/ viernes 29 de octubre de 2021

Cómo entender el lenguaje inclusivo: desde lo personal a lo cultural

Hoy en día hay cada vez más personas que se identifican con el género no binario, por lo que el debate para utilizar pronombres neutros ha tomado más relevancia

El uso del lenguaje inclusivo como una herramienta para incidir tanto en el campo político como en el cultural, es un tema que lleva por lo menos tres décadas, pero que en meses recientes se ha vuelto polémico y más visible.

Lee también: “Queride compañere”, la canción inspirada en el lenguaje inclusivo

Esta situación es producto de una discusión teórica dentro de las Ciencias Sociales y la Filosofía que bien vale pena resaltar luego del debate generado en redes sociales por la viralización de un video cuya primicia es el reclamo de una persona porque le llamen “compañere” y no “compañera”.

La reacción de los usuarios de redes sociales fue diversa; para algunos no fue más que motivo de burlas, mientras que otros reflexionaron y apoyaron la demanda de esta persona, quien se identificó como “genero no binario”, pidiendo que se le refiera como “elle”, en lugar de “él” o “ella”.

Guillermo Núñez Noriega, investigador titular en la Coordinación de Desarrollo Regional del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), señaló que esta situación invita a reflexionar sobre las implicaciones que la academia y los investigadores han establecido subsecuentemente al uso del lenguaje inclusivo y diversos neologismos.

Andra Escamilla se viralizó cuando pidió que la llamaran "compañere" / Foto: Cortesía | Regeneración

El lenguaje no es una colección de palabras como etiquetas que se le ponen a las cosas, mencionó, es una manera de entender el mundo, de organizar nuestra manera de ver el mundo.

“Ya está implícito una serie de valores y normas de cómo está establecido, por lo que cada vez que cambiamos cosas de la organización de la sociedad, cambiamos también el lenguaje de alguna manera”, comentó el doctor en Antropología Cultural.

Un ejemplo de esto es el uso de la palabra “empoderamiento”, la cual no era empleada en español para los inicios del año 2000, sin embargo, dentro del gremio académico se fue introduciendo con el estudio de los movimientos sociales de 50 en Estados Unidos, de los cuales se destaca la lucha racial, de las libertades sexuales, entre otros, por lo que se dio el préstamo lingüístico y se extrajo del término “empowerment”.

La palabra gay se incluyó en los 80

Lo mismo ocurrió con la palabra “gay”, proveniente de Francia, para referirse de manera diferente a una situación que en México siempre había sido descrito con palabras abyectas, insultantes o con burlas, por lo que el término se fue introduciendo no sin reticencia por parte del sector más conservador de la sociedad mexicana de los 80.

Estos dos ejemplos sirven para ilustrar el proceso mediante el cual, a través de esos cambios en las palabras en los que no se quiere marcar el género como masculino o femenino, lo que se busca es señalar que se tiene una identidad de género diferente que no corresponde con “hombre” o “mujer”, sino una identidad que la sociedad no ha logrado a reconocer como una realidad.

Algunos de esos se hacen llamar de género no binario, de género no fluido, o andróginos, que son términos diferentes para realidades diferentes, pero que se refieren a esas expresiones de género.

“Son presentaciones de género o identidades de género —que no es lo mismo pero refieren a aspectos similares—, que quieren crear un espacio para lo que no es ni masculino ni femenino.

“Para lo que es las dos cosas al mismo tiempo, que es el caso de la androginia; para lo que es algo que fluctúa con algo a veces femenino, a veces masculino, como género fluido; o hay quienes dicen que no se identifican ni como uno ni como otro, entonces se perciben como género no binario”, explicó.

Se crean neologismos a través de los años

Es en ese contexto donde se han ido creando neologismos para querer representarse a sí mismos dentro de la diversidad de género, añadió el investigador.

Uno de los principales problemas sobre el uso de estos neologismos en el habla hispana es la dificultad de un importante sector de la sociedad para asimilarlos como parte de una lucha por la reivindicación de la diversidad sexual.

Mientras que, por otro lado, también hay quienes exigen emplear el lenguaje inclusivo sin tomar en cuenta los hábitos de lenguaje de las personas, que se encuentran tan arraigados en la subjetividad y pensamiento de la gente, siendo que la lengua es de las primeras cosas que se aprenden en la vida.

"Para Sarah" cortometraje sonorense que visibiliza la violencia hacia la comunidad LGBT+ / Foto: Cortesía | @sociedadactiva

“Algo diferente es que todas las personas tienen el derecho a utilizar el lenguaje como queramos. Podemos jugar con el lenguaje, crear palabras, a veces lo hacemos con amigos, grupos cercanos en el trabajo, inventamos términos, apodos, claves para comunicarnos.

Es parte de la dinámica normal del lenguaje, el problema es cuando queremos obligar a los demás que lo usen, es donde ocurren roces y conflictos de diferente tipo”, declaró Núñez Noriega.

Sin embargo, para lograr una transformación tan profunda como lo sería modificar el lenguaje, abundó, se requiere trasladar cada vez más el tema a una conversación pública y abierta, donde la gente hable, escriba y exprese de diversas maneras en su vida cotidiana su forma de identificarse y sensibilice a las demás personas su manera entenderse y cómo les aflige.

El lenguaje inclusivo es una realidad

Asimismo, para el mundo académico toca explicar que esto existe y es una realidad que siempre ha estado presente, pues a lo largo de la historia de todas las sociedades hay registro de personas que no se identifican con ninguno de los dos géneros, con ambos, o con los dos, o quienes se identifican con uno diferente al que corresponde su cuerpo.

Esto permitiría que las personas tengan capacidad de entender mejor otras realidades que han permanecido a la sombra debido a las convenciones sociales establecidas como ideologías dominantes.

“El otro asunto es que esa solicitud de cambiar el lenguaje de ninguna manera puede plantearse como una exigencia, porque el lenguaje no se transforma con leyes o exigencias, ni siquiera porque nos indignemos”, manifestó.

El lenguaje tiene una lógica mucho más amplia y una estructura compleja que aprendemos a muy temprana edad, resaltó, y no podemos transformarlo por simple acto de voluntad.

El especialista externó que sería en ámbitos muy reducidos, pensar que esto se dé como un proceso global del español, por lo menos a corto o mediano plazo no sucederá.

Son procesos de largo alcance, que toman decenas de años, a veces siglos, dijo, sobre todo en este caso cuando se trata del género, es difícil porque es un elemento central de la estructura lingüística, sobre todo en el español.

Por este motivo reiteró que es necesario tomar en cuenta la conversación pública con respeto a los demás.

Comprender el término no binario

Mientras tanto, Alí Salguero, quien se identifica como una persona no binaria, compartió que el lenguaje de género neutro surge de la necesidad de inclusión, por lo que es relevante plantearse su aplicación en el español, un idioma altamente “generizado”.

“Una gran parte de la población no lo considera necesario, pero esto es porque desconoce las realidades de las personas para quienes el lenguaje neutro es una cuestión que impacta directamente su existir, o no existir, en la sociedad. La conocida frase "lo que no se nombra no existe" es un buen ejemplo de ello”, aseveró.

A esto se añade el hecho de que los idiomas a través de la historia y alrededor del mundo tienen estructuras y fórmulas diversas y el binario femenino/masculino no es constante ni el mismo en todos ellos, prosiguió Salguero.

Un ejemplo es que el español es altamente generalizado, es decir, casi todos los sustantivos y adjetivos tienen género femenino o masculino y este último es el que se utiliza para generalizar, cosa que no sucede en todos los idiomas.

LP es una de las artistas que no se identifica con el género femenino ni con el masculino / Foto: Cortesía | @fanslpmx

Asimismo, opinó que si bien la transformación del lenguaje es parte central en la generación de una sociedad más abierta a la diversidad sexual y de género, sin embargo, aseguró que no es la única solución para los tipos de violencia que sufren las personas, en este caso particular, las mujeres, las personas trans y las personas no binarias.

“Hace falta dejar de estigmatizar, invalidar o humillar a quienes deciden hacer uso de este tipo de modificaciones conscientes del lenguaje. Se acusa a las personas que utilizan el lenguaje neutro de ‘querer destruir el idioma’, de ‘carentes de educación’ o llanamente de enfermas mentales o de un intelecto reducido.

“Utilizar el lenguaje neutro es un acto político, y como toda acción política va a resultar incómoda para quienes se nieguen al cambio o a las existencias que difieren de la norma”, afirmó.

Expresó que el lenguaje es inherentemente social, por lo que los movimientos sociales los que han popularizado estas alternativas a un lenguaje que no corresponde con la realidad de mucha gente, a lo que añade que en el ámbito académico hay quienes utilizan su capital simbólico para validar o invalidar las transformaciones sociales, entre ellas, el lenguaje.

No obstante, finalizó, la realidad, la vida y la dignidad de las personas va mucho más allá de las estructuras rígidas de una academia que pretende posicionarse por encima de sus sujetos de estudio.



El uso del lenguaje inclusivo como una herramienta para incidir tanto en el campo político como en el cultural, es un tema que lleva por lo menos tres décadas, pero que en meses recientes se ha vuelto polémico y más visible.

Lee también: “Queride compañere”, la canción inspirada en el lenguaje inclusivo

Esta situación es producto de una discusión teórica dentro de las Ciencias Sociales y la Filosofía que bien vale pena resaltar luego del debate generado en redes sociales por la viralización de un video cuya primicia es el reclamo de una persona porque le llamen “compañere” y no “compañera”.

La reacción de los usuarios de redes sociales fue diversa; para algunos no fue más que motivo de burlas, mientras que otros reflexionaron y apoyaron la demanda de esta persona, quien se identificó como “genero no binario”, pidiendo que se le refiera como “elle”, en lugar de “él” o “ella”.

Guillermo Núñez Noriega, investigador titular en la Coordinación de Desarrollo Regional del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), señaló que esta situación invita a reflexionar sobre las implicaciones que la academia y los investigadores han establecido subsecuentemente al uso del lenguaje inclusivo y diversos neologismos.

Andra Escamilla se viralizó cuando pidió que la llamaran "compañere" / Foto: Cortesía | Regeneración

El lenguaje no es una colección de palabras como etiquetas que se le ponen a las cosas, mencionó, es una manera de entender el mundo, de organizar nuestra manera de ver el mundo.

“Ya está implícito una serie de valores y normas de cómo está establecido, por lo que cada vez que cambiamos cosas de la organización de la sociedad, cambiamos también el lenguaje de alguna manera”, comentó el doctor en Antropología Cultural.

Un ejemplo de esto es el uso de la palabra “empoderamiento”, la cual no era empleada en español para los inicios del año 2000, sin embargo, dentro del gremio académico se fue introduciendo con el estudio de los movimientos sociales de 50 en Estados Unidos, de los cuales se destaca la lucha racial, de las libertades sexuales, entre otros, por lo que se dio el préstamo lingüístico y se extrajo del término “empowerment”.

La palabra gay se incluyó en los 80

Lo mismo ocurrió con la palabra “gay”, proveniente de Francia, para referirse de manera diferente a una situación que en México siempre había sido descrito con palabras abyectas, insultantes o con burlas, por lo que el término se fue introduciendo no sin reticencia por parte del sector más conservador de la sociedad mexicana de los 80.

Estos dos ejemplos sirven para ilustrar el proceso mediante el cual, a través de esos cambios en las palabras en los que no se quiere marcar el género como masculino o femenino, lo que se busca es señalar que se tiene una identidad de género diferente que no corresponde con “hombre” o “mujer”, sino una identidad que la sociedad no ha logrado a reconocer como una realidad.

Algunos de esos se hacen llamar de género no binario, de género no fluido, o andróginos, que son términos diferentes para realidades diferentes, pero que se refieren a esas expresiones de género.

“Son presentaciones de género o identidades de género —que no es lo mismo pero refieren a aspectos similares—, que quieren crear un espacio para lo que no es ni masculino ni femenino.

“Para lo que es las dos cosas al mismo tiempo, que es el caso de la androginia; para lo que es algo que fluctúa con algo a veces femenino, a veces masculino, como género fluido; o hay quienes dicen que no se identifican ni como uno ni como otro, entonces se perciben como género no binario”, explicó.

Se crean neologismos a través de los años

Es en ese contexto donde se han ido creando neologismos para querer representarse a sí mismos dentro de la diversidad de género, añadió el investigador.

Uno de los principales problemas sobre el uso de estos neologismos en el habla hispana es la dificultad de un importante sector de la sociedad para asimilarlos como parte de una lucha por la reivindicación de la diversidad sexual.

Mientras que, por otro lado, también hay quienes exigen emplear el lenguaje inclusivo sin tomar en cuenta los hábitos de lenguaje de las personas, que se encuentran tan arraigados en la subjetividad y pensamiento de la gente, siendo que la lengua es de las primeras cosas que se aprenden en la vida.

"Para Sarah" cortometraje sonorense que visibiliza la violencia hacia la comunidad LGBT+ / Foto: Cortesía | @sociedadactiva

“Algo diferente es que todas las personas tienen el derecho a utilizar el lenguaje como queramos. Podemos jugar con el lenguaje, crear palabras, a veces lo hacemos con amigos, grupos cercanos en el trabajo, inventamos términos, apodos, claves para comunicarnos.

Es parte de la dinámica normal del lenguaje, el problema es cuando queremos obligar a los demás que lo usen, es donde ocurren roces y conflictos de diferente tipo”, declaró Núñez Noriega.

Sin embargo, para lograr una transformación tan profunda como lo sería modificar el lenguaje, abundó, se requiere trasladar cada vez más el tema a una conversación pública y abierta, donde la gente hable, escriba y exprese de diversas maneras en su vida cotidiana su forma de identificarse y sensibilice a las demás personas su manera entenderse y cómo les aflige.

El lenguaje inclusivo es una realidad

Asimismo, para el mundo académico toca explicar que esto existe y es una realidad que siempre ha estado presente, pues a lo largo de la historia de todas las sociedades hay registro de personas que no se identifican con ninguno de los dos géneros, con ambos, o con los dos, o quienes se identifican con uno diferente al que corresponde su cuerpo.

Esto permitiría que las personas tengan capacidad de entender mejor otras realidades que han permanecido a la sombra debido a las convenciones sociales establecidas como ideologías dominantes.

“El otro asunto es que esa solicitud de cambiar el lenguaje de ninguna manera puede plantearse como una exigencia, porque el lenguaje no se transforma con leyes o exigencias, ni siquiera porque nos indignemos”, manifestó.

El lenguaje tiene una lógica mucho más amplia y una estructura compleja que aprendemos a muy temprana edad, resaltó, y no podemos transformarlo por simple acto de voluntad.

El especialista externó que sería en ámbitos muy reducidos, pensar que esto se dé como un proceso global del español, por lo menos a corto o mediano plazo no sucederá.

Son procesos de largo alcance, que toman decenas de años, a veces siglos, dijo, sobre todo en este caso cuando se trata del género, es difícil porque es un elemento central de la estructura lingüística, sobre todo en el español.

Por este motivo reiteró que es necesario tomar en cuenta la conversación pública con respeto a los demás.

Comprender el término no binario

Mientras tanto, Alí Salguero, quien se identifica como una persona no binaria, compartió que el lenguaje de género neutro surge de la necesidad de inclusión, por lo que es relevante plantearse su aplicación en el español, un idioma altamente “generizado”.

“Una gran parte de la población no lo considera necesario, pero esto es porque desconoce las realidades de las personas para quienes el lenguaje neutro es una cuestión que impacta directamente su existir, o no existir, en la sociedad. La conocida frase "lo que no se nombra no existe" es un buen ejemplo de ello”, aseveró.

A esto se añade el hecho de que los idiomas a través de la historia y alrededor del mundo tienen estructuras y fórmulas diversas y el binario femenino/masculino no es constante ni el mismo en todos ellos, prosiguió Salguero.

Un ejemplo es que el español es altamente generalizado, es decir, casi todos los sustantivos y adjetivos tienen género femenino o masculino y este último es el que se utiliza para generalizar, cosa que no sucede en todos los idiomas.

LP es una de las artistas que no se identifica con el género femenino ni con el masculino / Foto: Cortesía | @fanslpmx

Asimismo, opinó que si bien la transformación del lenguaje es parte central en la generación de una sociedad más abierta a la diversidad sexual y de género, sin embargo, aseguró que no es la única solución para los tipos de violencia que sufren las personas, en este caso particular, las mujeres, las personas trans y las personas no binarias.

“Hace falta dejar de estigmatizar, invalidar o humillar a quienes deciden hacer uso de este tipo de modificaciones conscientes del lenguaje. Se acusa a las personas que utilizan el lenguaje neutro de ‘querer destruir el idioma’, de ‘carentes de educación’ o llanamente de enfermas mentales o de un intelecto reducido.

“Utilizar el lenguaje neutro es un acto político, y como toda acción política va a resultar incómoda para quienes se nieguen al cambio o a las existencias que difieren de la norma”, afirmó.

Expresó que el lenguaje es inherentemente social, por lo que los movimientos sociales los que han popularizado estas alternativas a un lenguaje que no corresponde con la realidad de mucha gente, a lo que añade que en el ámbito académico hay quienes utilizan su capital simbólico para validar o invalidar las transformaciones sociales, entre ellas, el lenguaje.

No obstante, finalizó, la realidad, la vida y la dignidad de las personas va mucho más allá de las estructuras rígidas de una academia que pretende posicionarse por encima de sus sujetos de estudio.



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