/ viernes 29 de marzo de 2024

“El rock se resiste a morir”: Marco A. Villa y los primeros conciertos de metal en la ciudad

A finales de década de los 80 y principios de los 90 se abrieron nuevos espacios para que las bandas locales e internacionales dieran a conocer su música en vivo 

“Me considero un sobreviviente de todo esto, porque son muchas luchas, son muchas batallas y cada concierto ha sido una experiencia en la que se vive la historia de manera increíble”, señala en entrevista Marco Antonio Villa.

El promotor de conciertos y productor artístico hermosillense ha sido parte responsable de la llegada a la ciudad de algunas de las bandas más importantes en la historia del metal en español, como Ángeles del Infierno, Tierra Santa, Mago de Oz y Rata Blanca, así como de otros grandes internacionales como Sepultura, After Forever, Paul Di'Anno (ex vocalista de Iron Maiden) y Joey Belladonna, vocalista original de Anthrax.

También fue manejador y colaborador cercano de grupos locales en los inicios de sus respectivas carreras, como La Merma, Detector de Violencia, Abraxas, La Perra Vida, Suciedad Discriminada, Social, Catástrofe, Ateo, entre otras.

Lee también: El mítico concierto de Los Fabulosos Cadillacs que marcó a una generación en La Sauceda

Como muchas grandes historias, el involucramiento de Marco Antonio Villa en la escena local del rock y el metal se dio casi por casualidad, luego de sufrir una lesión en el tobillo que lo dejó fuera de las canchas del fútbol profesional de Tercera División, donde portaba la playera de los Soles de Hermosillo a mediados de los ochenta.

“Inició todo por culpa del fútbol”, recuerda. “En uno de esos juegos me lastimaron bastante. Y en ese entonces no había mucho apoyo para las lesiones y dejé de jugar. Y dije: '¿Y ahora qué hago?'. Porque siempre estaba inquieto”.

Sin saberlo del todo, su destino en la música ya había quedado definido largo tiempo atrás.

“Fui rockero desde los 10-11 años. Escuchaba tocar a un amigo, Takeshi (que en paz descanse), escuchaba de su guitarra el feeling de lo que es el rock”.

Carteles de diversos conciertos de Metal en Hermosillo / Foto: Mike Acosta / El Sol de Hermosillo

Después de su lesión, esta pasión lo llevó a conocer y hacerse amigo de los miembros de XTR, una banda que comenzaba a incursionar en el heavy metal, salidos directamente del barrio de la Choyal.

“Y les hice una propuesta de comenzar a hacer rock original y le cambié el nombre del grupo a Everest. Es una banda que se adelantó un poquito a los tiempos, ¿no? Porque el rock heavy en español todavía no sonaba tanto”.

Primeros conciertos

A partir de ahí comenzaron las primeras gestiones para llevar su música a mayores audiencias, y con el apoyo de Rafael Contreras, conductor y fundador del programa “La Tokada Sonora”, dentro de la Barra de Rock de Radio Sonora, se realizó en 1990 un primer concierto masivo en el Estadio Héroe de Nacozari, con la participación de Khafra, Everest y Neumatrax.

“Allí empezaron los conciertos, prácticamente. Y a partir de ahí me fui abriendo paso y fui buscando más rock nacional para traer a la ciudad. Ya venía muy fuerte lo que es el rock mexicano, en este caso el metal mexicano y el trash metal”.

Así, comienzan a llegar a Hermosillo bandas nacionales como Transmetal, Armagedon, Luzbel y Next, estos últimos sonando por todo el país con su sencillo “Debes Morir”, lanzado en 1991, año en que se presentaron en el ya extinto Blocky O (en lo que ahora es un popular casino ubicado sobre el bulevar Kino), en una noche que albergó también los conciertos de Agresor (de Nogales) y Abraxas (de Ciudad Obregón).

La escena rápidamente comenzó a crecer gracias a un público sediento de buena música en vivo, en jornadas que a la distancia lucen míticas y de experiencias irrepetibles, en noches caóticas y de un desfogue de energía que empataba con la angustia existencial de principios de los 90.

Marcos Villa muestra el cartel del concierto de Rata Blanca en Hermosillo / Foto: Mike Acosta / El Sol de Hermosillo

“Eran conciertos llenísimos donde no cabía ni un alma más”, retoma Villa. “Ese mismo año hicimos también un debut en otro casino importante que era el Nueva Olimpia, que no te imaginabas que estos lugares estuvieran brindando una oportunidad para organizar rock en vivo. Por lo general era debut y despedida, porque a los dueños no les gustaba mucho que sonara un rock tan fuerte”, confiesa entre risas.

“Ahí nomás volaban las sillas y los baños destrozados, un santo despapaye la raza. Y que no entrara un cholo porque eran los que picaban la cresta en los conciertos y era cuando se armaba la bronca”.

En los años siguientes se fueron abriendo otros espacios como el Casino Afrodisco, donde se inauguraron los “Viernes de Rock”; y el Casino del Río, donde se organizaban los conciertos conocidos entre los parroquianos como Rock in Río.

A la par de estos toquines los grandes conciertos continuaban su marcha y el año 1993 marcó un parteaguas con la presentación de La Cuca en el Héroe de Nacozari, en un espacio concedido atrás de una de las porterías de la cancha de fútbol.

“Así que nos tocó tierra, totalmente. En esa área no había césped y estuvieron presentes aproximadamente 2 mil 400 personas en ese concierto, 'El concierto del polvo'. Fue muy especial porque aquí no había muchos templetes que digamos y un grupo me rentó uno de madera y entre todos nos pusimos a clavar el escenario. Estuvo buenísimo”.

Llegada de bandas internacionales

A través de Juan Santos Camilo, manager de Transmetal, se le presentó la oportunidad a Marco Antonio Villa de conocer al responsable de la gira de los Ángeles del Infierno, en ese entonces considerada ya una banda de culto, agendando su presentación en estas tierras.

Boletos y promocionales de conciertos de la colección de Marcos Villa / Foto: Mike Acosta / El Sol de Hermosillo

“Era la primera vez que venía un grupo internacional y de ese nivel. Era una locura escuchar aquí y allá, a donde entrabas toda la juventud estaba al pendiente de la fecha del concierto, gracias a los programas de Radio Sonora de la Barra de Rock. Rafael Contreras, Claudia Laguna y Tico Tapia ayudaron mucho. Había mucha locura, mucha expectativa por ese concierto. Fue el 10 de marzo de 1994, exactamente”.

La presentación estaba planeada originalmente para llevarse a cabo en el Centro de Usos Múltiples, pero por motivos ajenos tuvo que cambiarse la sede de último momento a Real De Los Pesqueira, un casino con capacidad para mil 300 personas, aproximadamente.

“Se abarrotó totalmente. Afuera quedó casi el doble de la gente que había adentro. Hubo un portazo por el lado izquierdo. Ahí estaba el comandante Salas que se lastimó el tabique y hasta la fecha sigue con esa marca en su nariz. Si ya estaba repleto, imagínate. Y el concierto seguía: la gente brincando, saltando, coreando las canciones”.

Entrevista con Marco Antonio Villa para el Sol de Hermosillo sobre los conciertos de metal en Hemosillo / Foto: Mike Acosta / El Sol de Hermosillo

Otra anécdota de esa noche fue que con la compra del boleto el público estaría participando en una rifa de una guitarra autografiada por el guitarrista Robert Álvarez.

“Se la entregué a él y la probó, pero en ese momento no sonó. No sé si el cable estaba mal o algo y lo que hizo fue que empezó a estrellarla contra el piso del escenario y la lanzó al público. Ya sabrás qué locura: la hicieron pedazos totalmente y alguien por ahí debe tener algunos restos todavía”.

El éxito de la presentación puso a Hermosillo en la mira de otras bandas nacionales e internacionales y la ciudad siguió desarrollando su escena en vivo, albergando a bandas de otros géneros como Sedición, Tijuana No!, La Lupita y Santa Sabina.

El cambio de siglo trajo consigo también una nueva generación de escuchas del rock y del metal que ya podían disfrutar de espacios más grandes y de mayor producción para albergar todo tipo de conciertos, como el Teatro al Aire Libre de La Sauceda y el Expoforum.

Rata Blanca, Tierra Santa y Mägo de Oz marcaron época en la ciudad con sus presentaciones en vivo en la cúspide de sus carreras, con la banda liderada por José Andrëa y Txus di Fellatio brindando uno de los conciertos más recordados de aquellos años.

“Con 318 Producciones trajimos a Mägo de Oz el 21 de mayo de 2005. Puedo decir que es el concierto más grande que hemos hecho, casi 7 mil personas en el Expoforum gritando y coreando sus canciones. Y fue un éxito, algo muy bonito de experimentar”.

Concierto de Metallica en el horizonte

“Esto de organizar conciertos no quiere decir que todo el tiempo las cosas van a estar bien. Se batalla y hay que trabajar duro con la publicidad, con los medios de comunicación para que las cosas se den. Hay compromisos con mucha gente y siempre es complicado”, acepta Marco Antonio Villa.

El melómano hermosillense no descarta hacer en un futuro próximo una exhibición de toda la memorabilia que ha guardado en todos estos años de los conciertos en los que ha participado, en un afán de compartir experiencias y anécdotas con las nuevas generaciones que siguen manteniendo viva la llama del rock.

“Los fans tienen más historias que contar que los empresarios, desde el esfuerzo que hacían por comprar un boleto, por trasladarse, por regresar a sus casas. Mis pensamientos siempre estaban en que a ellos no les pasara nada. No solamente es la organización y el dinero, siempre nos importó la salud y el disfrute de todos los que asistían a los conciertos”.

Sabe que todas estas experiencias parten de un gran trabajo en equipo, en una pasión compartida y de mucha solidaridad, y la escena en vivo en la capital sonorense sería impensable en estos días sin el esfuerzo que abrió el camino de parte del equipo de Radio Sonora, Candiani y La Casa del Rockero, así como de empresarios y colaboradores como Rogelio Sánchez, Carlos Espinoza y Beto Preciado.

“A ellos les admiro, les aprecio y les tengo mucho respeto. Les aprendí mucho y todavía me consulto con ellos”.

De igual manera agradece a todos los jóvenes que estuvieron apoyándolo a través de diferentes actividades, como el colgar pósters por toda la ciudad y repartiendo volantes.

“Puedo recordar cada momento de los conciertos que hemos organizado y cada uno es muy especial. Forman parte de la memoria de muchos rockeros que ya no están con nosotros. Y los rockeros que siguen activos, que en sus casas escuchan heavy metal... A lo mejor afuera los vas a ver en sus trabajos con camisolas y pantalón de vestir, pero en sus casas siguen escuchando metal. Mi admiración para ellos”.

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¿Qué es lo que se vislumbra en los próximos años para los conciertos de rock y heavy metal en Hermosillo?

“El rockero se resiste a morir. El rock sigue vigente y espero ver algún día que llegue a Hermosillo un Metallica, un Journey, un Iron Maiden. No lo veo muy lejos y sería algo muy bueno para Sonora. Solamente hay que creer y sí hay público para ese tipo de conciertos. Vendría gente de todas partes y sería un éxito. Sería grandioso”.

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“Me considero un sobreviviente de todo esto, porque son muchas luchas, son muchas batallas y cada concierto ha sido una experiencia en la que se vive la historia de manera increíble”, señala en entrevista Marco Antonio Villa.

El promotor de conciertos y productor artístico hermosillense ha sido parte responsable de la llegada a la ciudad de algunas de las bandas más importantes en la historia del metal en español, como Ángeles del Infierno, Tierra Santa, Mago de Oz y Rata Blanca, así como de otros grandes internacionales como Sepultura, After Forever, Paul Di'Anno (ex vocalista de Iron Maiden) y Joey Belladonna, vocalista original de Anthrax.

También fue manejador y colaborador cercano de grupos locales en los inicios de sus respectivas carreras, como La Merma, Detector de Violencia, Abraxas, La Perra Vida, Suciedad Discriminada, Social, Catástrofe, Ateo, entre otras.

Lee también: El mítico concierto de Los Fabulosos Cadillacs que marcó a una generación en La Sauceda

Como muchas grandes historias, el involucramiento de Marco Antonio Villa en la escena local del rock y el metal se dio casi por casualidad, luego de sufrir una lesión en el tobillo que lo dejó fuera de las canchas del fútbol profesional de Tercera División, donde portaba la playera de los Soles de Hermosillo a mediados de los ochenta.

“Inició todo por culpa del fútbol”, recuerda. “En uno de esos juegos me lastimaron bastante. Y en ese entonces no había mucho apoyo para las lesiones y dejé de jugar. Y dije: '¿Y ahora qué hago?'. Porque siempre estaba inquieto”.

Sin saberlo del todo, su destino en la música ya había quedado definido largo tiempo atrás.

“Fui rockero desde los 10-11 años. Escuchaba tocar a un amigo, Takeshi (que en paz descanse), escuchaba de su guitarra el feeling de lo que es el rock”.

Carteles de diversos conciertos de Metal en Hermosillo / Foto: Mike Acosta / El Sol de Hermosillo

Después de su lesión, esta pasión lo llevó a conocer y hacerse amigo de los miembros de XTR, una banda que comenzaba a incursionar en el heavy metal, salidos directamente del barrio de la Choyal.

“Y les hice una propuesta de comenzar a hacer rock original y le cambié el nombre del grupo a Everest. Es una banda que se adelantó un poquito a los tiempos, ¿no? Porque el rock heavy en español todavía no sonaba tanto”.

Primeros conciertos

A partir de ahí comenzaron las primeras gestiones para llevar su música a mayores audiencias, y con el apoyo de Rafael Contreras, conductor y fundador del programa “La Tokada Sonora”, dentro de la Barra de Rock de Radio Sonora, se realizó en 1990 un primer concierto masivo en el Estadio Héroe de Nacozari, con la participación de Khafra, Everest y Neumatrax.

“Allí empezaron los conciertos, prácticamente. Y a partir de ahí me fui abriendo paso y fui buscando más rock nacional para traer a la ciudad. Ya venía muy fuerte lo que es el rock mexicano, en este caso el metal mexicano y el trash metal”.

Así, comienzan a llegar a Hermosillo bandas nacionales como Transmetal, Armagedon, Luzbel y Next, estos últimos sonando por todo el país con su sencillo “Debes Morir”, lanzado en 1991, año en que se presentaron en el ya extinto Blocky O (en lo que ahora es un popular casino ubicado sobre el bulevar Kino), en una noche que albergó también los conciertos de Agresor (de Nogales) y Abraxas (de Ciudad Obregón).

La escena rápidamente comenzó a crecer gracias a un público sediento de buena música en vivo, en jornadas que a la distancia lucen míticas y de experiencias irrepetibles, en noches caóticas y de un desfogue de energía que empataba con la angustia existencial de principios de los 90.

Marcos Villa muestra el cartel del concierto de Rata Blanca en Hermosillo / Foto: Mike Acosta / El Sol de Hermosillo

“Eran conciertos llenísimos donde no cabía ni un alma más”, retoma Villa. “Ese mismo año hicimos también un debut en otro casino importante que era el Nueva Olimpia, que no te imaginabas que estos lugares estuvieran brindando una oportunidad para organizar rock en vivo. Por lo general era debut y despedida, porque a los dueños no les gustaba mucho que sonara un rock tan fuerte”, confiesa entre risas.

“Ahí nomás volaban las sillas y los baños destrozados, un santo despapaye la raza. Y que no entrara un cholo porque eran los que picaban la cresta en los conciertos y era cuando se armaba la bronca”.

En los años siguientes se fueron abriendo otros espacios como el Casino Afrodisco, donde se inauguraron los “Viernes de Rock”; y el Casino del Río, donde se organizaban los conciertos conocidos entre los parroquianos como Rock in Río.

A la par de estos toquines los grandes conciertos continuaban su marcha y el año 1993 marcó un parteaguas con la presentación de La Cuca en el Héroe de Nacozari, en un espacio concedido atrás de una de las porterías de la cancha de fútbol.

“Así que nos tocó tierra, totalmente. En esa área no había césped y estuvieron presentes aproximadamente 2 mil 400 personas en ese concierto, 'El concierto del polvo'. Fue muy especial porque aquí no había muchos templetes que digamos y un grupo me rentó uno de madera y entre todos nos pusimos a clavar el escenario. Estuvo buenísimo”.

Llegada de bandas internacionales

A través de Juan Santos Camilo, manager de Transmetal, se le presentó la oportunidad a Marco Antonio Villa de conocer al responsable de la gira de los Ángeles del Infierno, en ese entonces considerada ya una banda de culto, agendando su presentación en estas tierras.

Boletos y promocionales de conciertos de la colección de Marcos Villa / Foto: Mike Acosta / El Sol de Hermosillo

“Era la primera vez que venía un grupo internacional y de ese nivel. Era una locura escuchar aquí y allá, a donde entrabas toda la juventud estaba al pendiente de la fecha del concierto, gracias a los programas de Radio Sonora de la Barra de Rock. Rafael Contreras, Claudia Laguna y Tico Tapia ayudaron mucho. Había mucha locura, mucha expectativa por ese concierto. Fue el 10 de marzo de 1994, exactamente”.

La presentación estaba planeada originalmente para llevarse a cabo en el Centro de Usos Múltiples, pero por motivos ajenos tuvo que cambiarse la sede de último momento a Real De Los Pesqueira, un casino con capacidad para mil 300 personas, aproximadamente.

“Se abarrotó totalmente. Afuera quedó casi el doble de la gente que había adentro. Hubo un portazo por el lado izquierdo. Ahí estaba el comandante Salas que se lastimó el tabique y hasta la fecha sigue con esa marca en su nariz. Si ya estaba repleto, imagínate. Y el concierto seguía: la gente brincando, saltando, coreando las canciones”.

Entrevista con Marco Antonio Villa para el Sol de Hermosillo sobre los conciertos de metal en Hemosillo / Foto: Mike Acosta / El Sol de Hermosillo

Otra anécdota de esa noche fue que con la compra del boleto el público estaría participando en una rifa de una guitarra autografiada por el guitarrista Robert Álvarez.

“Se la entregué a él y la probó, pero en ese momento no sonó. No sé si el cable estaba mal o algo y lo que hizo fue que empezó a estrellarla contra el piso del escenario y la lanzó al público. Ya sabrás qué locura: la hicieron pedazos totalmente y alguien por ahí debe tener algunos restos todavía”.

El éxito de la presentación puso a Hermosillo en la mira de otras bandas nacionales e internacionales y la ciudad siguió desarrollando su escena en vivo, albergando a bandas de otros géneros como Sedición, Tijuana No!, La Lupita y Santa Sabina.

El cambio de siglo trajo consigo también una nueva generación de escuchas del rock y del metal que ya podían disfrutar de espacios más grandes y de mayor producción para albergar todo tipo de conciertos, como el Teatro al Aire Libre de La Sauceda y el Expoforum.

Rata Blanca, Tierra Santa y Mägo de Oz marcaron época en la ciudad con sus presentaciones en vivo en la cúspide de sus carreras, con la banda liderada por José Andrëa y Txus di Fellatio brindando uno de los conciertos más recordados de aquellos años.

“Con 318 Producciones trajimos a Mägo de Oz el 21 de mayo de 2005. Puedo decir que es el concierto más grande que hemos hecho, casi 7 mil personas en el Expoforum gritando y coreando sus canciones. Y fue un éxito, algo muy bonito de experimentar”.

Concierto de Metallica en el horizonte

“Esto de organizar conciertos no quiere decir que todo el tiempo las cosas van a estar bien. Se batalla y hay que trabajar duro con la publicidad, con los medios de comunicación para que las cosas se den. Hay compromisos con mucha gente y siempre es complicado”, acepta Marco Antonio Villa.

El melómano hermosillense no descarta hacer en un futuro próximo una exhibición de toda la memorabilia que ha guardado en todos estos años de los conciertos en los que ha participado, en un afán de compartir experiencias y anécdotas con las nuevas generaciones que siguen manteniendo viva la llama del rock.

“Los fans tienen más historias que contar que los empresarios, desde el esfuerzo que hacían por comprar un boleto, por trasladarse, por regresar a sus casas. Mis pensamientos siempre estaban en que a ellos no les pasara nada. No solamente es la organización y el dinero, siempre nos importó la salud y el disfrute de todos los que asistían a los conciertos”.

Sabe que todas estas experiencias parten de un gran trabajo en equipo, en una pasión compartida y de mucha solidaridad, y la escena en vivo en la capital sonorense sería impensable en estos días sin el esfuerzo que abrió el camino de parte del equipo de Radio Sonora, Candiani y La Casa del Rockero, así como de empresarios y colaboradores como Rogelio Sánchez, Carlos Espinoza y Beto Preciado.

“A ellos les admiro, les aprecio y les tengo mucho respeto. Les aprendí mucho y todavía me consulto con ellos”.

De igual manera agradece a todos los jóvenes que estuvieron apoyándolo a través de diferentes actividades, como el colgar pósters por toda la ciudad y repartiendo volantes.

“Puedo recordar cada momento de los conciertos que hemos organizado y cada uno es muy especial. Forman parte de la memoria de muchos rockeros que ya no están con nosotros. Y los rockeros que siguen activos, que en sus casas escuchan heavy metal... A lo mejor afuera los vas a ver en sus trabajos con camisolas y pantalón de vestir, pero en sus casas siguen escuchando metal. Mi admiración para ellos”.

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¿Qué es lo que se vislumbra en los próximos años para los conciertos de rock y heavy metal en Hermosillo?

“El rockero se resiste a morir. El rock sigue vigente y espero ver algún día que llegue a Hermosillo un Metallica, un Journey, un Iron Maiden. No lo veo muy lejos y sería algo muy bueno para Sonora. Solamente hay que creer y sí hay público para ese tipo de conciertos. Vendría gente de todas partes y sería un éxito. Sería grandioso”.

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