienes traían la iniciativa de hacer algo y por medio de Jesús Hurtado “El Falopio” se contactan con los Cadillacs y como parte del equipo, Samuel y otros entusiastas se vieron envueltos en todo lo que significa realizar un concierto así, con todo lo que implicaba, eran 3 vans con gente del staff, con los músicos y todos los que venían con ellos, era un mundo de gente, era el 2002, no había redes sociales, el internet apenas se usaba y lo nuevo eran los SMS en esos días.

“Nosotros los acabábamos de ver dos años antes en la arena de Mexicali, y traían toda la vibra, toda la fiesta, de Hermosillo habíamos ido como unos 30 y teníamos esa idea de que en acuña iba a ser algo así, fiesta, lleno total y ¡Pum! pared, el show tronó económicamente porque hubo gastos que no estaban planeados, la banda cobró en ese entonces 25 mil dólares, por eso los boletos costaban 200, fue un gran reto, por ejemplo los impuestos que tuvimos que pagar por parte del gobierno y la sociedad de autores, y eso significó un 12% del valor de cada boleto en total”, recuerda Samuel.

La fecha se pactó y era para realizarse el miércoles 10 de abril del año 2002 en el Teatro al aire libre de La Sauceda, no había vuelta atrás y fue en el cubículo de la Escuela de Letras de la Universidad de Sonora, donde se fraguaba todo y donde se empezaron a vender los boletos, la expectativa era muy alta, venía gente de otra ciudades a ver a los Fabulosos y había mucho trabajo por hacer desde muchos ángulos, la logística del evento, patrocinios, publicidad, permisos y un sin fin de cosas que envuelven un evento de este tamaño.

“El contactar con el grupo, el planear la logística, el traerlos desde otras ciudades que se organizaron con la gira, cuánta gente venía, el raider que se tenía que tener, los hoteles, la transportación, las ruedas de prensa, toda esa maquinaría se estaba haciendo con pura gente que tenía muchas ganas pero que no teníamos la más remota idea de cómo hacerlo” reconoce Samuel.

Poster conmemorativo del evento, concierto organizado por el Cine Club Primera Toma / Foto: Cortesía / Julio Bejarano

Se llegó el día del concierto

Temprano se realizó la prueba de sonido y se percibía una tensión en todo el ambiente, por un lado de la organización era el nerviosismo de que todo fuera a salir bien, que nada fallara, había gente corriendo de lado a lado, revisando esto y aquello, el grupo en el escenario checando cada detalle, pero se notaba la división que había entre ellos, había desgano, poco entusiasmo y preferían dejar la última palabra a los cabecillas, Vicentico y Flavio, aunque también entre ellos se veían ciertas desavenencias.

Tuvieron tiempo de aclarar un poco la mente, puesto que después del soundcheck, parte de la comitiva de recepción los llevó a conocer Bahía de Kino y volvieron más relajados con el paseo y la comida, era de las últimas en mucho tiempo que compartirían como banda, puesto que dos semanas después en el Foro Sol de Ciudad de México, se despedían de los escenarios, en ese momento de manera indefinida, pausa que duró 6 años.

“Como que estaban cansados de mucho tiempo de gira, como que traían pedos personales, no se cual era la bronca, pero no se veía que tuvieran química, andaban así como muy soso el concierto muy de ¡ah!, fue muy distinta la vibra que nosotros habíamos visto dos años atrás y la gente tampoco respondió, no fueron los suficientes boletos pagados, pero al fin de cuentas, profesionales los vatos si dieron un show de calidad eso sí, pero sí se notaba que había algo entre ellos”, afirmó Samuel.

Concierto a medio gas

Los Fabulosos Cadillacs iniciaban con su segunda y última presentación que han tenido en Hermosillo, luego de su participación en el legendario “Rola 92”, era de tarde y la temperatura era idónea para estar al aire libre, oyendo buena música, de a poco ese espacio del parque se iba llenando de gente.

Sin embargo, se podía estar relativamente cerca del escenario sin tener que estar chocando con otras personas, es decir, no era tanta la gente que se aglutinaba como en otros conciertos masivos y de a poco fue llegando más gente, hubo muchas personas en la periferia que decidieron quedarse afuera a tomarse una cervezas, escuchando al grupo de lejos, eso por supuesto fue en detrimento de los organizadores que al fin de cuentas salieron con números rojos.

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Si bien el concierto no fue malo, tampoco fue memorable, se notaba el desgano de los músicos en el escenario, cumplían pero a secas, no daban ese extra, no motivaban a la gente a brincar, a extasiarse con el espectáculo, tocaron sus éxitos y la gente que estuvimos ahí presentes los coreamos a todo pulmón, eso sí, los asistentes, que se dice que fueron 5 mil con boleto pagado, lo disfrutamos, porque al fin de cuentas, eran Los Fabulosos Cadillacs.

Sin duda fue una experiencia inigualable y más para los que tuvieron algo que ver en la organización del concierto, exigiéndoles al máximo para que todo saliera conforme a lo planeado, un día que dejó grandes enseñanzas para quienes participaron, que incluso, como es el caso de Samuel, le significó el inicio de una trayectoria como parte de Cactus Promotions, agencia que años después organizó giras y conciertos de diferentes artistas, que tuvieron un día de gestación y fue ese 10 de abril del 2002.

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La historia inicia con una idea loca surgida de un cine club, subir a las grandes ligas y organizar un evento que fuera un parteaguas en lo que se refiere a conciertos o tocadas de rock, para poner a Hermosillo en el mapa de las bandas e irle abriendo espacio como foro en Sonora para una escena musical del género poco explotada en la ciudad.

Había pocos antecedentes de conciertos relevantes, pues todo se limitaba a bailes regionales y la escena rockera sobrevivía en pequeñas tocadas en casas, en talleres o en espacios como la Casa de la Cultura o lugares alejados como San Pedro, donde se rayaba en la clandestinidad, con grupos que sobresalían de entre los escombros de la incipiente subcultura sonorense y que algunos sobreviven a la fecha, pese a los pesares.

El reto era enorme, presentar en la capital sonorense a una de las bandas emblemáticas del rock latinoamericnao por excelencia, como lo son Los Fabulosos Cadillacs, un grupo argentino que llena estadios en las principales ciudades del continente, con audiencias realmente enormes con un éxito más que comprobado.

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En ese tiempo la popularidad de los Cadillacs en México era enorme, acababan de sacar a la venta el disco doble con todos sus éxitos “Hola” y “Chau” y se presentaban en espacios como el Palacio de los Deportes o el Foro Sol de la Ciudad de México con aforos superiores a los 50 mil espectadores por presentación, las cuales eran habituales, su fama era indudable.

Los argentinos liderados en la voz por Vicentico y en la dirección musical por Flavio Cianciarulo no vivían su mejor momento como agrupación, pues en lo interno había conflictos y anunciaron que esa gira del 2002 sería la última, luego de 18 años de trayectoria y de intensas giras, conciertos, grabaciones, el fin ya tenía fecha, la banda se separaba definitivamente, pero antes de eso tendrían una parada en la Ciudad del Sol, Hermosillo, Sonora.

Un concierto en Hermosillo que dejó huella por lo que significan Los Fabulosos Cadillacs en la escena del rock en Latinoamérica y también como experiencia para los organizadores / Foto: Cortesía | Luis Escarrega

Los Fabulosos Cadillacs en La Sauceda

El reto no era sencillo, la infraestructura de la ciudad de ese entonces, no ofrecía muchos espacios óptimos para realizar un evento de esa envergadura y se optó por el Teatro al aire libre de La Sauceda, un espacio al Oriente de la ciudad que tenía las condiciones deseables mínimas para tener un concierto de esta magnitud y era la mejor opción en ese entonces.

Samuel Noriega era de ese colectivo de entusiastas que le entraron al toro por los cuernos de este ambicioso proyecto, que no se había dado en la ciudad de manera independiente a tal magnitud, puesto que se reunieron talentos de jóvenes con cierta experiencia en la organización de eventos, principalmente de rock, pero que a esa escala no se habían ni mojado los pies y tenían que tirarse de cabeza al agua fría.

“Por principio del 2002 toda la raza andaba muy metida en el rollo de las tocadas locales y todo el rollo este que se estaba moviendo mucho a través de Rock Sonora, un portal que lo lanzaron el Matute y el Mayo y hacían muchas tocadas y la raza se organizaba a través de ellos y nosotros anduvimos haciendo pininos el Yoyo, el Miky, el Bobby, el Billi, Ilich, el Igor y yo andábamos en el rollo de querer traer ese tipo de eventos a Hermosillo”, relata en exclusiva para El Sol de Hermosillo, Samuel Noriega.

La idea surge del Cine Club “Primera toma”, donde estaban personalidades como Nina Mier, Socorro González, Mónica Luna, y José Abril, quienes traían la iniciativa de hacer algo y por medio de Jesús Hurtado “El Falopio” se contactan con los Cadillacs y como parte del equipo, Samuel y otros entusiastas se vieron envueltos en todo lo que significa realizar un concierto así, con todo lo que implicaba, eran 3 vans con gente del staff, con los músicos y todos los que venían con ellos, era un mundo de gente, era el 2002, no había redes sociales, el internet apenas se usaba y lo nuevo eran los SMS en esos días.

“Nosotros los acabábamos de ver dos años antes en la arena de Mexicali, y traían toda la vibra, toda la fiesta, de Hermosillo habíamos ido como unos 30 y teníamos esa idea de que en acuña iba a ser algo así, fiesta, lleno total y ¡Pum! pared, el show tronó económicamente porque hubo gastos que no estaban planeados, la banda cobró en ese entonces 25 mil dólares, por eso los boletos costaban 200, fue un gran reto, por ejemplo los impuestos que tuvimos que pagar por parte del gobierno y la sociedad de autores, y eso significó un 12% del valor de cada boleto en total”, recuerda Samuel.

La fecha se pactó y era para realizarse el miércoles 10 de abril del año 2002 en el Teatro al aire libre de La Sauceda, no había vuelta atrás y fue en el cubículo de la Escuela de Letras de la Universidad de Sonora, donde se fraguaba todo y donde se empezaron a vender los boletos, la expectativa era muy alta, venía gente de otra ciudades a ver a los Fabulosos y había mucho trabajo por hacer desde muchos ángulos, la logística del evento, patrocinios, publicidad, permisos y un sin fin de cosas que envuelven un evento de este tamaño.

“El contactar con el grupo, el planear la logística, el traerlos desde otras ciudades que se organizaron con la gira, cuánta gente venía, el raider que se tenía que tener, los hoteles, la transportación, las ruedas de prensa, toda esa maquinaría se estaba haciendo con pura gente que tenía muchas ganas pero que no teníamos la más remota idea de cómo hacerlo” reconoce Samuel.

Poster conmemorativo del evento, concierto organizado por el Cine Club Primera Toma / Foto: Cortesía / Julio Bejarano

Se llegó el día del concierto

Temprano se realizó la prueba de sonido y se percibía una tensión en todo el ambiente, por un lado de la organización era el nerviosismo de que todo fuera a salir bien, que nada fallara, había gente corriendo de lado a lado, revisando esto y aquello, el grupo en el escenario checando cada detalle, pero se notaba la división que había entre ellos, había desgano, poco entusiasmo y preferían dejar la última palabra a los cabecillas, Vicentico y Flavio, aunque también entre ellos se veían ciertas desavenencias.

Tuvieron tiempo de aclarar un poco la mente, puesto que después del soundcheck, parte de la comitiva de recepción los llevó a conocer Bahía de Kino y volvieron más relajados con el paseo y la comida, era de las últimas en mucho tiempo que compartirían como banda, puesto que dos semanas después en el Foro Sol de Ciudad de México, se despedían de los escenarios, en ese momento de manera indefinida, pausa que duró 6 años.

“Como que estaban cansados de mucho tiempo de gira, como que traían pedos personales, no se cual era la bronca, pero no se veía que tuvieran química, andaban así como muy soso el concierto muy de ¡ah!, fue muy distinta la vibra que nosotros habíamos visto dos años atrás y la gente tampoco respondió, no fueron los suficientes boletos pagados, pero al fin de cuentas, profesionales los vatos si dieron un show de calidad eso sí, pero sí se notaba que había algo entre ellos”, afirmó Samuel.

Concierto a medio gas

Los Fabulosos Cadillacs iniciaban con su segunda y última presentación que han tenido en Hermosillo, luego de su participación en el legendario “Rola 92”, era de tarde y la temperatura era idónea para estar al aire libre, oyendo buena música, de a poco ese espacio del parque se iba llenando de gente.

Sin embargo, se podía estar relativamente cerca del escenario sin tener que estar chocando con otras personas, es decir, no era tanta la gente que se aglutinaba como en otros conciertos masivos y de a poco fue llegando más gente, hubo muchas personas en la periferia que decidieron quedarse afuera a tomarse una cervezas, escuchando al grupo de lejos, eso por supuesto fue en detrimento de los organizadores que al fin de cuentas salieron con números rojos.

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Si bien el concierto no fue malo, tampoco fue memorable, se notaba el desgano de los músicos en el escenario, cumplían pero a secas, no daban ese extra, no motivaban a la gente a brincar, a extasiarse con el espectáculo, tocaron sus éxitos y la gente que estuvimos ahí presentes los coreamos a todo pulmón, eso sí, los asistentes, que se dice que fueron 5 mil con boleto pagado, lo disfrutamos, porque al fin de cuentas, eran Los Fabulosos Cadillacs.

Sin duda fue una experiencia inigualable y más para los que tuvieron algo que ver en la organización del concierto, exigiéndoles al máximo para que todo saliera conforme a lo planeado, un día que dejó grandes enseñanzas para quienes participaron, que incluso, como es el caso de Samuel, le significó el inicio de una trayectoria como parte de Cactus Promotions, agencia que años después organizó giras y conciertos de diferentes artistas, que tuvieron un día de gestación y fue ese 10 de abril del 2002.

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