Cuando escuchas historias de piratas, por lo general se te viene a la mente aquellos hombres con atuendos holgados, pantalones rotos, ropa interior de lino, camisas con encaje y claro, no puede faltar el tricornio, es decir, el sobrero y el parche en el ojo.
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Pero, alguna vez te has preguntado ¿había mujeres piratas? Quizá nunca habías escuchado hablar de Anne Bonny y Mary Read, ellas eran dos mujeres piratas de la vida real que se vestían para subirse a los barcos.
Se puede decir que algunos de los piratas de la vida real reconocidos y recordado por el público son el Capitán Kidd o Blackbeard, sin embargo los hombres de Anne y Mary, tal vez no sean tan populares, sin embargo el historiador Marcus Rediker, escribió que fueron solo algunas de las muchas mujeres que navegaron los siete mares disfrazadas de hombres.
Estas mujeres piratas han sido oscurecidas casi por completo por la tradición que rodea a sus homólogos masculinos. Pero no eran tan infrecuentes, pues Marcus escribió que “las mujeres piratas no eran casos completamente inusuales y que formaban parte de una tradición clandestina profundamente arraigada de travestismo femenino, paneuropea en sus dimensiones, pero particularmente fuerte en la Inglaterra, los países Bajos y Alemania”.
Dicha tradición giraba en torno a las mujeres que no tenían nada que perder, es decir personas tan marginadas y olvidadas que todo era una oportunidad, es por ello que se vestían de hombres para escapar de la pobreza y seguir la aventura en tierra, y mujeres como Bonny y Read lo hicieron en el mar.
Había grandes obstáculos para las mujeres que se querían hacer al mar, incluso bajo los auspicios de expediciones legítimas. A las mujeres se les prohibió servir como miembros de la tripulación en embarcaciones que presentaban grandes desafíos físicos para los hombres; también fueron consideradas “enemigas del trabajo y el orden social” en un barco.
En otras palabras, se pensaba que el hecho de tener feminidad era capaz de provocar motines y mala suerte a la tripulación de un barco, incluso los piratas, que rechazaron la corriente marinera en favor del lucro, creían que las mujeres arruinarían sus incursiones y fomentaban la discordia entre sus tripulaciones.
Las mujeres piratas simplemente vestían con ropa de hombre y se unían a las tripulaciones de todos modos, pues demostraron su valentía a través de su ingenio, agallas y contribuciones. Tenían que ser más rápidos, más inteligentes e incluso más valientes que sus contrapartes, y maldecir, luchar y matar con el mejor de ellos.
Bonny, un irlandesa luchadora, disparó contra otros miembros de la tripulación que consideraba cobardes cuando decidieron no participar durante una redada, por otro lado Mary Read, una inglesa con gusto por la aventura, desafió al enemigo de un amante a un duelo y lo mató antes de que pudiera pelear con su novio.
Tanto Read como Bonny revelaron sus identidades a sus tripulaciones en algún momento y en ocasiones vestían ropa de mujer, “evidencia de la aceptación que ganaron, a pesar de su género”, asimismo reclamaron el privilegio de su sexo cuando fueron juzgadas por piratería, alegando que estaban embarazadas y aludiendo el castigo. Pero no está claro cuántas otras mujeres nunca fueron descubiertas.
Es posible que nunca separamos en ciencia cierta cuántas mujeres eran piratas, y ciertamente no se suponía que nunca lo supiéramos, pero estas mujeres “agregaron una dimensión completamente nueva al atractivo subversivo de la piratería al apoderarse de lo que se consideraba como ‘libertad masculina’”. Es decir, estaban realizando el acto supremo de piratería simplemente saliendo y tomando lo que consideraban legítimamente suyo.