Todos los días a las ocho de la noche la gente sale a sus balcones en el complejo de departamentos de Paseo Teruel, en Zaragoza, para aplaudir la labor del personal de servicio médico que enfrenta la amenaza del coronavirus en España.
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En este efímero momento de algarabía colectiva, tanto como la cuarentena lo ha llegado a permitir, los policías pasan por las salas de urgencias de los hospitales prendiendo las torretas y sonando sus sirenas; algunos se bajan a aplaudirles.
Así la vida en el país que actualmente supera los 4 mil muertos y 56 mil casos por COVID-19, donde el encender las luces de los hogares se ha vuelto un símbolo de vida y resistencia ante la tragedia.
Una de esas luces es la del hermosillense Luis Antonio Mizquez Corona, de 28 años de edad, quien fue aceptado para realizar sus estudios de doctorado en la Universidad de Zaragoza, sin imaginar que tendría que verle la cara a la pandemia más grande en lo que va de este siglo.
El ingeniero en Electrónica ha atestiguado involuntariamente los momentos cruciales de este suceso, por ello reconoce que los verdaderos héroes han sido los miembros del sistema de salud de España.
“Actualmente la situación en el país está difícil pero poco a poco el gobierno español está velando por la seguridad de sus ciudadanos y sobre todo de su personal sanitario. Ellos son los que están en la línea de fuego, la cuarentena es para ayudarles a ellos”, relató.
Aún así los casos continúan a la alza, así como el número de fallecidos, para colmo los hospitales permanecen saturados y la muerte ya ha sobrepasado la capacidad de las agencias funerarias.
Luis Antonio narró que apenas y hay recursos para lidiar con este tipo de situación, por lo que tanto el gobierno como la iniciativa privada están uniendo fuerzas para comprar respiradores, guantes, mascarillas y otros materiales.
Asimismo, los institutos de investigación y universidades están utilizando su infraestructura para apoyar con la impresión en 3D de insumos suficientes para solventar este problema.
La Cotidianeidad Fracturada
Tan sólo el lunes pasado, Luis Antonio fue de compras al supermercado. Las escaleras de su edificio retumbaban de silencio y las calles estaban despobladas. En el trayecto a la tienda pudo contar perfectamente tres vehículos, dos autos y un autobús.
También vio cerca de seis personas en el camino, algunas cubriendo sus bocas y manos, todas distribuidas por la calle y, si no había suficiente espacio para caminar, se cambiaban de acera para mantener la distancia de seguridad.
Al llegar al supermercado el panorama no fue distinto, los trabajadores tenían guantes y cubrebocas, la gente que estaba comprando te miraba para decidir hacía que dirección moverse para mantener la distancia de seguridad.
La tensión se respiraba en los pasillos de la tienda, era triste, tanto así que la experiencia de hacer las compras fue abrumadora para el hermosillense.
De camino a casa, Luis Antonio mantuvo su ticket en un lugar donde pudiera sacarlo con facilidad en caso de cruzarse con un auto de la policía, pues la autoridad tiene órdenes de multar a cualquier persona que no justifique la razón de su salida.
El día 14 de marzo el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, declaró el estado de alarma en todo el país, a partir de ese día fue cuando las reglas para la cuarentena se hicieron vigentes.
“Al principio podíamos salir a comprar mandado, ir a la peluquería, a la farmacia, a algún consultorio médico y recomendaban no recibir visitas”, recuerda el estudiante de doctorado, no obstante las cosas no tardaron en ponerse más estrictas.
“Cerraron Peluquerías, bares, antros, restaurantes; redujeron el flujo de personas hacia otras ciudades y/o pueblos en trenes, camiones de pasajeros y barcos y me parece que existe un máximo de dos personas por auto”.
Un día a la vez
Naturalmente, la familia de Luis Antonio está preocupada por su integridad e incluso su padre le sugirió regresar a Hermosillo en alguno de los pocos vuelos que todavía salen del país, sin embargo en un desplante de conciencia civil, el joven se negó.
“Mi padre me preguntó quería regresar, pero le dije que sería más peligroso para ellos si llegaba a hacerlo. Podría haber llevado el COVID19 a Hermosillo. Si me cuido yo, cuido a los demás”, reconoció.
Desde el momento que se mudó a España, su familia y amigos se han mantenido en contacto frecuente, pero a raíz de lo que está sucediendo están más preocupados, aún así Luis Antonio se siente halagado por recibir tantas muestras de cariño desde lejos.
“Yo creo que eso es lo que más me ha ayudado todo este tiempo”, admitió, “a pesar de la situación y el lugar en donde estés las personas que realmente se preocupan por ti nunca te dejarán solo”.
Apenas se estaba acostumbrando a vivir en Zaragoza cuando cayó la enfermedad, pero curiosamente lo estoy sobrellevando de la misma manera que cuando llegó a España: un día a la vez.
Hay días en que tiene llamadas con su director de tesis, otros toma un tele-café con sus compañeros del laboratorio y el miércoles tuvo su primera clase en línea de un curso que estaba tomando de forma presencial en la Universidad.
“Cuando no tengo cosas que hacer de la escuela me pongo a leer (libros y comics), escuchar música, jugar videojuegos o ver series y películas con mi compañero de piso. Otras cosas que también ayudan es darse un buen baño con agua caliente y realizar los quehaceres de casa”, comentó.
Y así los días en aquella cotidianeidad. El domingo 22 de marzo el gobierno anunció que estarían 15 días más en cuarentena debido al aumento de casos y sin embargo esa no es garantía de que efectivamente con ello cierre la cuarentena.
Luis Antonio Mizquez Corona, de 28 años, espera en su departamento en Paseo Teruel que los demás países, y en particular México, tomen la pandemia con la seriedad necesaria para evitar una situación como la de España y los demás países de la Unión Europea.
En Hermosillo también hay luces encendidas y aplausos que esperan por Luis Antonio.