Sobre el caso de Cienfuegos, me parece que el daño a la imagen del Ejército y a la del país, estaban a la vista. ¿Sumisión para no contradecir a la agencia de un país vecino o defensa de la imagen del país y de una institución afectada por una acusación absurda? Salvo que la DEA tenga “otros datos”, lo que hasta ahora se ha presentado es caricaturesco, por decir lo menos.
En algún momento de las grabaciones telefónicas, el lugarteniente, quien ahora desea acogerse al procedimiento de testigo informante de la DEA para reducir la pena, refiere que el militar al que está corrompiendo aparece en la televisión; era Cienfuegos. Es realmente el único dato “sólido” que incrimina al ex secretario de la Defensa. De ese tamaño.
Las expresiones del Presidente en la mañanera acusando a la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) de intervencionista y abusiva y al convertir un tema judicial a uno de soberanía nacional, fue lo más astuto y audaz que de lo que se tenga memoria de un gobierno mexicano frente de otro. Ciertamente el sospechosismo no beneficia a nadie, pero la primera piedra ya estaba lanzada —sin tino—.
Con todo, fue importante mostrar que eran infundadas las graves acusaciones sobre el más alto rango de las Fuerzas Armadas.
El hecho de que el responsable de la seguridad y la defensa del país estuviera a sueldo del crimen organizado, perjudicaba seriamente la legitimidad del Estado mexicano. La rapidez con la que la fiscalía condujo la investigación para exonerarlo, es sumamente simbólico; fortalece la idea de la República y evidencia el necesario poder de las instituciones.
Luego entonces, la Fiscalía General de la República (FGR) anunció que promoverá un juicio contra la (DEA), por su caso contra el ex jefe del Ejército Salvador Cienfuegos. Lo dijo así: “Vamos a ir a juicio y este juicio no lo vamos a llevar nada más en México, este es un asunto de carácter internacional, y lo vamos a llevar a los niveles que tengamos que llevarlos porque esto es un linchamiento”. ¿sed de venganza, justicia o cortina de humo? Saque sus conclusiones.
Algunos consideran que la actitud de AMLO es una declaración de amor hacia las Fuerzas Armadas, el aliado político más importante de su gobierno. Otros explican esta reacción de indignación y molestia, como una estrategia calculada para fortalecer la posición de México en la reformulación de relaciones entre nuestro país y el nuevo gobierno de Biden.
Quizás, aunque podría parecer que gritarle a un vecino tan poderoso para ablandarlo es una apuesta de altísimo riesgo, apelar a la soberanía frente a un poderoso, siempre ha otorgado grandes dividendos al poder en turno a lo largo de la historia política de los pueblos. Yo digo, que la reacción del Presidente obedece únicamente, a la indignación que provoca la desafortunada actitud de una agencia extranjera, excedida en un intervencionismo que había que detener de una vez por todas; mandando la mejor de las señales, ALTO.
El buen perfil…
Lo de hoy no son los partidos políticos sino los candidatos, pues bueno, si el perfil será lo fundamental, concentrémonos en eso y dejemos los fuegos artificiales para una mejor ocasión.
En Sonora como en el mundo, hay que volver a concebir la tarea de un político como la de un servidor del Estado y no miembro de una “casta”. Y como tal, mencionaremos ciertos perfiles que deberían de estar o repetir en la boleta electoral y que a nuestro juicio y después de sondeos de opinión, resultan atrayentes más allá del color ideológico: Zaira Fernández, Ely Sallard, Karina Zárate, Pascual Soto, Irma Terán, Ramón Flores, Lorenia Valles, Ricardo Bours, “Toño” Astiazarán, Alfonso Durazo, Cervando Flores, Alfonso Canaan, “Negro” Saldaña, Raúl Sánchez Almeida, Tony Gallardo Galaz, Javier Lamarque, Emeterio Ochoa, Luis Mario Rivera, Jesús Urbina, entre otros que mencionaremos en otra entrega.
En los últimos años el cordón umbilical entre el ciudadano y sus representantes se ha roto; desde el momento que los parlamentarios son, de hecho, “nombrados” con línea, por cúpulas partidistas ajenas al exterior, responden a intereses oscuros. ¿La solución? un mayor conocimiento de los candidatos.
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Es oportuno entonces, que la nueva generación de políticos necesite conjuntar tres cualidades; compromiso moral, humildad y vocación. Desearlo pareciera necesidad, para algunos soñar con los ojos abiertos, pero es también el mejor deseo que se pueda tener para sí mismo, elevar el bien común.
Nos vemos la próxima.
Hasta entonces.