/ domingo 9 de octubre de 2022

Abelina Ramírez la líder sindical que lucha por mejorar la vida de las jornaleras agrícolas

Viví la otra realidad en carne propia: las constantes violaciones a los derechos humanos y laborales de las jornaleras, el acoso sexual y el abuso de poder de parte de los patrones

Hoy es una diligente y activa lideresa de los jornaleros en el Valle de San Quintín. Originaria de la región zapoteca, del municipio de Miahuatlán de Porfirio Díaz, dejó los bellos Valles Centrales oaxaqueños para buscar otros aires y se fue junto con su familia hasta la orilla noroeste de la patria, hasta Baja California.

En busca de una mejor vida, se tropezó con toda la crudeza del no respeto a los derechos de los trabajadores, de las y los jornaleros agrícolas; pero su primer golpe de realidad fue el trabajar en una estancia infantil del IMSS “y llorar junto con los niños porque en nuestros pueblos, las madres nunca nos separamos de nuestros hijos. Y ellos estaban separados de sus madres”.

Te puede interesar: Tras la pandemia, jornaleros regresan al campo con la mitad de su sueldo

Es Abelina Ramírez López, dirigente del Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas (SINDJA), quien refiere a El Sol de México las vicisitudes que encontró, que vivió y que la llevaron a romper con todas esas cadenas de opresión, acoso y hostilidad, sobre todo para las mujeres jornaleras agrícolas y convertirse en líder de sus pares.

Con poco más de 4 lustros de vivir en Baja California, a donde llegó junto con su esposo e hijos contratada en Oaxaca, en el despuntar del nuevo siglo, por la empresa Santa Cruz, para trabajar por 6 meses en la pizca de tomate, chile y pepino, el contar con sus documentos de identidad, la llevaron a laborar en la estancia infantil del IMSS, que los exigía para cubrir ese puesto.

“Éramos 43 personas las que íbamos en el camión. Yo con mi esposo y una niña en brazos de 8 meses y por ser la única con mis documentos de identidad, me ubicaron como empleada de la guardería”.

“Ahí conocí la realidad: niños que lloraban y lloraban por no estar con sus madres, no comían, solo lloraban y yo junto con ellos. Madres que llegaban tarde a recoger a sus vástagos debido a jornadas de 12, 14 horas obligadas a cumplir”. Recuerda que había desde bebés pero niños de 3, 4, 5 años, hasta de 10 años que ya conocen a sus madres, las extrañaban”.

“De ahí di el salto al surco y vi y viví la otra realidad en carne propia: las constantes violaciones a los derechos humanos y laborales de las jornaleras, el acoso sexual y el abuso de poder de parte de los patrones, quienes suelen proponer trabajo a cambio de favores sexuales”, relata.

Todas esas situaciones las enfrentamos a diario durante años. “Pero todo tiene un límite. Un día llegamos al hartazgo e iniciamos un paro laboral para exigir mejores condiciones de trabajo en los campos”.

Así nació el SINDJA hace 7 años. Al principio estaba representado por puros varones; pero no fue por mucho tiempo.

Refiere que en 2017, se organizó una caravana de jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín. “Me invitaron a participar como secretaria de Equidad de Género del SINDJA. Contratada por una empresa agrícola, me negaron el permiso para ausentarme. Era el 4 de marzo.

El contingente de jornaleros salió de San Quintín y recorrió varios Estados de la República. “Dejé mi trabajo para llevar la voz de miles de jornaleras agrícolas a todas las regiones del país”, rememora.

Y también recuerda que el vocero oficial de la Alianza Nacional de Organizaciones por la Justicia Social del Valle de San Quintín, Fidel Sánchez Gabriel, “me ordenaba lo qué tenía que decir”.

“Así lo hice hasta que me cansé, me harté. Había cosas que quería decir, que personalmente las vivía dentro de la empresa donde trabajaba y que no tenía libertad de hacerlo”.

“Me rebelé contra el patriarcado, uno de los más grandes obstáculos de la lucha sindical por la democracia y la libertad y empecé a decir lo que sentía, lo que quería, en las tribunas, en los actos con mis compañeros jornaleros”.

Refiere que siempre ha contado con el apoyo de su familia. “Eso me ha impulsado”, confía.

También pensé que mi osadía, me traería el rechazo de mis compañeros de trabajo; pero el efecto fue contrario, me empezaron a invitar a juntas, a asambleas, acuerdos y todo. Mi vida dejó de ser normal.

¡Nunca tiré la toalla!, siempre estuve y estoy al píe del cañón. Y en un abrir y cerrar de ojos, Abelina Ramírez López, se convirtió en la secretaria general del SINDJA. Y con ello, sentó un precedente al ser uno de los pocos sindicatos con una mujer al frente, en una posición de toma de decisiones.

El camino no ha sido fácil

También refiere, “que el camino no ha sido fácil. Me enfrenté en múltiples ocasiones al machismo imperante al interior del gremio. Al convertirme en secretaria general le arrebaté a la Alianza Nacional la posibilidad de censurarme”, dice.

Y acota: “En el grupo de lucha, todavía encuentro ese machismo, eso de que uno como mujer no puede ser libre, externar lo que siente, opina o piensa. Es como si nos dijeran: ¡Tú no tienes derecho a opinar!”.

Pero reconoce y sostiene que “en el sector jornalero, todavía es muy difícil que las mujeres se rebelen a esa creencia. Es difícil encontrar mujeres que sean rebeldes con causa y que digan: ¡No es lo que tú digas, sino lo que más conviene al movimiento!

A pesar de todo eso, un grupo de mujeres tratamos de romper esas barreras ideológicas, afirma con énfasis.

Y esta mujer menudita, seria, muy seria, no se arredra y ahora se presenta y participa en reuniones como la del pasado agosto en el Foro Internacional “A 3 años de la Reforma; el futuro del movimiento laboral en México”, que organizó el Labor Center de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

“Siempre en defensa de los derechos de los jornaleros agrícolas”, manifiesta. “Nos tomamos muy en serio nuestro papel, en la defensa de los derechos humanos y laborales de los jornaleros, entre 60 mil y 70 mil en el Valle de San Quintín”.

Refiere: “Sí bien han mejorado las cosas, ahorita vivimos un problema de desintegración familiar muy serio: las empresas no contratan a mujeres con hijos, por no instalar estancias infantiles. Solo dan trabajo a mujeres solas o a matrimonios sin hijos”.

Y contribuye el hecho de que cuando los maridos se van a trabajar a los Estados Unidos, muchos no regresan, encuentran otra pareja allá y entonces hay gran cantidad de madres solteras, que tienen que luchar y trabajar para sacar adelante a sus hijos. Ellas salen a trabajar y los niños se quedan en los pueblos con los abuelos o parientes.

“Ahora que tenemos a mujeres que defienden los derechos de otras mujeres a ellas las atendemos también, dice con firmeza”. Y sigue en la lucha, esta mujer lideresa sindical de los jornaleros agrícolas.

Hoy es una diligente y activa lideresa de los jornaleros en el Valle de San Quintín. Originaria de la región zapoteca, del municipio de Miahuatlán de Porfirio Díaz, dejó los bellos Valles Centrales oaxaqueños para buscar otros aires y se fue junto con su familia hasta la orilla noroeste de la patria, hasta Baja California.

En busca de una mejor vida, se tropezó con toda la crudeza del no respeto a los derechos de los trabajadores, de las y los jornaleros agrícolas; pero su primer golpe de realidad fue el trabajar en una estancia infantil del IMSS “y llorar junto con los niños porque en nuestros pueblos, las madres nunca nos separamos de nuestros hijos. Y ellos estaban separados de sus madres”.

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Es Abelina Ramírez López, dirigente del Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas (SINDJA), quien refiere a El Sol de México las vicisitudes que encontró, que vivió y que la llevaron a romper con todas esas cadenas de opresión, acoso y hostilidad, sobre todo para las mujeres jornaleras agrícolas y convertirse en líder de sus pares.

Con poco más de 4 lustros de vivir en Baja California, a donde llegó junto con su esposo e hijos contratada en Oaxaca, en el despuntar del nuevo siglo, por la empresa Santa Cruz, para trabajar por 6 meses en la pizca de tomate, chile y pepino, el contar con sus documentos de identidad, la llevaron a laborar en la estancia infantil del IMSS, que los exigía para cubrir ese puesto.

“Éramos 43 personas las que íbamos en el camión. Yo con mi esposo y una niña en brazos de 8 meses y por ser la única con mis documentos de identidad, me ubicaron como empleada de la guardería”.

“Ahí conocí la realidad: niños que lloraban y lloraban por no estar con sus madres, no comían, solo lloraban y yo junto con ellos. Madres que llegaban tarde a recoger a sus vástagos debido a jornadas de 12, 14 horas obligadas a cumplir”. Recuerda que había desde bebés pero niños de 3, 4, 5 años, hasta de 10 años que ya conocen a sus madres, las extrañaban”.

“De ahí di el salto al surco y vi y viví la otra realidad en carne propia: las constantes violaciones a los derechos humanos y laborales de las jornaleras, el acoso sexual y el abuso de poder de parte de los patrones, quienes suelen proponer trabajo a cambio de favores sexuales”, relata.

Todas esas situaciones las enfrentamos a diario durante años. “Pero todo tiene un límite. Un día llegamos al hartazgo e iniciamos un paro laboral para exigir mejores condiciones de trabajo en los campos”.

Así nació el SINDJA hace 7 años. Al principio estaba representado por puros varones; pero no fue por mucho tiempo.

Refiere que en 2017, se organizó una caravana de jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín. “Me invitaron a participar como secretaria de Equidad de Género del SINDJA. Contratada por una empresa agrícola, me negaron el permiso para ausentarme. Era el 4 de marzo.

El contingente de jornaleros salió de San Quintín y recorrió varios Estados de la República. “Dejé mi trabajo para llevar la voz de miles de jornaleras agrícolas a todas las regiones del país”, rememora.

Y también recuerda que el vocero oficial de la Alianza Nacional de Organizaciones por la Justicia Social del Valle de San Quintín, Fidel Sánchez Gabriel, “me ordenaba lo qué tenía que decir”.

“Así lo hice hasta que me cansé, me harté. Había cosas que quería decir, que personalmente las vivía dentro de la empresa donde trabajaba y que no tenía libertad de hacerlo”.

“Me rebelé contra el patriarcado, uno de los más grandes obstáculos de la lucha sindical por la democracia y la libertad y empecé a decir lo que sentía, lo que quería, en las tribunas, en los actos con mis compañeros jornaleros”.

Refiere que siempre ha contado con el apoyo de su familia. “Eso me ha impulsado”, confía.

También pensé que mi osadía, me traería el rechazo de mis compañeros de trabajo; pero el efecto fue contrario, me empezaron a invitar a juntas, a asambleas, acuerdos y todo. Mi vida dejó de ser normal.

¡Nunca tiré la toalla!, siempre estuve y estoy al píe del cañón. Y en un abrir y cerrar de ojos, Abelina Ramírez López, se convirtió en la secretaria general del SINDJA. Y con ello, sentó un precedente al ser uno de los pocos sindicatos con una mujer al frente, en una posición de toma de decisiones.

El camino no ha sido fácil

También refiere, “que el camino no ha sido fácil. Me enfrenté en múltiples ocasiones al machismo imperante al interior del gremio. Al convertirme en secretaria general le arrebaté a la Alianza Nacional la posibilidad de censurarme”, dice.

Y acota: “En el grupo de lucha, todavía encuentro ese machismo, eso de que uno como mujer no puede ser libre, externar lo que siente, opina o piensa. Es como si nos dijeran: ¡Tú no tienes derecho a opinar!”.

Pero reconoce y sostiene que “en el sector jornalero, todavía es muy difícil que las mujeres se rebelen a esa creencia. Es difícil encontrar mujeres que sean rebeldes con causa y que digan: ¡No es lo que tú digas, sino lo que más conviene al movimiento!

A pesar de todo eso, un grupo de mujeres tratamos de romper esas barreras ideológicas, afirma con énfasis.

Y esta mujer menudita, seria, muy seria, no se arredra y ahora se presenta y participa en reuniones como la del pasado agosto en el Foro Internacional “A 3 años de la Reforma; el futuro del movimiento laboral en México”, que organizó el Labor Center de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

“Siempre en defensa de los derechos de los jornaleros agrícolas”, manifiesta. “Nos tomamos muy en serio nuestro papel, en la defensa de los derechos humanos y laborales de los jornaleros, entre 60 mil y 70 mil en el Valle de San Quintín”.

Refiere: “Sí bien han mejorado las cosas, ahorita vivimos un problema de desintegración familiar muy serio: las empresas no contratan a mujeres con hijos, por no instalar estancias infantiles. Solo dan trabajo a mujeres solas o a matrimonios sin hijos”.

Y contribuye el hecho de que cuando los maridos se van a trabajar a los Estados Unidos, muchos no regresan, encuentran otra pareja allá y entonces hay gran cantidad de madres solteras, que tienen que luchar y trabajar para sacar adelante a sus hijos. Ellas salen a trabajar y los niños se quedan en los pueblos con los abuelos o parientes.

“Ahora que tenemos a mujeres que defienden los derechos de otras mujeres a ellas las atendemos también, dice con firmeza”. Y sigue en la lucha, esta mujer lideresa sindical de los jornaleros agrícolas.

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