El fallo ocurrido hoy durante el lanzamiento de una nave Soyuz rusa con destino a la Estación Espacial Internacional (EEI) puso el corazón en un puño a la agencia espacial rusa, Roscosmos, y a la NASA, ya que, por momentos, se temió por la vida de sus dos tripulantes.
"Gracias al cielo, los cosmonautas están vivos", dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Al ruso Alexéi Ovchinin y al estadounidense Nick Hague (NASA) les salvó que el sistema de salvamento en caso de avería que llevan incorporadas todas las naves tripuladas rusas funcionó en su debido momento.
Esta es la segunda vez en la historia de las Soyuz que la cápsula en la que van los tripulantes es eyectada para salvar la vida de sus ocupantes, la única buena noticia de la jornada para la industria espacial rusa.
"Hemos podido evitar un escenario mucho peor. Este tipo de incidentes exige una investigación de lo más rigurosa con inspecciones en las fábricas. El accidente ocurrió con un cohete con una estadística de accidentes muy baja. Esa es una mala noticia. Por otra parte, funcionó muy bien el sistema de salvamento. Esa es una buena noticia", dijo el director de Roscosmos, Dmitri Rogozin.
Por el momento, se cree que el fallo tuvo lugar en el cohete portador que propulsa la nave para colocarla en órbita y se produjo, "al segundo doce de vuelo".
Los cohetes portadores, la causa de la destrucción en 2011 de un carguero Progress, se han convertido en un dolor de cabeza para Roscosmos, ya que han obligado en los últimos años a aplazar en varias ocasiones los lanzamientos.
El Comité de Instrucción ruso incoó hoy un caso penal por violación de las reglas de seguridad, lo que ocurre un mes y medio después de que se detectara un agujero en una Soyuz acoplada al segmento ruso de la EEI.
La Soyuz MS-10 partió rumbo a la plataforma orbital a las 08:40 GMT, pero al poco de despegar, instantes después de la separación de la primera etapa del cohete, tuvo lugar "una situación anormal".
Fueron breves minutos de gran tensión en los que se perdió la comunicación con los cosmonautas, que finalmente pudieron aterrizar sanos y salvos a unos 20 kilómetros de la localidad de Jezkazgan, en medio de la inhóspita estepa kazaja.
Los equipos de rescate divisaron desde la distancia la cápsula descendiendo en paracaídas, tras lo que sus dos inquilinos se pusieron en contacto con ellos por radio para tranquilizarlos.
Roscosmos y la NASA se apresuraron a comunicar que Hague y Ovchinin estaban vivos, mientras los médicos que atendieron al astronauta y cosmonauta confirmaron que se encuentran en buen estado, aunque no es seguro que vuelvan a repetir en breve la intentona de volar a la plataforma orbital para una estancia de medio año.
Seguidamente, fueron trasladados al hospital en el cosmódromo de Baikonur, desde donde viajarán a la Ciudad de las Estrellas en las afueras de Moscú, mientras Hague, que ve frustrado su sueño de volar por vez primera a la EEI, posiblemente volará a EEUU.
El incidente fue sonrojante para Roscosmos, que había invitado especialmente al administrador de la NASA, Jim Bridenstine, a asistir al lanzamiento en Baikonur.
Bridenstine había asegurado a la prensa rusa que la NASA no tenía previsto dejar de utilizar las Soyuz para transportar a sus astronautas al espacio cuando reanude en 2019 los lanzamientos tripulados de la mano de la industria aeronáutica privada.
Desde la retirada de los transbordadores en 2011, las Soyuz han sido el único eslabón entre la Tierra y la EEI, pero tras este fallo las autoridades locales han decidido suspender hasta nueva orden todos los vuelos espaciales tripulados.
Bridenstine adelantó en su cuenta de la red social Twitter que se abrirá una investigación "exhaustiva" sobre el despegue fallido.
"La seguridad de la tripulación es la máxima prioridad para la NASA. Se llevará a cabo una investigación exhaustiva sobre la causa del incidente", señaló.
El viceprimer ministro ruso, Yuri Borísov, expresó su confianza en que EEUU se muestre comprensivo.
"Por supuesto, no ocultaremos los motivos. Por supuesto, tienen derecho a saber y les proporcionaremos toda la información necesaria sobre lo que provocó el accidente", explicó.
La Soyuz MS-10 debía haber dado cuatro vueltas a la Tierra para acoplarse seis horas después a la EEI, donde les esperaban Alexander Gerst de la Agencia Espacial Europea (ESA), la ingeniero de la NASA Serena Auñón-Chancellor y el ruso Serguéi Prokópiev, que llegaron a la EEI en junio pasado.
Gerst envió un tuit desde la EEI en el que daba las gracias a los equipo de rescate y agregó: "El día de hoy ha vuelto a demostrar lo increíble que es la #Soyuz, para poder salvar a la tripulación de tal fracaso. Los vuelos espaciales son difíciles. Y debemos seguir intentándolo por el bien de la Humanidad"