/ miércoles 28 de febrero de 2024

Narrativas del ser | José Vasconcelos y su cruzada de 1929

Apóstol, misionero, “Maestro de la juventud”, filósofo, revolucionario, maderista, literato, político y abogado. Hablar de José Vasconcelos es referirse al México moderno pues fue uno de los personajes más importantes del siglo XX.

Su conocimiento de la nación se remite a su infancia. José Vasconcelos Calderón, nació el 27 de febrero de 1882 en Oaxaca y su niñez y su adolescencia transcurrieron entre traslados constantes dentro y fuera del país, pues,incluso, vivió algún tiempo en Estados Unidos.

Su despertar intelectual sucedió en la Ciudad de México cuando ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y conoció el positivismo.Decidió estudiar la carrera universitaria en la Escuela de Jurisprudencia de la cual se graduó en 1905. En 1907 fue miembro fundador de la Sociedad de Conferencias que antecedería lo que se conoce como el Ateneo de la Juventud. El Ateneo permaneció activo hasta 1914. En él participaban intelectuales de la talla de Antonio Caso, Isidro Fabela, Alfonso Reyes, entre otros.

Esos jóvenes del Ateneo impulsaron una filosofía distinta a la positivista, dominante en la época del Porfiriato. En el Ateneo, Vasconcelos renunció al positivismo e intentó superarlo con otras corrientes filosóficas. Para Donoso Romo (2010) El Ateneo de la Juventud fue “una agrupación intelectual (…) propulsora de una filosofía alternativa, más ajustada (…) a la satisfacción de inquietudes existenciales. Para Vasconcelos (…) el materialismo en general, formaban parte de un todo (…) desestimable por su nociva desatención de lo espiritual” (p. 53).

La participación de Vasconcelos en la Revolución está ligada a su actividad en el Ateneo, a su oposición al Porfiriato y a su simpatía con la idea de nación espiritual que promulgaba Madero. Esas razones lo llevaron (con otras causas como su actividad profesional en la abogacía) a afiliarse al PNA presidido por Emilio Vázquez Gómez. Al poco tiempo de su afiliación, ejerció como militante del maderismo y fue nombrado secretario del partido. Con su producción intelectual, se ganó el prestigio de los líderes revolucionarios lo que le ayudó a escalar con rapidez en el movimiento, pero sus publicaciones también desataron conflictos y pusieron en riesgo su vida.

Por sus ideas políticas fue enviado al exilio en distintas ocasiones: en 1915 se exilió en Estados Unidos por sus diferencias con los carrancistas, regresó al país alrededor de 1920 y se entrevistó con el presidente Obregón quien lo nombró miembro de su gabinete; en 1924 dejó de nuevo el país, luego de ser derrotado en la contienda electoral por la gubernatura de Oaxaca, en 1928 regresó del exilio para competir en las elecciones de 1929.

Los puestos más importantes que ocupó en el Gobierno federal se remiten a 1914, cuando el presidente interino de México, Adolfo de la Huerta, lo nombró director de la Escuela Nacional Preparatoria y más adelante fue nombrado rector de la Universidad Nacional de México. Por su reconocida labor en esta institución educativa, Obregón lo nombró Secretario de Instrucción Pública en 1921.

Vasconcelos tuvo la tarea de restablecer la secretaría suprimida por Venustiano Carranza, ahora bajo el nombre de Secretaría de Educación Pública (SEP). Fue ahí en dónde se ganó el título de misionero. Sus misiones culturales consistieron en una campaña contra el analfabetismo por todo el país a través de la divulgación del libro verde —una antología de textos literarios, filosóficos, científicos creada por la secretaría y distribuida en todo el país por educadores que enseñaban a leer y a escribir— .

Para entender la cruzada vasconcelista de 1929 hay que comprender la ideología política y educativa de Vasconcelos que mostró durante parte de su vida. Su filosofía está cimentada en su repudio a Estados Unidos y en su búsqueda por integrar al indigenismo para que pase de la barbarie a la civilización. Pensaba que el conocimiento podía liberar a su raza (mexicana) de la barbarie y de su sentimiento de inferioridad con Estados Unidos, de ahí que viera en la hispanidad el fundamento del espíritu de nuestra patria. Quería hispanizar más a los indígenas y culturizarlos para formar lo que tituló “la raza cósmica”: una raza espiritual integrada por aquellos que comparten los valores de la hispanidad. El “Maestro de la juventud” creía firmemente que lo hispano era superior a lo anglosajón pues veía más

sacralidad y espiritualidad en la historia de España que en la historia de los ingleses. Por esa razón repudiaba al protestantismo, lo consideraba como una herramienta de los extranjeros anglosajones para eliminar el sentido hispano en Iberoamérica. A la religión católica la respetaba por su relevancia e influencia en la historia del mundo hispano; la admiraba más porque su madre era devota y practicante, y porque su hermana Carmen era monja. Esa influencia católica en Vasconcelos permitió acercamientos con los cristeros en su campaña presidencial.

También soñaba con lograr una integración hispana con las naciones que alguna vez formaron Iberoamérica, de ahí que su filosofía haya impactado a intelectuales centroamericanos y sudamericanos. La frase que expresa su idea de definir al iberoamericanismo y por la que luchó desde las letras y los discursos es actualmente el lema de la Universidad Nacional Autónoma de México: “por mi raza hablará el espíritu”. Su filosofía estuvo presente en su ejercicio político. En los discursos de su campaña de 1929, expresaba su visión de nación que iba de la mano con las ideas de libertad de espíritu y libertad de las conciencias. Su campaña de 1929 fue anticallista, antiimposicionista, demócrata, laboralista, feminista (promovió el sufragio de la mujer), civilista, reformista, antireeleccionista y pacifista (en un inicio). Fue el opositor nato al proyecto de nación de Calles en lo ideológico y más en lo político. Como candidato del PNA, tenía un discurso ideológicamente fundamentado y una base política y social que lo hicieron un fuerte contrincante para Ortiz Rubio y para el proyecto de nación de Calles. Para los opositores del régimen gobernante, Vasconcelos se convirtió en su gran esperanza.

La campaña vasconcelista no fue sólo la de un candidato buscando el poder, también representó un último intento de desafiar a los grandes caudillos de la revolución por medio de la vía civil, de ahí que estudiarla: “resulta atractivo, pues representa el último esfuerzo de tipo maderista por obtener el poder, es decir el último esfuerzo que haya habido en el país basado en la fe en el libre juego democrático” (Lajous, 1979, p.15). Esfuerzo que no volverá a ver nuestra nación hasta finales del siglo XX que se concretó con la victoria presidencial de Vicente Fox Quesada a través del Partido Acción Nacional (PAN), en alianza con el Partido Verde Ecologista (PVE), en la elección del año 2000. La victoria del PAN en los comicios presidenciales de nuestro milenio finalizó la hegemonía política del Partido Revolucionario Institucional que gobernó a nuestra nación por 71 años, esa dominancia de 7 décadas inició en el año de 1929 con Pascual Ortiz Rubio y la fundación del Partido Nacional Revolucionario.


Apóstol, misionero, “Maestro de la juventud”, filósofo, revolucionario, maderista, literato, político y abogado. Hablar de José Vasconcelos es referirse al México moderno pues fue uno de los personajes más importantes del siglo XX.

Su conocimiento de la nación se remite a su infancia. José Vasconcelos Calderón, nació el 27 de febrero de 1882 en Oaxaca y su niñez y su adolescencia transcurrieron entre traslados constantes dentro y fuera del país, pues,incluso, vivió algún tiempo en Estados Unidos.

Su despertar intelectual sucedió en la Ciudad de México cuando ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y conoció el positivismo.Decidió estudiar la carrera universitaria en la Escuela de Jurisprudencia de la cual se graduó en 1905. En 1907 fue miembro fundador de la Sociedad de Conferencias que antecedería lo que se conoce como el Ateneo de la Juventud. El Ateneo permaneció activo hasta 1914. En él participaban intelectuales de la talla de Antonio Caso, Isidro Fabela, Alfonso Reyes, entre otros.

Esos jóvenes del Ateneo impulsaron una filosofía distinta a la positivista, dominante en la época del Porfiriato. En el Ateneo, Vasconcelos renunció al positivismo e intentó superarlo con otras corrientes filosóficas. Para Donoso Romo (2010) El Ateneo de la Juventud fue “una agrupación intelectual (…) propulsora de una filosofía alternativa, más ajustada (…) a la satisfacción de inquietudes existenciales. Para Vasconcelos (…) el materialismo en general, formaban parte de un todo (…) desestimable por su nociva desatención de lo espiritual” (p. 53).

La participación de Vasconcelos en la Revolución está ligada a su actividad en el Ateneo, a su oposición al Porfiriato y a su simpatía con la idea de nación espiritual que promulgaba Madero. Esas razones lo llevaron (con otras causas como su actividad profesional en la abogacía) a afiliarse al PNA presidido por Emilio Vázquez Gómez. Al poco tiempo de su afiliación, ejerció como militante del maderismo y fue nombrado secretario del partido. Con su producción intelectual, se ganó el prestigio de los líderes revolucionarios lo que le ayudó a escalar con rapidez en el movimiento, pero sus publicaciones también desataron conflictos y pusieron en riesgo su vida.

Por sus ideas políticas fue enviado al exilio en distintas ocasiones: en 1915 se exilió en Estados Unidos por sus diferencias con los carrancistas, regresó al país alrededor de 1920 y se entrevistó con el presidente Obregón quien lo nombró miembro de su gabinete; en 1924 dejó de nuevo el país, luego de ser derrotado en la contienda electoral por la gubernatura de Oaxaca, en 1928 regresó del exilio para competir en las elecciones de 1929.

Los puestos más importantes que ocupó en el Gobierno federal se remiten a 1914, cuando el presidente interino de México, Adolfo de la Huerta, lo nombró director de la Escuela Nacional Preparatoria y más adelante fue nombrado rector de la Universidad Nacional de México. Por su reconocida labor en esta institución educativa, Obregón lo nombró Secretario de Instrucción Pública en 1921.

Vasconcelos tuvo la tarea de restablecer la secretaría suprimida por Venustiano Carranza, ahora bajo el nombre de Secretaría de Educación Pública (SEP). Fue ahí en dónde se ganó el título de misionero. Sus misiones culturales consistieron en una campaña contra el analfabetismo por todo el país a través de la divulgación del libro verde —una antología de textos literarios, filosóficos, científicos creada por la secretaría y distribuida en todo el país por educadores que enseñaban a leer y a escribir— .

Para entender la cruzada vasconcelista de 1929 hay que comprender la ideología política y educativa de Vasconcelos que mostró durante parte de su vida. Su filosofía está cimentada en su repudio a Estados Unidos y en su búsqueda por integrar al indigenismo para que pase de la barbarie a la civilización. Pensaba que el conocimiento podía liberar a su raza (mexicana) de la barbarie y de su sentimiento de inferioridad con Estados Unidos, de ahí que viera en la hispanidad el fundamento del espíritu de nuestra patria. Quería hispanizar más a los indígenas y culturizarlos para formar lo que tituló “la raza cósmica”: una raza espiritual integrada por aquellos que comparten los valores de la hispanidad. El “Maestro de la juventud” creía firmemente que lo hispano era superior a lo anglosajón pues veía más

sacralidad y espiritualidad en la historia de España que en la historia de los ingleses. Por esa razón repudiaba al protestantismo, lo consideraba como una herramienta de los extranjeros anglosajones para eliminar el sentido hispano en Iberoamérica. A la religión católica la respetaba por su relevancia e influencia en la historia del mundo hispano; la admiraba más porque su madre era devota y practicante, y porque su hermana Carmen era monja. Esa influencia católica en Vasconcelos permitió acercamientos con los cristeros en su campaña presidencial.

También soñaba con lograr una integración hispana con las naciones que alguna vez formaron Iberoamérica, de ahí que su filosofía haya impactado a intelectuales centroamericanos y sudamericanos. La frase que expresa su idea de definir al iberoamericanismo y por la que luchó desde las letras y los discursos es actualmente el lema de la Universidad Nacional Autónoma de México: “por mi raza hablará el espíritu”. Su filosofía estuvo presente en su ejercicio político. En los discursos de su campaña de 1929, expresaba su visión de nación que iba de la mano con las ideas de libertad de espíritu y libertad de las conciencias. Su campaña de 1929 fue anticallista, antiimposicionista, demócrata, laboralista, feminista (promovió el sufragio de la mujer), civilista, reformista, antireeleccionista y pacifista (en un inicio). Fue el opositor nato al proyecto de nación de Calles en lo ideológico y más en lo político. Como candidato del PNA, tenía un discurso ideológicamente fundamentado y una base política y social que lo hicieron un fuerte contrincante para Ortiz Rubio y para el proyecto de nación de Calles. Para los opositores del régimen gobernante, Vasconcelos se convirtió en su gran esperanza.

La campaña vasconcelista no fue sólo la de un candidato buscando el poder, también representó un último intento de desafiar a los grandes caudillos de la revolución por medio de la vía civil, de ahí que estudiarla: “resulta atractivo, pues representa el último esfuerzo de tipo maderista por obtener el poder, es decir el último esfuerzo que haya habido en el país basado en la fe en el libre juego democrático” (Lajous, 1979, p.15). Esfuerzo que no volverá a ver nuestra nación hasta finales del siglo XX que se concretó con la victoria presidencial de Vicente Fox Quesada a través del Partido Acción Nacional (PAN), en alianza con el Partido Verde Ecologista (PVE), en la elección del año 2000. La victoria del PAN en los comicios presidenciales de nuestro milenio finalizó la hegemonía política del Partido Revolucionario Institucional que gobernó a nuestra nación por 71 años, esa dominancia de 7 décadas inició en el año de 1929 con Pascual Ortiz Rubio y la fundación del Partido Nacional Revolucionario.


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