/ viernes 15 de marzo de 2024

“Crimen pasional”, el término que minimiza los feminicidios

Expertos señalan que el problema ocurre cuando es utilizado por autoridades para catalogar un crimen que es derivado de violencia de género

A pesar de que la figura de “crimen pasional” no existe dentro del Código Penal, todavía suele ser utilizada para referirse a homicidios perpetrados por personas con alguna relación con la víctima, lo cual, de acuerdo con diversos colectivos tiende a minimizar un hecho delictivo o restarle importancia dentro de las investigaciones.

“No existe un antecedente en el Código Penal que se regulara así como tal como homicidio pasional, simplemente es un homicidio, con variantes que se han ido hacia el feminicidio o se contemplan atenuantes de responsabilidad”, explicó Javier Pérez Chávez, secretario general de la Barra Sonorense de Abogados.

Señaló que el problema ocurre cuando es utilizado por autoridades para catalogar un crimen que es derivado de violencia de género, tales como machismo, homofobia, transfobia y otros tipos de discriminación.

Lee también: Mujeres alzan la voz en Hermosillo; exigen justicia y no más feminicidios (FOTOS)

Hay que llamar a las cosas por su nombre

Ante la normalización de la violencia, tanto medios de comunicación como miembros de la sociedad tienen la responsabilidad de no patologizar los homicidios, pues minimiza el crimen cometido, expuso Leslie Valdez, representante del colectivo feminista Ni Una Más.

La activista resaltó que sugerir que un crimen fue motivado por emociones intensas o impulsos espontáneos puede perjudicar la percepción que se tiene sobre un homicidio, ya que en ocasiones fue un acto de violencia extrema e incluso puede ser premeditada.

“Al utilizar el término se desvía la atención de la violencia de género que existe en México y se perpetúan estereotipos dañinos sobre relaciones románticas y estos mitos y de expresión emocional, además implica una justificación implícita o una compresión inadecuada al crimen”, puntualizó.

Por tanto, indicó que es importante estudiar el tema y abordarlo en su justa dimensión, destacando los feminicidios, pues son definidos como actos de violencia de género que reflejan desigualdades estructurales, relaciones de poder y control, así como expresiones profundas de misógina.

Entre tanto, mencionó que este tipo de casos se presentan en la vida cotidiana y no siempre se les presta la atención necesaria o pierden repercusión mediática, por lo que es necesario resaltarlos.

“También recordemos el caso del magistrade Jesús Oviedo, el cual fue un homicidio atroz en donde los medios solo hablan de un crimen pasional, cuando ya ni siquiera debería llamarse así, y se expusieron las fotos, lo cual también es un delito. Y aquí en Hermosillo, el homicidio del doctor Carlos López Carrillo se habló de ‘un crimen pasional’ y se habló más de su presunta orientación sexual que de otras cosas”, agregó.

La mamá de Verania Elizabeth acude a las marchas del 8M en el reclamo de justicia por la muerte de su hija y para que no se repita este tipo de agresiones / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

Javier Pérez Chávez abundó que el término puede restarle importancia a un homicidio o agresión, aunque sean problemas de discriminación, por lo que se revictimiza a la persona afectada y puede entorpecer la procuración de justicia.

Recordó son producto de problemas históricos y estructurales, los cuales están fundamentados en el odio y discriminación hacia ciertos grupos, por lo que utilizarlos es revictimizar y al mismo tiempo perpetuar el estigma sobre quienes sufren esta discriminación.

El origen del término "crimen pasional"

Según las fuentes históricas, el “crimen pasional” fue un término que comenzó a utilizarse en Francia, dicho como “crime passionnel”, a mediados del siglo XIX, a manera de expresión coloquial para referirse a los crímenes que implicaban un grado de violencia extrema en el cual había dos personas en una relación íntima.

Asimismo, la connotación de dicho término se refería a qué durante la comisión del crimen se presentó una alteración de la conciencia debido a sentimientos de ira, celos o desengaño.

Especialistas como Saydi Núñez, académica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), exhiben que la introducción de este término a México se dio durante la etapa del Porfiriato, ganando popularidad gracias a su uso en la prensa.

Aledaño a esto, en su artículo “Entre la emoción y el honor: Crimen pasional, género y justicia en la Ciudad de México, 1929-1971”, Núñez afirmó que el término tomó fuerza a raíz de las teorías de la Escuela de Antropología Criminal para la clasificación de delincuentes.

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Por otro lado, existió un apartado en la legislación penal de México que utilizó el crimen pasional entre 1929 y 1971, siendo tipificado como “homicidio por pasión” u “homicidio en estado de emoción violento, aunque era sancionado como homicidio simple.

El 8 de marzo cientos de mujeres alzaron la voz contra la violencia feminicida / Foto: Kimberly Ortega | El Sol de Hermosillo

En ese sentido, la autora destaca que este término es un fruto indeseado de la noción del amor romántico en el que se fundamentaba que las personas enamoradas debían entregarse completamente a su pareja, cayendo en conductas irracionales que se justifican por esta tendencia a desvivirse por el otro.

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A pesar de que la figura de “crimen pasional” no existe dentro del Código Penal, todavía suele ser utilizada para referirse a homicidios perpetrados por personas con alguna relación con la víctima, lo cual, de acuerdo con diversos colectivos tiende a minimizar un hecho delictivo o restarle importancia dentro de las investigaciones.

“No existe un antecedente en el Código Penal que se regulara así como tal como homicidio pasional, simplemente es un homicidio, con variantes que se han ido hacia el feminicidio o se contemplan atenuantes de responsabilidad”, explicó Javier Pérez Chávez, secretario general de la Barra Sonorense de Abogados.

Señaló que el problema ocurre cuando es utilizado por autoridades para catalogar un crimen que es derivado de violencia de género, tales como machismo, homofobia, transfobia y otros tipos de discriminación.

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Hay que llamar a las cosas por su nombre

Ante la normalización de la violencia, tanto medios de comunicación como miembros de la sociedad tienen la responsabilidad de no patologizar los homicidios, pues minimiza el crimen cometido, expuso Leslie Valdez, representante del colectivo feminista Ni Una Más.

La activista resaltó que sugerir que un crimen fue motivado por emociones intensas o impulsos espontáneos puede perjudicar la percepción que se tiene sobre un homicidio, ya que en ocasiones fue un acto de violencia extrema e incluso puede ser premeditada.

“Al utilizar el término se desvía la atención de la violencia de género que existe en México y se perpetúan estereotipos dañinos sobre relaciones románticas y estos mitos y de expresión emocional, además implica una justificación implícita o una compresión inadecuada al crimen”, puntualizó.

Por tanto, indicó que es importante estudiar el tema y abordarlo en su justa dimensión, destacando los feminicidios, pues son definidos como actos de violencia de género que reflejan desigualdades estructurales, relaciones de poder y control, así como expresiones profundas de misógina.

Entre tanto, mencionó que este tipo de casos se presentan en la vida cotidiana y no siempre se les presta la atención necesaria o pierden repercusión mediática, por lo que es necesario resaltarlos.

“También recordemos el caso del magistrade Jesús Oviedo, el cual fue un homicidio atroz en donde los medios solo hablan de un crimen pasional, cuando ya ni siquiera debería llamarse así, y se expusieron las fotos, lo cual también es un delito. Y aquí en Hermosillo, el homicidio del doctor Carlos López Carrillo se habló de ‘un crimen pasional’ y se habló más de su presunta orientación sexual que de otras cosas”, agregó.

La mamá de Verania Elizabeth acude a las marchas del 8M en el reclamo de justicia por la muerte de su hija y para que no se repita este tipo de agresiones / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

Javier Pérez Chávez abundó que el término puede restarle importancia a un homicidio o agresión, aunque sean problemas de discriminación, por lo que se revictimiza a la persona afectada y puede entorpecer la procuración de justicia.

Recordó son producto de problemas históricos y estructurales, los cuales están fundamentados en el odio y discriminación hacia ciertos grupos, por lo que utilizarlos es revictimizar y al mismo tiempo perpetuar el estigma sobre quienes sufren esta discriminación.

El origen del término "crimen pasional"

Según las fuentes históricas, el “crimen pasional” fue un término que comenzó a utilizarse en Francia, dicho como “crime passionnel”, a mediados del siglo XIX, a manera de expresión coloquial para referirse a los crímenes que implicaban un grado de violencia extrema en el cual había dos personas en una relación íntima.

Asimismo, la connotación de dicho término se refería a qué durante la comisión del crimen se presentó una alteración de la conciencia debido a sentimientos de ira, celos o desengaño.

Especialistas como Saydi Núñez, académica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), exhiben que la introducción de este término a México se dio durante la etapa del Porfiriato, ganando popularidad gracias a su uso en la prensa.

Aledaño a esto, en su artículo “Entre la emoción y el honor: Crimen pasional, género y justicia en la Ciudad de México, 1929-1971”, Núñez afirmó que el término tomó fuerza a raíz de las teorías de la Escuela de Antropología Criminal para la clasificación de delincuentes.

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Por otro lado, existió un apartado en la legislación penal de México que utilizó el crimen pasional entre 1929 y 1971, siendo tipificado como “homicidio por pasión” u “homicidio en estado de emoción violento, aunque era sancionado como homicidio simple.

El 8 de marzo cientos de mujeres alzaron la voz contra la violencia feminicida / Foto: Kimberly Ortega | El Sol de Hermosillo

En ese sentido, la autora destaca que este término es un fruto indeseado de la noción del amor romántico en el que se fundamentaba que las personas enamoradas debían entregarse completamente a su pareja, cayendo en conductas irracionales que se justifican por esta tendencia a desvivirse por el otro.

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