/ jueves 9 de enero de 2020

El faro | La tecnología amenaza la supervivencia de nuestra especie

La antropología, entre otras cosas, comprende los mecanismos de las relaciones humanas y el papel que desempeñan en nuestra vida diaria. Nuestra sociabilidad se encuentra en el centro mismo de lo que significa ser humano; somos testigo del amor entre padres e hijos, el sentido de pertenencia a equipos deportivos y la camaradería en el ejército.

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Pero con la aparición de las redes sociales, y más recientemente la inteligencia artificial, existe un impacto relevante en cómo funcionan nuestras relaciones sociales y los beneficios esenciales que obtenemos de ellas.

Atendiendo un poco a la Pirámide de Maslow, después del agua, la comida y el refugio, la influencia más poderosa en nuestra salud y felicidad es la fuerza de nuestras conexiones sociales. Nuestras relaciones con amigos, familiares y colegas destacan para nuestra vida emocional, esto a través de un complejo conjunto de adaptaciones neurológicas, psicológicas, genéticas y conductuales. Conexiones sociales débiles o disfuncional puede tener profundas consecuencias negativas en nuestra salud mental y física, e incluso puede influir en la salud mental futura de los niños si experimentan un trauma durante las etapas clave de su desarrollo.

Mark Zuckerberg, menciono que nuestra red social promedia alrededor de 150 personas, organizados en una serie de círculos concéntricos a nuestro alrededor. Los más cercanos a nosotros están en el centro; nuestro mejor amigo, pareja, hijos o padres. Más allá de esto, los círculos aumentan hacia afuera hasta el borde de nuestra red de conocidos. El tamaño de nuestra red está limitado por la cantidad de tiempo que dedicamos a mantener nuestras relaciones y por el alcance de la capacidad y entrega de nuestra mente para hacer un seguimiento de quién nos debe un favor, quién desafía nuestra confianza o quién necesita un poco de atención.

En la última década el tema de las relaciones interpersonales y sus estudios han aumentado a raíz de la gran importancia que estas tienen para la salud de las personas. Hay evidencia clara de que la calidad y el tamaño de su red social es el factor más importante en su salud, felicidad, satisfacción con la vida y longevidad. La investigación realizada en 2010, realizada por Julianne Holt-Lunstad en la Universidad Brigham Young, concluyó que la naturaleza de nuestras relaciones incluso tiene un impacto en nuestra susceptibilidad a las enfermedades y el riesgo de muerte, y es tan poderosa que solo es superada por fumar.

Infortunadamente las redes sociales digitales (como las conocemos hoy en día) conllevan altos costos, particularmente en términos de salud mental. Estudio tras estudio ha confirmado un vínculo entre la naturaleza del uso de las redes sociales y el aumento de las tasas de depresión, ansiedad, autolesiones y trastornos alimenticios.

En parte, estos costos son la consecuencia de mantener nuestras relaciones a distancia, eliminando los considerables beneficios de salud y supervivencia que pueden otorgar en persona. De hecho, al vivir nuestras vidas en línea, estamos perjudicando nuestros poderosos cerebros sociales, los cuales han evolucionado para funcionar en un mundo de contacto personal regular.

Reconocer la importancia de la interacción humana real no es ser un ludita; más bien se trata de exigir una visión más sofisticada de cómo la tecnología realmente nos puede ayudar y cómo los costos pueden y deben ser evitados.

Los humanos son notables por su innovación. Somos capaces de construir sobre la inventiva de generaciones anteriores de una manera que impulsa una tasa exponencial de desarrollo tecnológico. Pero la tecnología reciente puede estar desarrollándose tan rápido que los procesos neurológicos complejos y críticos en los que confiamos para el bienestar simplemente no pueden evolucionar lo suficientemente rápido. Nuestra evolución tecnológica está superando nuestra evolución biológica.

No podemos retrasar el reloj en las redes sociales, pero debemos considerarlo seriamente ya que si no hacemos algo, nuestra salud, nuestra supervivencia e incluso nuestra propia humanidad podrían estar en riesgo.

Nuestro futuro es una carrera entre el creciente poder de nuestra tecnología y la sabiduría con la que la usamos. Asegurémonos de que la sabiduría gane.

- Stephen Hawking, 2018

David Martínez. RMR Consultores Innovación Disruptiva.

La antropología, entre otras cosas, comprende los mecanismos de las relaciones humanas y el papel que desempeñan en nuestra vida diaria. Nuestra sociabilidad se encuentra en el centro mismo de lo que significa ser humano; somos testigo del amor entre padres e hijos, el sentido de pertenencia a equipos deportivos y la camaradería en el ejército.

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Pero con la aparición de las redes sociales, y más recientemente la inteligencia artificial, existe un impacto relevante en cómo funcionan nuestras relaciones sociales y los beneficios esenciales que obtenemos de ellas.

Atendiendo un poco a la Pirámide de Maslow, después del agua, la comida y el refugio, la influencia más poderosa en nuestra salud y felicidad es la fuerza de nuestras conexiones sociales. Nuestras relaciones con amigos, familiares y colegas destacan para nuestra vida emocional, esto a través de un complejo conjunto de adaptaciones neurológicas, psicológicas, genéticas y conductuales. Conexiones sociales débiles o disfuncional puede tener profundas consecuencias negativas en nuestra salud mental y física, e incluso puede influir en la salud mental futura de los niños si experimentan un trauma durante las etapas clave de su desarrollo.

Mark Zuckerberg, menciono que nuestra red social promedia alrededor de 150 personas, organizados en una serie de círculos concéntricos a nuestro alrededor. Los más cercanos a nosotros están en el centro; nuestro mejor amigo, pareja, hijos o padres. Más allá de esto, los círculos aumentan hacia afuera hasta el borde de nuestra red de conocidos. El tamaño de nuestra red está limitado por la cantidad de tiempo que dedicamos a mantener nuestras relaciones y por el alcance de la capacidad y entrega de nuestra mente para hacer un seguimiento de quién nos debe un favor, quién desafía nuestra confianza o quién necesita un poco de atención.

En la última década el tema de las relaciones interpersonales y sus estudios han aumentado a raíz de la gran importancia que estas tienen para la salud de las personas. Hay evidencia clara de que la calidad y el tamaño de su red social es el factor más importante en su salud, felicidad, satisfacción con la vida y longevidad. La investigación realizada en 2010, realizada por Julianne Holt-Lunstad en la Universidad Brigham Young, concluyó que la naturaleza de nuestras relaciones incluso tiene un impacto en nuestra susceptibilidad a las enfermedades y el riesgo de muerte, y es tan poderosa que solo es superada por fumar.

Infortunadamente las redes sociales digitales (como las conocemos hoy en día) conllevan altos costos, particularmente en términos de salud mental. Estudio tras estudio ha confirmado un vínculo entre la naturaleza del uso de las redes sociales y el aumento de las tasas de depresión, ansiedad, autolesiones y trastornos alimenticios.

En parte, estos costos son la consecuencia de mantener nuestras relaciones a distancia, eliminando los considerables beneficios de salud y supervivencia que pueden otorgar en persona. De hecho, al vivir nuestras vidas en línea, estamos perjudicando nuestros poderosos cerebros sociales, los cuales han evolucionado para funcionar en un mundo de contacto personal regular.

Reconocer la importancia de la interacción humana real no es ser un ludita; más bien se trata de exigir una visión más sofisticada de cómo la tecnología realmente nos puede ayudar y cómo los costos pueden y deben ser evitados.

Los humanos son notables por su innovación. Somos capaces de construir sobre la inventiva de generaciones anteriores de una manera que impulsa una tasa exponencial de desarrollo tecnológico. Pero la tecnología reciente puede estar desarrollándose tan rápido que los procesos neurológicos complejos y críticos en los que confiamos para el bienestar simplemente no pueden evolucionar lo suficientemente rápido. Nuestra evolución tecnológica está superando nuestra evolución biológica.

No podemos retrasar el reloj en las redes sociales, pero debemos considerarlo seriamente ya que si no hacemos algo, nuestra salud, nuestra supervivencia e incluso nuestra propia humanidad podrían estar en riesgo.

Nuestro futuro es una carrera entre el creciente poder de nuestra tecnología y la sabiduría con la que la usamos. Asegurémonos de que la sabiduría gane.

- Stephen Hawking, 2018

David Martínez. RMR Consultores Innovación Disruptiva.