/ martes 16 de abril de 2024

Arqueología del desencanto | No eres tú (Blur), soy yo (Coachella)

En 1997, un profético Damon Albarn anunciaba en “Death Of A Party” el fin de la inocencia de los acostones de una sola noche, en lo que es considerado uno de los mejores y más oscuros temas en la discografía de Blur.

La canción viene incluida en el álbum homónimo que la banda británica lanzó tan solo dos años antes de que la primera edición del Coachella Valley Music and Arts Festival tuviera lugar en el Empire Polo Club de Indio, California, la cual marcó la inauguración de uno de los festivales más importantes y prestigiosos de todo el mundo, con 23 ediciones en su haber desde entonces.

“The death of the party / Came as no surprise / Why did we bother / Should have stayed away”, canta Albarn al inicio de la canción con la que (en un mundo mejor que el nuestro) Blur debió cerrar su presentación del pasado sábado 13 en el escenario principal de Coachella.

Hubiera sido muy atinado y bellamente simbólico.

En su lugar se despidieron con “Tender”, ese himno de la ruptura sentimental que millones de almas han coreado al unísono alrededor del mundo. Pero no las almas de Coachella.

La presentación de Blur en esta edición sin duda ha sido una de las más comentadas en la historia reciente del festival y quedará marcada por siempre en la carrera de la banda londinense por el notorio desapego de la gran mayoría del público presente, lo que provocó el aparente enfado del vocalista durante su interpretación de “Girls & Boys”, uno de sus sencillos más enérgicos que simplemente no prendió en la noche californiana.

“Pueden hacerlo mejor que eso”, le exclamó a la multitud más tiesa que los delanteros de la Selección Mexicana que no respondía a la invitación de corear su canción. “Nunca nos verán otra vez, así que igual podrían #@$!& cantarla”.

Para ser justos, el público sí se animó cuando llegó “Song 2” y no faltaron los fans incondicionales de primera fila (los menos) que corearon cada tema que fue desfilando durante el set de poco más de una hora y que, entre sus puntos destacados, contó como invitados a los Torres Martinez Cahuilla Bird Singers, banda tradicional de cantos indígenas.

“…además de la inmamabilidad usual del público que suele asistir al festival más fresa y posón del mundo, esto también es prueba de que los gustos cambian y la gente envejece”, escribió en su cuenta de Instagram el crítico de cine Jesús Iglesias.

“Damon tiene 56 años y sus fans son humanos de más de 35 que tal vez ya no tengan como prioridad ponerse coronas de flores y acampar durante tres días en un festival. Ahora sí que, como diría otro bellísimo vejestorio: 'The Times They Are a-Changin'”.

No estoy totalmente de acuerdo: el público que asistió a las presentaciones de Carin León y de Santa Fe Klan eran todo, pero no fresas ni posers.

Definitivamente estoy de acuerdo en que los tiempos han cambiado: hasta este día me sigue maravillando el cartel del Coachella 2007, con Björk, Interpol, The Jesus and Mary Chain, Arctic Monkeys, Red Hot Chili Peppers, Arcade Fire, The Decemberists, Rage Against The Machine, Manu Chao, Air y Happy Mondays como sus headliners, y en letras más chicas Faithless, Of Montreal, Gogol Bordello, Amy Winehouse, Silversun Pickups, Kings of Leon, Blonde Redhead, The Black Keys, The Roots, Kaiser Chiefs, Placebo, The Kooks, Lily Allen, Klaxons, CSS, Ratatat, The Cribs, The Rapture, Justice, LCD Soundsystem, Hot Chip, The Good, The Bad and The Queen (otra banda de Albarn), y más de la crema y nata del rock indie dosmilero.

Carajo, hasta en 2010 Gorillaz fue la banda encargada de cerrar el festival y ya el año pasado Billie Eilish le rindió tributo al grupo animado interpretando “Feel Good Inc.”, acompañada en el escenario por el mismísimo Damon Albarn, a quienes muchos de entre el público y las redes sociales confundieron con el papá de la cantante estadounidense.

(Ironías de la vida: Albarn recién confirmó que el mega hit de Gorillaz lo escribió en 2003 de camino a presentarse con Blur en el mismo festival, impresionado por los molinos de viento del valle californiano).

El chiste se cuenta solo y es harto elocuente.

Sí, Coachella no es lo que era antes, porque ninguno de nosotros lo es: ir a La Verbena un sábado por la noche significa ahora el chutarse a la raza alternativa de Hermosillo, de entre los 20 y 40 años, cantando a todo pulmón “Rosa Pastel” de Belanova. Y puede ser peor, puede ser que las cosas no cambien y en su defecto tengas que chutarte “La Pipa del Abuelo” por enésima vez.

En el fondo sé que Albarn disfrutó de su concierto del pasado sábado, tal y como lo declarara hacia el final de su set, uno en el que nunca dejó de sonreír y de interactuar con el público, aunque de ello haya resultado solo un monólogo.

Y sé que ese “bellísimo vejestorio” ya está esperando con ansias su concierto del siguiente fin de semana mientras yo hago lo propio esperando ver a qué hora anuncian en la ciudad un concierto de Denisse Guerrero y compañía.

En 1997, un profético Damon Albarn anunciaba en “Death Of A Party” el fin de la inocencia de los acostones de una sola noche, en lo que es considerado uno de los mejores y más oscuros temas en la discografía de Blur.

La canción viene incluida en el álbum homónimo que la banda británica lanzó tan solo dos años antes de que la primera edición del Coachella Valley Music and Arts Festival tuviera lugar en el Empire Polo Club de Indio, California, la cual marcó la inauguración de uno de los festivales más importantes y prestigiosos de todo el mundo, con 23 ediciones en su haber desde entonces.

“The death of the party / Came as no surprise / Why did we bother / Should have stayed away”, canta Albarn al inicio de la canción con la que (en un mundo mejor que el nuestro) Blur debió cerrar su presentación del pasado sábado 13 en el escenario principal de Coachella.

Hubiera sido muy atinado y bellamente simbólico.

En su lugar se despidieron con “Tender”, ese himno de la ruptura sentimental que millones de almas han coreado al unísono alrededor del mundo. Pero no las almas de Coachella.

La presentación de Blur en esta edición sin duda ha sido una de las más comentadas en la historia reciente del festival y quedará marcada por siempre en la carrera de la banda londinense por el notorio desapego de la gran mayoría del público presente, lo que provocó el aparente enfado del vocalista durante su interpretación de “Girls & Boys”, uno de sus sencillos más enérgicos que simplemente no prendió en la noche californiana.

“Pueden hacerlo mejor que eso”, le exclamó a la multitud más tiesa que los delanteros de la Selección Mexicana que no respondía a la invitación de corear su canción. “Nunca nos verán otra vez, así que igual podrían #@$!& cantarla”.

Para ser justos, el público sí se animó cuando llegó “Song 2” y no faltaron los fans incondicionales de primera fila (los menos) que corearon cada tema que fue desfilando durante el set de poco más de una hora y que, entre sus puntos destacados, contó como invitados a los Torres Martinez Cahuilla Bird Singers, banda tradicional de cantos indígenas.

“…además de la inmamabilidad usual del público que suele asistir al festival más fresa y posón del mundo, esto también es prueba de que los gustos cambian y la gente envejece”, escribió en su cuenta de Instagram el crítico de cine Jesús Iglesias.

“Damon tiene 56 años y sus fans son humanos de más de 35 que tal vez ya no tengan como prioridad ponerse coronas de flores y acampar durante tres días en un festival. Ahora sí que, como diría otro bellísimo vejestorio: 'The Times They Are a-Changin'”.

No estoy totalmente de acuerdo: el público que asistió a las presentaciones de Carin León y de Santa Fe Klan eran todo, pero no fresas ni posers.

Definitivamente estoy de acuerdo en que los tiempos han cambiado: hasta este día me sigue maravillando el cartel del Coachella 2007, con Björk, Interpol, The Jesus and Mary Chain, Arctic Monkeys, Red Hot Chili Peppers, Arcade Fire, The Decemberists, Rage Against The Machine, Manu Chao, Air y Happy Mondays como sus headliners, y en letras más chicas Faithless, Of Montreal, Gogol Bordello, Amy Winehouse, Silversun Pickups, Kings of Leon, Blonde Redhead, The Black Keys, The Roots, Kaiser Chiefs, Placebo, The Kooks, Lily Allen, Klaxons, CSS, Ratatat, The Cribs, The Rapture, Justice, LCD Soundsystem, Hot Chip, The Good, The Bad and The Queen (otra banda de Albarn), y más de la crema y nata del rock indie dosmilero.

Carajo, hasta en 2010 Gorillaz fue la banda encargada de cerrar el festival y ya el año pasado Billie Eilish le rindió tributo al grupo animado interpretando “Feel Good Inc.”, acompañada en el escenario por el mismísimo Damon Albarn, a quienes muchos de entre el público y las redes sociales confundieron con el papá de la cantante estadounidense.

(Ironías de la vida: Albarn recién confirmó que el mega hit de Gorillaz lo escribió en 2003 de camino a presentarse con Blur en el mismo festival, impresionado por los molinos de viento del valle californiano).

El chiste se cuenta solo y es harto elocuente.

Sí, Coachella no es lo que era antes, porque ninguno de nosotros lo es: ir a La Verbena un sábado por la noche significa ahora el chutarse a la raza alternativa de Hermosillo, de entre los 20 y 40 años, cantando a todo pulmón “Rosa Pastel” de Belanova. Y puede ser peor, puede ser que las cosas no cambien y en su defecto tengas que chutarte “La Pipa del Abuelo” por enésima vez.

En el fondo sé que Albarn disfrutó de su concierto del pasado sábado, tal y como lo declarara hacia el final de su set, uno en el que nunca dejó de sonreír y de interactuar con el público, aunque de ello haya resultado solo un monólogo.

Y sé que ese “bellísimo vejestorio” ya está esperando con ansias su concierto del siguiente fin de semana mientras yo hago lo propio esperando ver a qué hora anuncian en la ciudad un concierto de Denisse Guerrero y compañía.

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