A pesar de ser una celebración llena de color y alborozo, para muchos el Día de Muertos también representa el recaer en la tristeza por la pérdida de un ser amado, ya sea reciente o lejano.
El recuerdo de los que ya no están se aviva en estas fechas, aunque sea unos instantes y muchas veces hace que nos ruede una lagrima por el rostro, a pesar de recordar la dicha, la alegría y los buenos momentos que nos brindaron, es difícil no caer en esa melancolía que también forma parte de esta raíz cultural a la que pertenecemos.
Olivia relató a El Sol de Hermosillo que, cada año, en esta festividad, visita la Catedral de Hermosillo donde se encuentra el nicho de sus padres, los cuales le brindaron el apoyo que necesitaba cuando enviudó.
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Siempre llega después de salir de trabajar a las 8:00 de la mañana y después se traslada al panteón a visitar a su difunto esposo el cual la dejó hace 43 años, en 1980, y expresó con la voz quebradiza que sus seres amados le hacen mucha falta.
Por otro lado, Brenda, visita a su hija desde hace 22 años en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Fátima, quien falleció con tan solo 14 años de edad y que ahora es recordada por su alegría y su sonrisa. Comentó que no solo acude a verla el Día de Muertos, sino cada semana del año.
Siguiendo la tradición familiar
Sin embargo, en esta celebración también se crean buenos recuerdos, los cuales se guardan para que los familiares puedan hacer más llevadera la falta de los seres amados, un ejemplo es Carlos Cota Téllez, quien comentó que tiene alrededor de 50 años dedicándose a la venta de flores en el Mercado Municipal en las fechas cercanas al día de los difuntos, sin embargo, es una tradición que ya tiene cerca de 100 años en su familia, puesto que desde la época de sus abuelos solían montar este negocio y lo han ido pasando de generación en generación.
“Me da gusto seguir con la tradición, incluso mis hijos están aquí, que ellos le van a seguir, el cempasúchil es el más vendido para altares y escuelas y aunque si hubo venta en días pasados, este que es el mero día baja la gente, nosotros sembramos la flor para el lado de Magdalena, nos traemos una “trocada” y vendemos también en otro punto” dijo.
También tenemos el caso de personas que hace años no visitan el panteón, inclusive ya no tienen idea de dónde se encuentra la tumba de su ser amado; sin embargo, no es una limitante para recordar a los que los dejaron atrás.
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Abel explica que, aunque físicamente no sabe en qué parte del campo santo esta su abuela, no hace falta visitarla para recordarle, puesto que lo hace en casa, a veces llevando a cabo un gesto tan pequeño como colocar una flor en la fotografía, pero que en realidad es muy significativo y propio de estas fechas.
“Yo no sé dónde está la tumba de mi abuela, la que sabia era mi mamá, pero ella ya ni se acuerda, tendríamos que buscarla, pero tal vez ya no está, lo importante que la recordamos siempre con mucho cariño y la honramos en casa”, concluyó.
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