Debo de reconocer que unas de las reglas por excelencia de AMLO para organizar y desarrollar un movimiento social, no fue, como alguien lo pudo haber imaginado, lo político-electoral. No, fue la observación de los pobres… sí, la tan angustiada y desesperada realidad de los que menos tienen, así como la urgencia de progreso a lo básico, el alimento.
Una forma audaz de considerarlos sin ambages fueron las decisiones colectivas, esas que se dan directa y sin vacilación. Luego entonces, se imprimía a ese reclamo por la vida digna la posibilidad de ser escuchados a través de un movimiento sin burocracia, que nacido del pueblo fijaría sus aspiraciones en los sueños de los propios, los de a pie… sabiduría popular que encierra mitos y leyendas que en su mayoría son superadas por la realidad.
AMLO conoce la historia de México, justo ahí, ha encontrado destino y futuro, inspiración de no repetir procesos históricos locuaces y sin sentido, y proclamar la real revolución ilustrada, que se ve en un espejo de matices, lo realmente urgente e importante, el derecho a una vida mejor.
Como ya se sabe, un verdadero gobierno de izquierda es el que logra acotar y regular la voracidad del poder económico (empresas, corporaciones, bancos, mercados) y promueve, estimula y consolida el poder social, es decir, a las comunidades, cooperativas, sindicatos, gremios, uniones ciudadanas, etcétera. Ello significa que el poder político (gobiernos y sus partidos) tiene la capacidad de autorreducirse para trasladar su poder burocrático a los ciudadanos organizados.
A la mitad de su camino, la 4T tiene programas que van en el sentido de apuntalar el poder social (Sembrando Vida o Educación para el Bienestar). Pero hablemos de casos específicos: Energía. En días pasados una excelente noticia recorrió el mundo. Por primera vez en la historia una región entera, el Sur de Australia, llegó a demanda cero de energía fósil. ¿Cómo se logró? Mediante la instalación de energía solar en 96% de los tejados de casas y edificios, más algunos pequeños generadores. Esto se llama “democracia energética”. En vez de buscar la reconversión hacia energías renovables mediante las gigantescas centrales solares y eólicas de empresas o gobiernos, se privilegian los diseños de pequeña escala (doméstica y por unidades habitacionales) que empoderan a ciudadanos y familias.
Y esta es justo la idea del programa pionero Ciudad Solar que lleva a cabo el Gobierno de la Ciudad de México de manera virtuosa, en combinación con bancos, iniciativas e instituciones nacionales e internacionales. El programa busca capacitar a mil técnicos para instalar sistemas fotovoltaicos y de calentamiento solar de agua. Las metas: 154 mil viviendas y comercios con calentadores solares y 10 mil Mipymes y hogares y 300 edificios públicos, más otros proyectos de mediana escala.
¿Qué espera la 4T para reproducir este esquema en todo el país?
Más dinero… Una cosa es apoyar empresas (con patrones y asalariados) y otra, cooperativas (donde todos son socios). El futuro del mundo sólo es factible transformando (súbita o gradualmente) las empresas monopólicas, por cooperativas ecológicas, sociales y solidarias. ¿Qué espera la 4T para corregir esta inexplicable pifia? Gobernanza.
Cada vez menos creen en esa ficción llamada democracia representativa, electoral o institucional que no es sino la fórmula que por siglos ha servido para justificar el contubernio obsceno entre el poder económico (el capital y sus mercados) y el poder político (los gobiernos y sus partidos de derecha, centro e izquierda). Se trata de una estructura obsoleta condenada a ser sustituida por una “democracia desde abajo”, participativa, radical y directa.
Todo eso y más vio el hoy presidente López Obrador, para recrear una realidad protegida y alterna, que pusiera en el centro de las cosas importantes a los olvidados, que hiciera visibles al único segmento de la población que se multiplicaba como virus mutable y altamente contagioso.
Hoy, seguramente AMLO reconoce que falta mucho, 3 ó 4 generaciones; todo para pensar en una salida lo seguramente sólida que lograse imaginar el progreso y desarrollo.
Morena y su creación ha puesto en los pobres nombres y apellidos, les ha visto y contemplado, y con ello, ha dado paso a un movimiento que permanecerá por mucho, no por infalible, sino por sui géneris. Nos vemos la próxima.
Hasta entonces.