/ lunes 29 de abril de 2024

ElCrítico21 | Desafiantes: Donde juegan dos, juegan tres

La cancha de tenis, el llamado “deporte blanco”, resulta muy atractivo para la ficción cinematográfica. Más allá de la competencia, se explora ambición, pasión y poder.

De eso va Desafiantes (Luca Guadagdino, 2024), intenso melodrama que usa raquetas y arcilla para mostrar como evoluciona, a través del tiempo, la relación amorosa entre tres personajes centrales. Esto no sucede de forma lineal, sino entre saltos de pasado y presente que ayudarán al espectador a construir la historia agregando con esto un claro sentido de interés.

La narrativa en Desafiantes es la siguiente. Art (Mike Faist) es un destacado tenista profesional, primero en los rankings mundiales y figura relevante para marcas de lujo. Tashi (Zendaya), su pareja, fue una fuerte promesa en el mismo campo, pero una seria lesión la alejó de los torneos, por lo que ahora es la entrenadora de Art.

Cuando Art empieza a presentar baches en su carrera, Tashi lo alienta a empezar de nuevo en competencias de challengers —de ahí la cinta toma, en un primer sentido su título— donde se encontrara con Patrick (Josh O’Connor), talento en desgracia, estrella sin un quinto: el joven no tiene ni para pagarse una noche de hotel.

Y en ese momento inicia la apuesta de Desafiantes. Con maestría singular descubrimos, en el ayer, que la relación tiene un contexto especial. Art y Patrick, inseparables, conocen por primera vez a Tashi y comienzan un juego erótico y pasional entre tácticas y actitudes de una competencia deportiva: imaginación, perseverancia y disciplina.

Por supuesto, Tashi, seductora, manipuladora e inteligente, extenderá su propia red con la plena conciencia de que, detrás de ese triángulo, se esconde una irresistible atracción entre Art y Patrick.

Desafiantes aprovecha al máximo el lenguaje cinematográfico para contar este relato. Cuenta con una muy buena banda sonora, emplea objetos como símbolos y recrea los encuentros deportivos a través del lente activo, ágil y en preciso movimiento.

El sexo y el erotismo han vuelto a las salas cinematográficas. Desafiantes aprovecha sus recursos para crear una secuencia memorable de pasión – el primer menage entre los protagonistas – con lo que es posible construir la identidad de esta producción: es provocadora, brillante y, sobre todo, muy divertida / pervertida.

Desafiantes, a través de un argumento que presenta diálogos agudos e imágenes desboradantes de deseo, muestra la posibilidad de ver a la mujer como el objeto más activo del deseo, lejos de ser —como aún se presencia— la víctima de los devaneos y extravagancias del macho.

La rivalidad en el terreno del juego convertida en tensión sexual. El ansia de triunfo será entonces el impulso que lleva a la conquista amorosa: en la cama se nos puede ser entregada la máxima presea del placer. Y en el campo del deseo y la represión, la pelota siempre está en el centro.

Qué leer antes o después de la función

El tenis como experiencia religiosa de David Foster Wallace. El tenis es el deporte favorito del autor. Y en este libro de ensayos, Foster Wallace describe la perfección y la belleza del US Open y, sobre todo, acerca del juego de Roger Federer, donde el autor equipara la habilidad del deportista con una experiencia religiosa.


La cancha de tenis, el llamado “deporte blanco”, resulta muy atractivo para la ficción cinematográfica. Más allá de la competencia, se explora ambición, pasión y poder.

De eso va Desafiantes (Luca Guadagdino, 2024), intenso melodrama que usa raquetas y arcilla para mostrar como evoluciona, a través del tiempo, la relación amorosa entre tres personajes centrales. Esto no sucede de forma lineal, sino entre saltos de pasado y presente que ayudarán al espectador a construir la historia agregando con esto un claro sentido de interés.

La narrativa en Desafiantes es la siguiente. Art (Mike Faist) es un destacado tenista profesional, primero en los rankings mundiales y figura relevante para marcas de lujo. Tashi (Zendaya), su pareja, fue una fuerte promesa en el mismo campo, pero una seria lesión la alejó de los torneos, por lo que ahora es la entrenadora de Art.

Cuando Art empieza a presentar baches en su carrera, Tashi lo alienta a empezar de nuevo en competencias de challengers —de ahí la cinta toma, en un primer sentido su título— donde se encontrara con Patrick (Josh O’Connor), talento en desgracia, estrella sin un quinto: el joven no tiene ni para pagarse una noche de hotel.

Y en ese momento inicia la apuesta de Desafiantes. Con maestría singular descubrimos, en el ayer, que la relación tiene un contexto especial. Art y Patrick, inseparables, conocen por primera vez a Tashi y comienzan un juego erótico y pasional entre tácticas y actitudes de una competencia deportiva: imaginación, perseverancia y disciplina.

Por supuesto, Tashi, seductora, manipuladora e inteligente, extenderá su propia red con la plena conciencia de que, detrás de ese triángulo, se esconde una irresistible atracción entre Art y Patrick.

Desafiantes aprovecha al máximo el lenguaje cinematográfico para contar este relato. Cuenta con una muy buena banda sonora, emplea objetos como símbolos y recrea los encuentros deportivos a través del lente activo, ágil y en preciso movimiento.

El sexo y el erotismo han vuelto a las salas cinematográficas. Desafiantes aprovecha sus recursos para crear una secuencia memorable de pasión – el primer menage entre los protagonistas – con lo que es posible construir la identidad de esta producción: es provocadora, brillante y, sobre todo, muy divertida / pervertida.

Desafiantes, a través de un argumento que presenta diálogos agudos e imágenes desboradantes de deseo, muestra la posibilidad de ver a la mujer como el objeto más activo del deseo, lejos de ser —como aún se presencia— la víctima de los devaneos y extravagancias del macho.

La rivalidad en el terreno del juego convertida en tensión sexual. El ansia de triunfo será entonces el impulso que lleva a la conquista amorosa: en la cama se nos puede ser entregada la máxima presea del placer. Y en el campo del deseo y la represión, la pelota siempre está en el centro.

Qué leer antes o después de la función

El tenis como experiencia religiosa de David Foster Wallace. El tenis es el deporte favorito del autor. Y en este libro de ensayos, Foster Wallace describe la perfección y la belleza del US Open y, sobre todo, acerca del juego de Roger Federer, donde el autor equipara la habilidad del deportista con una experiencia religiosa.