La educación en casa también ha supuesto un reto para los padres de familia, pues muchos han tenido que combinar el trabajo en casa, las labores domésticas, el cuidado de los niños y, de momento, estar más de lleno en el entorno educativo de los pequeños.
A un año de detectarse los primeros casos positivos de Covid-19 en la entidad y que el sistema educativo decidiera cancelar todas las clases presenciales, algunas madres de familia relatan que la experiencia fue bastante abrumadora, al menos en los primeros meses de la cuarentena.
“Ha sido todo un reto; te mentiría si te dijera que no. Ha sido muy complicado”, expresa Ruby Flores, madre de dos pequeñas.
Señala que al principio le resultó muy difícil, dado que se considera una persona con poca paciencia, por lo que verse envuelta de la noche a la mañana en dicha situación, estar pendiente de las clases y tareas de su hija mayor, que actualmente cursa primaria, y por otro lado atender a la más pequeña, una bebé de apenas un año y meses (en ese entonces), fue algo que le costó mucho trabajo.
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“Hubo noches en las que me tocó llorar por el desespero; hubo noches en las que ya no aguantaba… fue muy difícil”, menciona.
Y es que, a principios del 2020 realizaron un viaje familiar, por lo que la pequeña estuvo ausente de sus clases durante un par de semanas. Al regresar, Ruby comenta que habló con la maestra para saber si necesitaba que su hija hiciera algún curso extracurricular para ponerse al día, a lo cual la maestra le comentó que no era necesario. Meses más adelante, cuando inicia la cuarentena y las clases a distancia, Ruby se dio cuenta que en realidad su hija sí estaba algo atrasada en comparación con sus compañeros, hecho que le supuso una carga adicional, pues tuvo que trabajar de lleno en apoyar a su pequeña para ponerse al día.
Permanecer en casa
Por otro lado, Fernanda Razo, madre de dos pequeños, cuenta que para sus hijos también ha sido muy complejo el permanecer en casa todo el tiempo y no tener contacto con sus compañeritos de escuela, pero ha tratado de que se adapten lo mejor posible, a pesar de que los meses siguen transcurriendo y no hay fecha de regreso.
“Sí les cambia a ellos mucho el rol, a nosotros también, definitivamente sí. Me acuerdo que él me preguntaba: ¿Mamá, no que sólo iba a durar poquito esto del Covid?, y yo le decía ‘Ya va a pasar, ya va a pasar’… y pues no ha pasado”, comentó.
Señaló que una de las dificultades que ha encontrado durante estos meses es el hecho de que los menores no pueden salir de casa, dado que no los dejan ingresar a ningún negocio o establecimiento, hecho que complica bastante el quehacer cotidiano pues si tiene que salir a hacer una compra o algún pago de servicio debe esperar a que llegue su esposo del trabajo o bien encargarle a él que haga las vueltas y seguir ella en casa con los pequeños.
Dijo que esta situación es cansada también para los pequeños, pues antes disfrutaban salir al super, ir al parque, dar una vuelta, etc., pero hoy se deben entretener en casa.
Hay preocupación en el porvenir
Si bien, ambas madres de familia señalan que no todo ha sido malo, pues agradecen el hecho de tener salud y de poder estar en casa cuidando de sus hijos y haciéndose cargo de todo, también mantienen cierto temor de cómo se van a desarrollar las cosas en los meses que están por venir. Y es que, en la escuela donde están sus hijos se comentaba que pudiera darse un regreso a clases presenciales el próximo ciclo escolar (en agosto), sin embargo, se habrán de establecer toda una serie de protocolos que permitan cuidar la salud y la integridad de los pequeños.
“Nos comentaban que si volvían a clases presenciales teníamos nosotros que enseñarles mucho eso de no compartir, usar el cubrebocas siempre, no tocar a sus compañeros y muchas reglas. Mi esposo y yo hablamos de mantener la escuela en casa porque no queremos que les afecten tantas reglas”, comenta Ruby Flores.
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Menciona que un entorno así será muy complicado para los menores, ya que estaría afectando de manera fuerte el tema de la socialización, el compañerismo, el no egoísmo y todos esos valores que son importantes para un buen desarrollo de los pequeños.
Por su parte, Fernanda Razo comenta que también existe el riesgo de que algunos menores no atiendan las indicaciones o que se distraigan y lleguen a contagiarse, lo cual supone un riesgo para la salud de los mismos pero también para sus familias.
“Mi mayor preocupación sería que se contagiara. Que por ir a la escuela, quizá, no se lavara las manos adecuadamente, que se quitara el cubrebocas o algo así y que se contagiara. Que algún niño estuviera enfermo y que por ende repartiera el virus”, apuntó.
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De este modo, mientras las semanas siguen transcurriendo, los padres y madres de familia se preguntan cómo se habrá de desarrollar el nuevo entorno educativo y si todavía supondrá un riesgo para la salud de sus hijos y su familia, mientras tratan de equilibrar sus tareas diarias y encuentran un punto de inflexión entre su anterior ritmo de vida y la ‘nueva normalidad’ a la que se enfrentan.
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