/ martes 30 de abril de 2024

Arqueología del desencanto | Los niños tumbados

I.

En su documental Bowling for Columbine un afilado Michael Moore señala que el enfoque de por qué tuvo lugar el tiroteo escolar de 1999 en el que dos estudiantes asesinaron a 12 compañeros y un profesor, y que fue conocido para la posteridad como “La masacre de la Escuela Secundaria de Columbine”, apuntó a que los asesinos escuchaban a Marilyn Manson.

“Nuestros niños se habían convertido en algo a lo cual temer”, afirma previamente el director estadounidense de manera sarcástica. “Se habían transformado en pequeños monstruos. ¿Pero quién fue el responsable?”.

El documental muestra a continuación las respuestas de varios “expertos”, entre senadores, periodistas, grupos civiles y religiosos, que apuntaron como responsables a: las películas violentas; South Park; los videojuegos; la televisión; la industria del entretenimiento; Satanás; los dibujos animados; las drogas; y, por supuesto, “la subcultura enojada del heavy metal”.

“Si pudieras hablar con los jóvenes de Columbine, ¿qué les dirías?”, le pregunta Moore a Manson en este punto, a lo cual el cantante le responde tajante: “No les diría ni una sola palabra. Escucharía qué es lo que ellos tienen para decir. Y eso es lo que nadie hizo”.


II.

No tengo la determinación en este momento para intentar hacer un análisis sesudo sobre las implicaciones que tiene para las nuevas generaciones el escuchar corridos tumbados, así que parafrasearé en su lugar un comentario que escribí en mayo del año pasado en una publicación de Facebook que hacía alusión a que se quería prohibir que los más pequeños de casa escucharan a Peso Pluma, en un momento en que el cantante jalisciense estaba irrumpiendo dentro de la industria musical con una fuerza nunca antes vista para un artista mexicano:

“No creo que ver futbol te haga ignorante o jugar videojuegos te haga una persona violenta”, escribí en aquella ocasión [que, por cierto, qué bochorno esto de citarte a ti mismo, pero tengo que entregar este texto antes de las cinco]. “Adjudicar las letras de sus canciones a cierto estrago social se me hace increíblemente reduccionista y francamente ignorante. Es pasar por alto que se trata de un cambio generacional y estamos demasiado viejos para ello, y como no lo entendemos y no somos parte se nos hace más fácil apuntarle con el dedo y juzgarlo. Es formar parte de la misma gente que en su momento estigmatizó y acusó la música de los Rolling Stones, The Beatles y Elvis Presley por supuestamente promover el satanismo y demás perversiones. Es pasar por alto que gran parte del rap y hip hop de los ochenta comparten ciertos tópicos con los corridos mexicanos, como la cultura de la droga y el pintarle el dedo a la policía, pero por alguna razón ellos son grandes artistas y celebramos que se presenten en el Super Bowl, pero nos da pena que Natanael Cano se presente en programas como los de Jimmy Kimmel o en Coachella, porque: 'qué pena que eso nos represente'. Y en todo caso el estilo de vida en los inicios de cualquier infumable rockstar que alguna vez admiramos, respetamos y soñamos con emular no ha de ser muy diferente a la de todos estos cantantes de ahora. Y decir que las nuevas generaciones no tienen pensamiento crítico y son más susceptibles y demás... Quizás deberíamos dejar de tratarlos como idiotas y aprender cómo conectar con ellos y aprender de ellos, porque si hay algo cierto es que los Pesos Plumas les han llegado como ninguno de nosotros ha sabido y eso habla peor de uno y no tanto de estos artistas”.

Una vez más, repitan conmigo: “Si los niños se unen al narcotráfico y/o consumen alguna droga, no es bronca de la música que escuchan”.


III.

“Estoy seguro de que todos los morritos que vi anoche no tienen la menor idea de lo que se viene porque el mundo luce cada vez más oscuro para todos nosotros, pero especialmente para ellos”, escribí en agosto pasado a propósito del concierto de Natanael Cano en el Estadio Fernando Valenzuela. “Pero qué maravilla fue verlos cantar con más ganas cuando comenzó a arreciar la lluvia, verlos quitarse las camisetas para corear abrazados las canciones de un tipo que encabeza a una generación de intérpretes que cuentan una realidad tan absurda y superficial como la que vivimos.

“Es nada más eso: la música y esta necesidad tan potente de escuchar en vivo lo que te gusta para tener una catarsis que ninguna otra experiencia te da”.

Natanael Cano y Gabito Ballesteros se presentarán en Hermosillo este 1 y 3 de mayo, respectivamente, en el par de tardeadas para menores que tendrán lugar en el Palenque de la ExpoGan.

A los adultos que andemos por ahí no nos vendría nada mal el parar la oreja.


I.

En su documental Bowling for Columbine un afilado Michael Moore señala que el enfoque de por qué tuvo lugar el tiroteo escolar de 1999 en el que dos estudiantes asesinaron a 12 compañeros y un profesor, y que fue conocido para la posteridad como “La masacre de la Escuela Secundaria de Columbine”, apuntó a que los asesinos escuchaban a Marilyn Manson.

“Nuestros niños se habían convertido en algo a lo cual temer”, afirma previamente el director estadounidense de manera sarcástica. “Se habían transformado en pequeños monstruos. ¿Pero quién fue el responsable?”.

El documental muestra a continuación las respuestas de varios “expertos”, entre senadores, periodistas, grupos civiles y religiosos, que apuntaron como responsables a: las películas violentas; South Park; los videojuegos; la televisión; la industria del entretenimiento; Satanás; los dibujos animados; las drogas; y, por supuesto, “la subcultura enojada del heavy metal”.

“Si pudieras hablar con los jóvenes de Columbine, ¿qué les dirías?”, le pregunta Moore a Manson en este punto, a lo cual el cantante le responde tajante: “No les diría ni una sola palabra. Escucharía qué es lo que ellos tienen para decir. Y eso es lo que nadie hizo”.


II.

No tengo la determinación en este momento para intentar hacer un análisis sesudo sobre las implicaciones que tiene para las nuevas generaciones el escuchar corridos tumbados, así que parafrasearé en su lugar un comentario que escribí en mayo del año pasado en una publicación de Facebook que hacía alusión a que se quería prohibir que los más pequeños de casa escucharan a Peso Pluma, en un momento en que el cantante jalisciense estaba irrumpiendo dentro de la industria musical con una fuerza nunca antes vista para un artista mexicano:

“No creo que ver futbol te haga ignorante o jugar videojuegos te haga una persona violenta”, escribí en aquella ocasión [que, por cierto, qué bochorno esto de citarte a ti mismo, pero tengo que entregar este texto antes de las cinco]. “Adjudicar las letras de sus canciones a cierto estrago social se me hace increíblemente reduccionista y francamente ignorante. Es pasar por alto que se trata de un cambio generacional y estamos demasiado viejos para ello, y como no lo entendemos y no somos parte se nos hace más fácil apuntarle con el dedo y juzgarlo. Es formar parte de la misma gente que en su momento estigmatizó y acusó la música de los Rolling Stones, The Beatles y Elvis Presley por supuestamente promover el satanismo y demás perversiones. Es pasar por alto que gran parte del rap y hip hop de los ochenta comparten ciertos tópicos con los corridos mexicanos, como la cultura de la droga y el pintarle el dedo a la policía, pero por alguna razón ellos son grandes artistas y celebramos que se presenten en el Super Bowl, pero nos da pena que Natanael Cano se presente en programas como los de Jimmy Kimmel o en Coachella, porque: 'qué pena que eso nos represente'. Y en todo caso el estilo de vida en los inicios de cualquier infumable rockstar que alguna vez admiramos, respetamos y soñamos con emular no ha de ser muy diferente a la de todos estos cantantes de ahora. Y decir que las nuevas generaciones no tienen pensamiento crítico y son más susceptibles y demás... Quizás deberíamos dejar de tratarlos como idiotas y aprender cómo conectar con ellos y aprender de ellos, porque si hay algo cierto es que los Pesos Plumas les han llegado como ninguno de nosotros ha sabido y eso habla peor de uno y no tanto de estos artistas”.

Una vez más, repitan conmigo: “Si los niños se unen al narcotráfico y/o consumen alguna droga, no es bronca de la música que escuchan”.


III.

“Estoy seguro de que todos los morritos que vi anoche no tienen la menor idea de lo que se viene porque el mundo luce cada vez más oscuro para todos nosotros, pero especialmente para ellos”, escribí en agosto pasado a propósito del concierto de Natanael Cano en el Estadio Fernando Valenzuela. “Pero qué maravilla fue verlos cantar con más ganas cuando comenzó a arreciar la lluvia, verlos quitarse las camisetas para corear abrazados las canciones de un tipo que encabeza a una generación de intérpretes que cuentan una realidad tan absurda y superficial como la que vivimos.

“Es nada más eso: la música y esta necesidad tan potente de escuchar en vivo lo que te gusta para tener una catarsis que ninguna otra experiencia te da”.

Natanael Cano y Gabito Ballesteros se presentarán en Hermosillo este 1 y 3 de mayo, respectivamente, en el par de tardeadas para menores que tendrán lugar en el Palenque de la ExpoGan.

A los adultos que andemos por ahí no nos vendría nada mal el parar la oreja.


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