/ martes 2 de agosto de 2022

Un ciudadano pensó | Cuando recién llegué a este mundo...

Sólo empecé a escribir esto, dejándome llevar por mis sentimientos de lo que estamos viviendo en el planeta Tierra con todo esto que mucha gente cree que empezó con la pandemia. Ya les he comentado en otros escritos que cuando llegué al planeta y que tomé conciencia de mí aquí… Recuerdo que pensé que algo no estaba bien en este mundo y no era lógico. Bueno, cuando empezaron los medios a finales de 2019 a comunicar muy organizadamente que un virus se había escapado de un laboratorio de Wuhan en China o que un ciudadano chino se aventó unos tacos de murciélago que tenían el dichoso virus… Lo primero que pensé fue, aquí algo no está bien, aquí algo carece de lógica y me bota en mi mente. Sentí que tenía un Déjà vu, es decir, sentí que ya había vivido esto.

Por aquellos tiempos, de mi primer desacuerdo con lo que el mundo me ponía delante mío, yo tenía alrededor de 4 ó 5 años, sí lo sé, muy joven, pero me acuerdo, ese tipo de experiencias me marcaron de por vida. A mi pobre padre lo atosigaba con mil preguntas por minuto… Si me hubiese conocido Joaquín Salvador Lavado Tejón,conocido bajo el seudónimo de Quino, autor de Mafalda, seguramente se hubiese inspirado por mí para ese cuentito donde el hermanito de Mafalda le está preguntando a ella, “¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?...” y ella reflexiona “Tan joven y ya es candidato a la horca”. Mi madre me tenía más paciencia o le hacía gracia mi temprana perspicacia. A esas edades tan bellas de los seres humanos, no tenemos filtro y mucha inocencia, es una mezcla potente y divina.

Recuerdo como una de las etapas más felices de mi experiencia de esta “vida”. Si algo me apasiona, es descubrir, es jalar ese hilo para ver a dónde me lleva, si veo un cerro o una montaña, quiero subirla para ver qué hay detrás de ella y si hay otra quiero ir allá subirla y ver qué hay detrás y así sin parar. En esos tiempos, a todo mi alrededor, el medio ambiente me proporcionaba suficientes misterios para satisfacer mi curiosidad, insectos, plantas y sus flores, el aire, las nubes, la lluvia, los rayos… Este mundo es genial, recuerdo que sentía esa emoción. Más o menos por ese mismo tiempo descubrí el dolor en sus diferentes facetas por lo que debí ser más cuidadoso en mis exploraciones e investigaciones. Recuerdo que la primera vez que fui… o que recuerdo haber ido a una clínica u hospital, no me gustó nada el lugar desde el momento en que crucé la puerta hacia dentro. Desde el olor, para mí desde ese momento era “el olor a hospital” y menos me gustó cuando me inyectaron una nalga por no sé qué enfermedad que tuve.

Era tanta mi curiosidad (Aún lo es) que una noche me despierto en mi cuna por un extraño ruido, era fuerte. Era tan joven e inexperto que no sabía con qué comparar ese ruido. Todavía no había aprendido sobre el miedo, sólo tenía el miedo instintivo. ¿Será un monstruo? Pensaba sin saber exactamente qué era un monstruo, apenas había escuchado algo decir a mis padres sobre ese señor. Seguía escuchando ese gruñido… La casa estaba oscura y por las persianas de las ventanas se colaban luces y reflejos de la calle y le daban al ambiente un toque que me alertaba y más cada vez que escuchaba al monstruo. ¿Cómo será un monstruo? Pensaba, la curiosidad se apoderaba de mí. Y pues miedo instintivo o no, me levanté, me descolgué de mi camita cuna y de puntitas, muy despacio fui avanzando en la oscuridad siguiendo el sonido de donde venía. Llegué a la puerta de mi cuarto y me asomé al pasillo, había sombras que se movían por paredes y pisos… Había viento fuera de casa y las ramas de los árboles proyectaban estas sombras, a las que no les presté atención, porque mi objetivo era ver qué era ese sonido, que se hacía más fuerte mientras avanzaba de puntitas por el pasillo, cuando me acercaba a la puerta del cuarto de mis padres el sonido era más fuerte y ahí sí me preocupé porque aquello que hacía el sonido estaba dentro de su cuarto. Entré buscando a aquello y vi a mi padre que después de hincharse se desinflaba y emitía ese sonido… ¡Entonces mi papá hace ese ruido dormido! Ok todo bien pensé reconfortado y rodeado de oscuridad y sombras me regresé a mi cuarto, trepé a mi camita cuna y me dormí. 1CP

Sólo empecé a escribir esto, dejándome llevar por mis sentimientos de lo que estamos viviendo en el planeta Tierra con todo esto que mucha gente cree que empezó con la pandemia. Ya les he comentado en otros escritos que cuando llegué al planeta y que tomé conciencia de mí aquí… Recuerdo que pensé que algo no estaba bien en este mundo y no era lógico. Bueno, cuando empezaron los medios a finales de 2019 a comunicar muy organizadamente que un virus se había escapado de un laboratorio de Wuhan en China o que un ciudadano chino se aventó unos tacos de murciélago que tenían el dichoso virus… Lo primero que pensé fue, aquí algo no está bien, aquí algo carece de lógica y me bota en mi mente. Sentí que tenía un Déjà vu, es decir, sentí que ya había vivido esto.

Por aquellos tiempos, de mi primer desacuerdo con lo que el mundo me ponía delante mío, yo tenía alrededor de 4 ó 5 años, sí lo sé, muy joven, pero me acuerdo, ese tipo de experiencias me marcaron de por vida. A mi pobre padre lo atosigaba con mil preguntas por minuto… Si me hubiese conocido Joaquín Salvador Lavado Tejón,conocido bajo el seudónimo de Quino, autor de Mafalda, seguramente se hubiese inspirado por mí para ese cuentito donde el hermanito de Mafalda le está preguntando a ella, “¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?...” y ella reflexiona “Tan joven y ya es candidato a la horca”. Mi madre me tenía más paciencia o le hacía gracia mi temprana perspicacia. A esas edades tan bellas de los seres humanos, no tenemos filtro y mucha inocencia, es una mezcla potente y divina.

Recuerdo como una de las etapas más felices de mi experiencia de esta “vida”. Si algo me apasiona, es descubrir, es jalar ese hilo para ver a dónde me lleva, si veo un cerro o una montaña, quiero subirla para ver qué hay detrás de ella y si hay otra quiero ir allá subirla y ver qué hay detrás y así sin parar. En esos tiempos, a todo mi alrededor, el medio ambiente me proporcionaba suficientes misterios para satisfacer mi curiosidad, insectos, plantas y sus flores, el aire, las nubes, la lluvia, los rayos… Este mundo es genial, recuerdo que sentía esa emoción. Más o menos por ese mismo tiempo descubrí el dolor en sus diferentes facetas por lo que debí ser más cuidadoso en mis exploraciones e investigaciones. Recuerdo que la primera vez que fui… o que recuerdo haber ido a una clínica u hospital, no me gustó nada el lugar desde el momento en que crucé la puerta hacia dentro. Desde el olor, para mí desde ese momento era “el olor a hospital” y menos me gustó cuando me inyectaron una nalga por no sé qué enfermedad que tuve.

Era tanta mi curiosidad (Aún lo es) que una noche me despierto en mi cuna por un extraño ruido, era fuerte. Era tan joven e inexperto que no sabía con qué comparar ese ruido. Todavía no había aprendido sobre el miedo, sólo tenía el miedo instintivo. ¿Será un monstruo? Pensaba sin saber exactamente qué era un monstruo, apenas había escuchado algo decir a mis padres sobre ese señor. Seguía escuchando ese gruñido… La casa estaba oscura y por las persianas de las ventanas se colaban luces y reflejos de la calle y le daban al ambiente un toque que me alertaba y más cada vez que escuchaba al monstruo. ¿Cómo será un monstruo? Pensaba, la curiosidad se apoderaba de mí. Y pues miedo instintivo o no, me levanté, me descolgué de mi camita cuna y de puntitas, muy despacio fui avanzando en la oscuridad siguiendo el sonido de donde venía. Llegué a la puerta de mi cuarto y me asomé al pasillo, había sombras que se movían por paredes y pisos… Había viento fuera de casa y las ramas de los árboles proyectaban estas sombras, a las que no les presté atención, porque mi objetivo era ver qué era ese sonido, que se hacía más fuerte mientras avanzaba de puntitas por el pasillo, cuando me acercaba a la puerta del cuarto de mis padres el sonido era más fuerte y ahí sí me preocupé porque aquello que hacía el sonido estaba dentro de su cuarto. Entré buscando a aquello y vi a mi padre que después de hincharse se desinflaba y emitía ese sonido… ¡Entonces mi papá hace ese ruido dormido! Ok todo bien pensé reconfortado y rodeado de oscuridad y sombras me regresé a mi cuarto, trepé a mi camita cuna y me dormí. 1CP