/ martes 18 de enero de 2022

Democracia y debate | Miedo

Son las emociones los grandes detonadores del comportamiento humano, son factores clave en la práctica social e individual. Así determina el comportamiento nuestro cerebro conectado a otras redes, que conectadas en redes nos hacen actuar de uno u otra manera.

El miedo es, considero la mayor de las emociones, la más fundamental del ser humano, es gracias al miedo que estamos vivos, ya que desde el origen de los tiempos el miedo a lo desconocido, a los ataques de animales más grandes o a los fenómenos naturales provocan acciones de resguardo, de protección o de escape y es así que somos hijos de hombres y mujeres que tuvieron miedo y se pusieron a salvo, y así prosperaron más tiempo, por el contrario los que con valor enfrentaron a los animales más grandes, a la naturaleza, murieron y evidentemente por lo menos en este mundo no prosperaron. Sin embargo, el miedo elimina el espíritu crítico y concentra la atención en los procesos que aseguran protección inmediata y un marco seguro, lo cual puede tener incluso consecuencias terribles, generadas por el caos.

Pero también es el miedo lo que nos paraliza, nubla nuestra mente y provoca la inacción que también puede llevarnos a grandes males personales o sociales, genera desconcierto, depresiones profundas, encierro, aislamiento, entre otras acciones que movidas por el miedo o paralizadas por este tienen consecuencias nocivas.

¿Entonces?

Nada como el justo equilibrio, nada como el no ser tibio, nada como una dosis de miedo que podemos llamar prudencia y una dosis de valor que podemos llamar resistencia, así es que entre la prudencia y la resistencia podemos enfrentarnos a la vida, a los sistemas, al poder e incluso a nosotros mismos.

Vivir tiene su costo y este en parte es enfrentarnos a lo desconocido, vivir en sociedad tiene un costo elevado que tiene que ver con los sistemas de organización social como la democracia, el pago de impuestos, el cumplimiento de las leyes, en fin, una serie de obligaciones y derechos que debemos cumplir para vivir de alguna manera protegidos por un sistema.

Quienes controlan los sistemas sociales saben que tenemos miedo y lo usan en nuestra contra, para evitar que levantemos la voz o para que actuemos según ellos consideran lo debemos hacer, así que la clave de la libertad puede estar en el justo equilibrio como lo he señalado entre la prudencia y la resistencia.

Pensemos, frente a los procesos electorales que vivimos unos y otros intentan generar miedo para que votemos por unos o por otros; El mercado vive del miedo y de la incertidumbre, provocando así caídas y subidas que generan riqueza y pobreza; Guerras sin sentido han sido movidas por el miedo.

¿Entonces?

Equilibrio en nuestra vida, con prudencia y resistencia para enfrentar lo que venga, social, familiar, personal, laboral, etc. Así podremos resistir al poder y a los muchos intentos de persuasión, en la construcción del poder.

Tener miedo no es malo, lo malo es quedar paralizado por el mismo y ser sólo un objeto del poder.


Son las emociones los grandes detonadores del comportamiento humano, son factores clave en la práctica social e individual. Así determina el comportamiento nuestro cerebro conectado a otras redes, que conectadas en redes nos hacen actuar de uno u otra manera.

El miedo es, considero la mayor de las emociones, la más fundamental del ser humano, es gracias al miedo que estamos vivos, ya que desde el origen de los tiempos el miedo a lo desconocido, a los ataques de animales más grandes o a los fenómenos naturales provocan acciones de resguardo, de protección o de escape y es así que somos hijos de hombres y mujeres que tuvieron miedo y se pusieron a salvo, y así prosperaron más tiempo, por el contrario los que con valor enfrentaron a los animales más grandes, a la naturaleza, murieron y evidentemente por lo menos en este mundo no prosperaron. Sin embargo, el miedo elimina el espíritu crítico y concentra la atención en los procesos que aseguran protección inmediata y un marco seguro, lo cual puede tener incluso consecuencias terribles, generadas por el caos.

Pero también es el miedo lo que nos paraliza, nubla nuestra mente y provoca la inacción que también puede llevarnos a grandes males personales o sociales, genera desconcierto, depresiones profundas, encierro, aislamiento, entre otras acciones que movidas por el miedo o paralizadas por este tienen consecuencias nocivas.

¿Entonces?

Nada como el justo equilibrio, nada como el no ser tibio, nada como una dosis de miedo que podemos llamar prudencia y una dosis de valor que podemos llamar resistencia, así es que entre la prudencia y la resistencia podemos enfrentarnos a la vida, a los sistemas, al poder e incluso a nosotros mismos.

Vivir tiene su costo y este en parte es enfrentarnos a lo desconocido, vivir en sociedad tiene un costo elevado que tiene que ver con los sistemas de organización social como la democracia, el pago de impuestos, el cumplimiento de las leyes, en fin, una serie de obligaciones y derechos que debemos cumplir para vivir de alguna manera protegidos por un sistema.

Quienes controlan los sistemas sociales saben que tenemos miedo y lo usan en nuestra contra, para evitar que levantemos la voz o para que actuemos según ellos consideran lo debemos hacer, así que la clave de la libertad puede estar en el justo equilibrio como lo he señalado entre la prudencia y la resistencia.

Pensemos, frente a los procesos electorales que vivimos unos y otros intentan generar miedo para que votemos por unos o por otros; El mercado vive del miedo y de la incertidumbre, provocando así caídas y subidas que generan riqueza y pobreza; Guerras sin sentido han sido movidas por el miedo.

¿Entonces?

Equilibrio en nuestra vida, con prudencia y resistencia para enfrentar lo que venga, social, familiar, personal, laboral, etc. Así podremos resistir al poder y a los muchos intentos de persuasión, en la construcción del poder.

Tener miedo no es malo, lo malo es quedar paralizado por el mismo y ser sólo un objeto del poder.