/ jueves 4 de junio de 2020

Lo digo como es | ¿Qué nos pasa?

La muerte de una persona que se ha dedicado a alguna actividad de carácter público, ya sea desde las artes, las letras, la cultura e incluso desde la política, es motivo para recapitular las aportaciones que ese individuo hizo.

En el caso de Héctor Suárez no fue la excepción. Desde conocerse su fallecimiento ayer una serie de expresiones favorables (por lo menos no me ha tocado enterarme de alguna en contra) se dejaron notar a través de los diversos medios y herramientas por parte de personajes de la vida artística, cultural, política y también —muy importante— del público que siguió su carrera.

ACCEDE A NUESTRA EDICIÓN DIGITAL EN UN SOLO LUGAR Y DESDE CUALQUIER DISPOSITIVO ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!

Héctor Suárez fue sin duda un hombre de talento capaz de provocar la carcajada y dejar en el espectador sutiles o francas semillas para alimentar una visión crítica del acontecer social y político; para ver a quienes toman decisiones y también ¿Por qué no? Para vernos en nuestras actuaciones quienes estamos en el sector de los gobernados.

Sus personajes reflejaban los más variados roles: el del Secretario que se envuelve en su retórica, el hombre macho que llega ninguneando a la mujer que tiene por esposa o El mil usos y sus tantos avatares de la clase pobre que personificaba y que en sí misma constituía la crítica al sistema que ha provocado tanta desigualdad. El Flanagan y su característico “Queremos rock” porque sus deseos y visión era lo único que contaba. Cómo olvidar al buen Tomás que siempre hacía enojar a su madre con las típicas expresiones en doble sentido. Las teclas de la sátira política no podían estar fuera de las tantas que tocaron sus personajes. La señora presidenta y Don Justo Verdad tuvieron particularmente esa función.

En fin, puesto que podría seguir con referencias al trabajo de Héctor Suárez y sus personajes, pero sin temor a equivocarnos su “No hay” recoge las actitudes de cientos de nosotros cuando nos arropamos de mediocridad y dejamos que la pereza intelectual o el sacarle la vuelta al trabajo físico, sea lo que en ese momento domine nuestras vidas. Y ¿Qué nos pasa? ¿No es acaso una pregunta que frecuentemente lanzamos en voz alta o para nosotros mismos ante la ausencia de respuestas convincentes que nos expliquen o justifiquen el porqué estamos como estamos? yo en lo particular me quedo con una de tantas entrevistas en las que el actor instaba a manifestarnos, a reclamar mejores servicios y decisiones políticas más acertadas; me quedo con el reto que lanzaba en esa entrevista para que seamos valientes en la expresión de nuestras opiniones y no nos escondamos tras las faldas de la multitud y en este tiempo de redes sociales diría yo: en el fácil y cobarde anonimato.

www.soledaddurazo.com

@SoledadDurazo


La muerte de una persona que se ha dedicado a alguna actividad de carácter público, ya sea desde las artes, las letras, la cultura e incluso desde la política, es motivo para recapitular las aportaciones que ese individuo hizo.

En el caso de Héctor Suárez no fue la excepción. Desde conocerse su fallecimiento ayer una serie de expresiones favorables (por lo menos no me ha tocado enterarme de alguna en contra) se dejaron notar a través de los diversos medios y herramientas por parte de personajes de la vida artística, cultural, política y también —muy importante— del público que siguió su carrera.

ACCEDE A NUESTRA EDICIÓN DIGITAL EN UN SOLO LUGAR Y DESDE CUALQUIER DISPOSITIVO ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!

Héctor Suárez fue sin duda un hombre de talento capaz de provocar la carcajada y dejar en el espectador sutiles o francas semillas para alimentar una visión crítica del acontecer social y político; para ver a quienes toman decisiones y también ¿Por qué no? Para vernos en nuestras actuaciones quienes estamos en el sector de los gobernados.

Sus personajes reflejaban los más variados roles: el del Secretario que se envuelve en su retórica, el hombre macho que llega ninguneando a la mujer que tiene por esposa o El mil usos y sus tantos avatares de la clase pobre que personificaba y que en sí misma constituía la crítica al sistema que ha provocado tanta desigualdad. El Flanagan y su característico “Queremos rock” porque sus deseos y visión era lo único que contaba. Cómo olvidar al buen Tomás que siempre hacía enojar a su madre con las típicas expresiones en doble sentido. Las teclas de la sátira política no podían estar fuera de las tantas que tocaron sus personajes. La señora presidenta y Don Justo Verdad tuvieron particularmente esa función.

En fin, puesto que podría seguir con referencias al trabajo de Héctor Suárez y sus personajes, pero sin temor a equivocarnos su “No hay” recoge las actitudes de cientos de nosotros cuando nos arropamos de mediocridad y dejamos que la pereza intelectual o el sacarle la vuelta al trabajo físico, sea lo que en ese momento domine nuestras vidas. Y ¿Qué nos pasa? ¿No es acaso una pregunta que frecuentemente lanzamos en voz alta o para nosotros mismos ante la ausencia de respuestas convincentes que nos expliquen o justifiquen el porqué estamos como estamos? yo en lo particular me quedo con una de tantas entrevistas en las que el actor instaba a manifestarnos, a reclamar mejores servicios y decisiones políticas más acertadas; me quedo con el reto que lanzaba en esa entrevista para que seamos valientes en la expresión de nuestras opiniones y no nos escondamos tras las faldas de la multitud y en este tiempo de redes sociales diría yo: en el fácil y cobarde anonimato.

www.soledaddurazo.com

@SoledadDurazo