/ viernes 19 de agosto de 2022

Colección privada | El mal presagio de la violencia…

En días recientes supimos de hechos violentos perpetrados por grupos de la delincuencia organizada en el Norte del país —en Chihuahua con pérdidas de inocentes— en el resto de los estados con saldo blanco.

Mientas hay voces que le llaman terrorismo, otros, chantajes delictivos —a propósito de los duros golpes que se han llevado algunas de las células delictivas, viendo encarcelados a sus liderazgos, o mermadas sus finanzas con cuentas congeladas y acciones de inteligencia financiera— lo cierto es que no se puede negar la percepción de violencia cada vez más descarada, en puntos neurálgicos del país y sus capitales.

Para la gente de a pie, los tecnicismos salen sobrando, lejos de la precisión rigurosa del periodismo todoterreno, o el mensaje oficial, lo que se vivió en días pasados no se puede pasar por alto. Lo que sí es un hecho, es el contexto en el que se registran las bravuconerías y el descaro de enfrentar a la autoridad.

El Estado mexicano pierde, ante la oportunidad velada, de hacer lo correcto y de manera orquestada. La aparente ausencia del Estado de Derecho en cualquiera de sus manifestaciones, pone en entredicho la expectativa de gobierno y objetivos finales… urge revisar el mensaje oficial, porque alguien lo está confundiendo. “Abrazos no balazos” sólo era una parte del plan, no el modus operandi. Con todo, las confrontaciones entre cárteles con presencia regional han dominado la esfera nacional. Resulta por eso pertinente, acotar y dimensionar de manera técnica, el alcance real de lo que se vivió.

Aquí algo de historia; el término TERRORISMO se acuñó originalmente para designar atentados perpetrados por grupos anarquistas —o por anarquistas aislados— en la Europa de finales del siglo XIX y principios del XX. En épocas posteriores, el adjetivo se aplicó a acciones violentas realizadas al calor de las más diversas causas: movimientos independentistas, separatistas y nacionalistas, agrupaciones de extrema izquierda y de extrema derecha…

En Estados Unidos el terrorismo de los supremacistas y de los racistas estuvo durante décadas entre las principales amenazas a la seguridad pública, hasta que, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, el entonces presidente George W. Bush proclamó el inicio de una guerra “contra el terrorismo global” de matriz fundamentalista, una estrategia que se tradujo en una trágica disminución de los derechos y libertades ciudadanas y en masivas violaciones a los derechos humanos en diversos países de Europa, Asia, África y también, por supuesto, en el propio territorio estadounidense.

El Departamento de Estado elaboró una lista perfectamente arbitraria y cargada de fobias ideológicas de “países que fomentan el terrorismo”, lista que, si se revisan los asesinatos, atentados y bombardeos perpetrados por sucesivos ocupantes de la Casa Blanca en muchas latitudes, debiera incluir al propio Washington. A diferencia de las organizaciones y causas enumeradas, a los cárteles mexicanos no los mueve una definición política o ideológica y no pugnan por un proyecto de sociedad sino, simplemente, por neutralizar a sus adversarios y por hacerse con el máximo margen posible de ganancias. Colgarles el mote de “terroristas” no sólo significaría otorgarles un reconocimiento a todas luces disparatado e indeseable, sino que implicaría reformular la estrategia de seguridad en curso para hacer frente a una amenaza de primer orden a la seguridad nacional, lo que llevaría, eso sí, al recorte de las garantías individuales y las libertades. En México no hay terrorismo, parece que sólo curva de aprendizaje…

Tatiana y Marcelo, van a negociar…

Puedo decir que es falso, que el Gobierno de México está considerando retirarse del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, a raíz de los desacuerdos, las controversias, en el tema de la energía y otros.

Según nuestras fuentes de Colección Privada, para nada, muy lejos de la realidad. Van a Washington pero a negociar; Ebrard y la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, tienen la encomienda de evitar un arbitraje potencialmente costoso para el país. Tatiana y Ebrard no son de la línea dura de izquierda del equipo de Andés Manuel, y esa es otra señal positiva al arranque de las conversaciones.

Por otro lado, no hay que espantarse. Habrá muchos, muchísimos litigios con Estados Unidos y Canadá en el futuro, para eso es el tratado, para resolverlos con el diálogo. Nos vemos la próxima.

Hasta entonces.


En días recientes supimos de hechos violentos perpetrados por grupos de la delincuencia organizada en el Norte del país —en Chihuahua con pérdidas de inocentes— en el resto de los estados con saldo blanco.

Mientas hay voces que le llaman terrorismo, otros, chantajes delictivos —a propósito de los duros golpes que se han llevado algunas de las células delictivas, viendo encarcelados a sus liderazgos, o mermadas sus finanzas con cuentas congeladas y acciones de inteligencia financiera— lo cierto es que no se puede negar la percepción de violencia cada vez más descarada, en puntos neurálgicos del país y sus capitales.

Para la gente de a pie, los tecnicismos salen sobrando, lejos de la precisión rigurosa del periodismo todoterreno, o el mensaje oficial, lo que se vivió en días pasados no se puede pasar por alto. Lo que sí es un hecho, es el contexto en el que se registran las bravuconerías y el descaro de enfrentar a la autoridad.

El Estado mexicano pierde, ante la oportunidad velada, de hacer lo correcto y de manera orquestada. La aparente ausencia del Estado de Derecho en cualquiera de sus manifestaciones, pone en entredicho la expectativa de gobierno y objetivos finales… urge revisar el mensaje oficial, porque alguien lo está confundiendo. “Abrazos no balazos” sólo era una parte del plan, no el modus operandi. Con todo, las confrontaciones entre cárteles con presencia regional han dominado la esfera nacional. Resulta por eso pertinente, acotar y dimensionar de manera técnica, el alcance real de lo que se vivió.

Aquí algo de historia; el término TERRORISMO se acuñó originalmente para designar atentados perpetrados por grupos anarquistas —o por anarquistas aislados— en la Europa de finales del siglo XIX y principios del XX. En épocas posteriores, el adjetivo se aplicó a acciones violentas realizadas al calor de las más diversas causas: movimientos independentistas, separatistas y nacionalistas, agrupaciones de extrema izquierda y de extrema derecha…

En Estados Unidos el terrorismo de los supremacistas y de los racistas estuvo durante décadas entre las principales amenazas a la seguridad pública, hasta que, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, el entonces presidente George W. Bush proclamó el inicio de una guerra “contra el terrorismo global” de matriz fundamentalista, una estrategia que se tradujo en una trágica disminución de los derechos y libertades ciudadanas y en masivas violaciones a los derechos humanos en diversos países de Europa, Asia, África y también, por supuesto, en el propio territorio estadounidense.

El Departamento de Estado elaboró una lista perfectamente arbitraria y cargada de fobias ideológicas de “países que fomentan el terrorismo”, lista que, si se revisan los asesinatos, atentados y bombardeos perpetrados por sucesivos ocupantes de la Casa Blanca en muchas latitudes, debiera incluir al propio Washington. A diferencia de las organizaciones y causas enumeradas, a los cárteles mexicanos no los mueve una definición política o ideológica y no pugnan por un proyecto de sociedad sino, simplemente, por neutralizar a sus adversarios y por hacerse con el máximo margen posible de ganancias. Colgarles el mote de “terroristas” no sólo significaría otorgarles un reconocimiento a todas luces disparatado e indeseable, sino que implicaría reformular la estrategia de seguridad en curso para hacer frente a una amenaza de primer orden a la seguridad nacional, lo que llevaría, eso sí, al recorte de las garantías individuales y las libertades. En México no hay terrorismo, parece que sólo curva de aprendizaje…

Tatiana y Marcelo, van a negociar…

Puedo decir que es falso, que el Gobierno de México está considerando retirarse del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, a raíz de los desacuerdos, las controversias, en el tema de la energía y otros.

Según nuestras fuentes de Colección Privada, para nada, muy lejos de la realidad. Van a Washington pero a negociar; Ebrard y la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, tienen la encomienda de evitar un arbitraje potencialmente costoso para el país. Tatiana y Ebrard no son de la línea dura de izquierda del equipo de Andés Manuel, y esa es otra señal positiva al arranque de las conversaciones.

Por otro lado, no hay que espantarse. Habrá muchos, muchísimos litigios con Estados Unidos y Canadá en el futuro, para eso es el tratado, para resolverlos con el diálogo. Nos vemos la próxima.

Hasta entonces.


ÚLTIMASCOLUMNAS