/ viernes 14 de febrero de 2020

Columna Invitada | Los puentes, el turismo y el civismo

En México la actividad turística es una de las actividades económicas más importantes, según la Cuenta Satélite de Turismo en 2018 esta actividad representó el 8.7% del PIB nacional, porcentaje que ha sido similar desde 1993, año desde el cual se tiene registro. También es importante resaltar que más del 80% del total de PIB turístico (PIBT) es generado gracias al llamado “turismo doméstico”, que es el turismo que hacen dentro del país las personas residentes de México, por ello es comprensible que al tocar la posibilidad de que se eliminen los “puentes” o “fines de semana largos” se voltee a ver dicha actividad.

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Uno de los primeros en señalar el “terrible error” en el que se caería en caso de tomarse esa medida, fue el ex presidente Felipe Calderón, pero ¿qué tan cierto hay en eso?, según los datos oficiales de Inegi y Datatur no mucho. La propuesta contempla tres fines de semana largos que son en los meses de febrero, marzo y noviembre, si se revisan las cifras de afluencia turística se podrá contemplar que el mayor número de afluencia se registra en los meses de temporada alta, es decir, en los meses en donde hay vacaciones, como lo son las vacaciones de verano, las de diciembre y las de Semana Santa. También llamó la atención el comunicado emitido por personas ligadas al sector hotelero con respecto a la afectación que sufrirían en caso de que los puentes fueran eliminados, sin embargo, a simple vista la ocupación hotelera no parece estar muy ligada a los puentes, por ejemplo, en 2018 el mes en el que menos ocupación hotelera se registró fue el mes de febrero, seguido de enero y septiembre, el mes en el que hubo mayor número de registros fue en julio, seguido de diciembre y octubre.

Por otro lado no se debe de dejar de lado el hecho de que en la mayoría de los casos los motivos de viaje de los turistas nacionales responde a más que el simple placer de viajar y conocer nuevos lugares, como lo son los motivos relacionados con la visita de familiares y con la asistencia a eventos o sitios religiosos en fechas específicas del año. Es por esto que en la posibilidad de haber alguna afectación ésta sea en localidades específicas que ofrecen festividades o conmemoraciones que coinciden con las fechas de los fines de semana largos. Tal es el caso de Sonora, cuyas comunidades están repletas de tradiciones que atraen a visitantes a lo largo del año.

Aunque en el caso del Estado la mayor cantidad de gente que visita otras localidades lo hace también en temporada alta, hay sitios en los que fuera de estas temporadas hay fechas específicas en las que, que a decir por los pobladores, reciben gran derrama económica. En conclusión si se analizan las cifras macro, se tiene que los fines de semana largos no han sido influencia determinante en la afluencia turística ni en el porcentaje que participa en el PIB, aunque sin duda no se trata de una causalidad, hay innumerables motivos que influyen en el número de turistas y cantidad de dinero derramado pues desde 1993 el PIBT se ha mantenido en crecimiento constante, excepto en 2009 y esto fue probablemente resultado de la crisis de 2008.

Por otra parte la razón por la cual se desea la eliminación de los fines de semana largos se queda vaga y sin sentido, pues algunos especialistas señalan que por sí solo el día de asueto en la fecha conmemorativa no hará que las personas recuerden la razón por la cual existe dicho asueto, y algunos docentes expresan que esto traerá como consecuencia un mayor ausentismo escolar imposibilitando a las madres y padres aprovechar el “puente” para realizar otra actividades en beneficio de todos, por lo que proponen que de tomarse la medida, también se emitan indicaciones para que se aborde el tema con las y los alumnos debidamente durante las clases del día.

Pero lo que concierne al ámbito escolar es otro tema. Por lo pronto, es posible estar seguros que la eliminación de dos, o cuando mucho tres puentes de semana largos, no colapsará la actividad turística de México, pero sí afectará de manera sumamente localizada, aunque nada relevante frente a las millonarias cantidades que se manejan en el sector.

En México la actividad turística es una de las actividades económicas más importantes, según la Cuenta Satélite de Turismo en 2018 esta actividad representó el 8.7% del PIB nacional, porcentaje que ha sido similar desde 1993, año desde el cual se tiene registro. También es importante resaltar que más del 80% del total de PIB turístico (PIBT) es generado gracias al llamado “turismo doméstico”, que es el turismo que hacen dentro del país las personas residentes de México, por ello es comprensible que al tocar la posibilidad de que se eliminen los “puentes” o “fines de semana largos” se voltee a ver dicha actividad.

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Uno de los primeros en señalar el “terrible error” en el que se caería en caso de tomarse esa medida, fue el ex presidente Felipe Calderón, pero ¿qué tan cierto hay en eso?, según los datos oficiales de Inegi y Datatur no mucho. La propuesta contempla tres fines de semana largos que son en los meses de febrero, marzo y noviembre, si se revisan las cifras de afluencia turística se podrá contemplar que el mayor número de afluencia se registra en los meses de temporada alta, es decir, en los meses en donde hay vacaciones, como lo son las vacaciones de verano, las de diciembre y las de Semana Santa. También llamó la atención el comunicado emitido por personas ligadas al sector hotelero con respecto a la afectación que sufrirían en caso de que los puentes fueran eliminados, sin embargo, a simple vista la ocupación hotelera no parece estar muy ligada a los puentes, por ejemplo, en 2018 el mes en el que menos ocupación hotelera se registró fue el mes de febrero, seguido de enero y septiembre, el mes en el que hubo mayor número de registros fue en julio, seguido de diciembre y octubre.

Por otro lado no se debe de dejar de lado el hecho de que en la mayoría de los casos los motivos de viaje de los turistas nacionales responde a más que el simple placer de viajar y conocer nuevos lugares, como lo son los motivos relacionados con la visita de familiares y con la asistencia a eventos o sitios religiosos en fechas específicas del año. Es por esto que en la posibilidad de haber alguna afectación ésta sea en localidades específicas que ofrecen festividades o conmemoraciones que coinciden con las fechas de los fines de semana largos. Tal es el caso de Sonora, cuyas comunidades están repletas de tradiciones que atraen a visitantes a lo largo del año.

Aunque en el caso del Estado la mayor cantidad de gente que visita otras localidades lo hace también en temporada alta, hay sitios en los que fuera de estas temporadas hay fechas específicas en las que, que a decir por los pobladores, reciben gran derrama económica. En conclusión si se analizan las cifras macro, se tiene que los fines de semana largos no han sido influencia determinante en la afluencia turística ni en el porcentaje que participa en el PIB, aunque sin duda no se trata de una causalidad, hay innumerables motivos que influyen en el número de turistas y cantidad de dinero derramado pues desde 1993 el PIBT se ha mantenido en crecimiento constante, excepto en 2009 y esto fue probablemente resultado de la crisis de 2008.

Por otra parte la razón por la cual se desea la eliminación de los fines de semana largos se queda vaga y sin sentido, pues algunos especialistas señalan que por sí solo el día de asueto en la fecha conmemorativa no hará que las personas recuerden la razón por la cual existe dicho asueto, y algunos docentes expresan que esto traerá como consecuencia un mayor ausentismo escolar imposibilitando a las madres y padres aprovechar el “puente” para realizar otra actividades en beneficio de todos, por lo que proponen que de tomarse la medida, también se emitan indicaciones para que se aborde el tema con las y los alumnos debidamente durante las clases del día.

Pero lo que concierne al ámbito escolar es otro tema. Por lo pronto, es posible estar seguros que la eliminación de dos, o cuando mucho tres puentes de semana largos, no colapsará la actividad turística de México, pero sí afectará de manera sumamente localizada, aunque nada relevante frente a las millonarias cantidades que se manejan en el sector.