/ martes 28 de junio de 2022

Un ciudadano pensó | Tantos rostros, tantas vidas… ¿Mismo objetivo?

Explorando muchos tipos de informaciones de tipo espiritual, esotérico, gnóstico, filosófico, etc. Continuamente me he encontrado con que la vida… La única que pensamos conocer, no es real. Vaya, lo que todos nosotros llamamos realidad, no es real. También me encuentro dentro de esas informaciones, que lo único real está dentro de mí y no afuera. Que lo de afuera de mí es una simulación. Entonces ¿Cómo esa “simulación” de pronto viene y me golpea en la cara? Y me dicen, “tú no tienes cara, la cara es del cuerpo que usas para moverte e interactuar con esta simulación llamada vida”.

Dejé por un tiempo de revisar esos datos y me fui a buscar otros temas que me llamaban la atención, pero en esos otros temas, volvió aparecer la vida que no es vida, la vida que sólo es… Apariencia. Hace tiempo que entendí que las mal llamadas coincidencias, en realidad, son mensajes de “algo” más allá de esta “realidad”, la fuente creadora, mi espíritu ascendido, mi ángel de la guarda… Tiene muchos nombres y personajes. Así que haciendo caso a la “coincidencia” retomé el tema de la vida simulada en la que vivimos.

La explicación más reciente que encontré y que ya venía formándose en mi mente y reforzada por mi intuición, era que la vida es como un juego de video. Lo voy a explicar tal cual le fui entendiendo:

Antes de venir a este mundo, estamos en “la entre vida” es decir, vivimos varias vidas y cuando salimos de una vida, pasamos un tiempo en ese lugar, pero supuestamente, debemos regresar a la vida y escogemos un personaje en el cual vamos a encarnar. Dicho personaje tiene un guión general de lo que es su vida. La cual podríamos seleccionar por cuestiones que nos convienen para nuestro crecimiento espiritual.

Parece algo similar a cuando jugamos un juego de video y seleccionamos un avatar o personaje para “jugar” al juego, sólo que en vez de ver una pantalla y mover desde afuera al personaje, entramos en el personaje y nos convertimos en este. Sólo que a diferencia de los juegos de video que en esta línea de tiempo conocemos, antes de meternos en el personaje, nos borran la memoria de ese momento entre vidas y todas las vidas que hemos vivido. Por lo tanto, con nuestra mente en blanco entramos al juego, es decir, nacemos. Empezamos de cero y vemos el juego (la vida) como lo único real que conocemos y conoceremos. Dejamos de tener la perspectiva del todo real para vivir en un puntito, en un pixel de la pantalla de la verdadera vida.

Si estás pensando que ha sido increíble lo que te digo, no es ni el inicio. En un juego de video si matas, robas, dejas, tomas, etc. no te crea ninguna responsabilidad… Porque es un juego, es ficticio. ¿No? Pero en el juego vida, es ficticio y al mismo tiempo no, porque el juego de la vida está conectado a lo que llaman el astral, el mundo de las almas, espíritus y demás personajes etéreos que me dice que es de donde realmente somos.

La gente se entretiene con series de Netflix, Paramount, HBO, etc. mientras que cada uno de los rostros con los que nos topamos en las calles, en la escuela, el trabajo, etc. son series, son historias de vida, son aprendizajes. Lo que llamamos vida real supera a todo lo que vemos en las películas o series. El círculo de nacer en este juego, jugarlo para después morir en el juego, nos mantiene en una distracción álmica tremenda. Somos engañados aquí y cuando dejamos el juego somos engañados “allá”. Por que según el Dr. Michael Newton en sus libros “Vida entre vidas” y Destino de las Almas, Con pacientes de él en los que practicó regresiones hipnóticas en las cuales, en algunos casos, durante las regresiones, sus pacientes no sólo regresaron a vidas anteriores, sino al momento o existencia entre una vida y la siguiente.

Curiosamente las personas decían durante el trance, que, al desencarnar de una vida, eran recibidos en ambientes que eran correspondientes a sus creencias religiosas, es decir, cristianos recibidos por Cristo, budistas por Buda, musulmanes por Mahoma, etc. En otros casos, eran recibidos por la persona con la que más se identificaron durante sus vidas, padre, madre, abuelos, etc. Pero donde todos coincidían era en que después de pasar un tiempo en “el cielo” quien los había recibido se acercaba y les informaba que debían volver a la tierra todos y se les pasaba a un área que se puede comparar con una sala de espera y donde debían hacer cola, si, tal cual. Donde eran atendidos por personajes que bien pudiésemos comparar su proceder con el de burócratas. Cuando llegaban a estar en posición de ser atendidos la “persona de la ventanilla” les mostraba tres opciones de vida que supuestamente eran seleccionadas de acuerdo a su proceso álmico y piden escoger una. Después de escoger los llevan a otra sala donde se les borra toda memoria de esos momentos y vidas anteriores y son devueltos a “nacer” en otro avatar o personaje. A esto, también se le llama, la rueda de samsara.

En realidad, no tenemos la obligación de regresar a vivir de nuevo, pero en el trayecto que debemos hacer a la Fuente Creadora, se encuentran seres cuyo interés es que regresemos al juego de “la vida” y para no violar la suprema ley del libre albedrío, montan un teatro para recibir a cada alma de acuerdo a lo que creía mientras estaba dentro del juego y luego le dan a escoger entre varios diferentes libretos de vidas y al escoger y aceptar, no se viola tu libre albedrío. Evitando que lleguen las almas a encontrarse con la Fuente de la creación.

Uno de los siete principios del hermetismo explicados en el libro “El Kybalión”, reza “como es arriba, es abajo” Es decir, si en el juego de “La vida” o “realidad” como la conocemos, hay embaucadores, ladrones y estafadores, también los hay en lo que llamamos “El más allá”. Lo que quiere decir, que sin importar donde estemos, debemos de estar alerta y si lo pensamos con calma, a ¿Quien siempre engañan los estafadores? A los distraídos, los ignorantes y a los indolentes (Indolente: [persona] Que tiene pereza y falta de voluntad para hacer una cosa.)

No importa cuántos rostros o vidas existan, todos tenemos el mismo objetivo, sentir y aprender de nuestro sentir y de los demás. Dicen que cada alma tiene su propio proceso, que cada uno tenemos una misión impuesta por nosotros mismos, mientras los seres sin alma, no tienen ningún objetivo en particular, tomar de nosotros, aunque sea por un momento, el poder sentir. Aun que, para ello, nos distraen a veces por muchas vidas… de nuestra misión. 1CP

Explorando muchos tipos de informaciones de tipo espiritual, esotérico, gnóstico, filosófico, etc. Continuamente me he encontrado con que la vida… La única que pensamos conocer, no es real. Vaya, lo que todos nosotros llamamos realidad, no es real. También me encuentro dentro de esas informaciones, que lo único real está dentro de mí y no afuera. Que lo de afuera de mí es una simulación. Entonces ¿Cómo esa “simulación” de pronto viene y me golpea en la cara? Y me dicen, “tú no tienes cara, la cara es del cuerpo que usas para moverte e interactuar con esta simulación llamada vida”.

Dejé por un tiempo de revisar esos datos y me fui a buscar otros temas que me llamaban la atención, pero en esos otros temas, volvió aparecer la vida que no es vida, la vida que sólo es… Apariencia. Hace tiempo que entendí que las mal llamadas coincidencias, en realidad, son mensajes de “algo” más allá de esta “realidad”, la fuente creadora, mi espíritu ascendido, mi ángel de la guarda… Tiene muchos nombres y personajes. Así que haciendo caso a la “coincidencia” retomé el tema de la vida simulada en la que vivimos.

La explicación más reciente que encontré y que ya venía formándose en mi mente y reforzada por mi intuición, era que la vida es como un juego de video. Lo voy a explicar tal cual le fui entendiendo:

Antes de venir a este mundo, estamos en “la entre vida” es decir, vivimos varias vidas y cuando salimos de una vida, pasamos un tiempo en ese lugar, pero supuestamente, debemos regresar a la vida y escogemos un personaje en el cual vamos a encarnar. Dicho personaje tiene un guión general de lo que es su vida. La cual podríamos seleccionar por cuestiones que nos convienen para nuestro crecimiento espiritual.

Parece algo similar a cuando jugamos un juego de video y seleccionamos un avatar o personaje para “jugar” al juego, sólo que en vez de ver una pantalla y mover desde afuera al personaje, entramos en el personaje y nos convertimos en este. Sólo que a diferencia de los juegos de video que en esta línea de tiempo conocemos, antes de meternos en el personaje, nos borran la memoria de ese momento entre vidas y todas las vidas que hemos vivido. Por lo tanto, con nuestra mente en blanco entramos al juego, es decir, nacemos. Empezamos de cero y vemos el juego (la vida) como lo único real que conocemos y conoceremos. Dejamos de tener la perspectiva del todo real para vivir en un puntito, en un pixel de la pantalla de la verdadera vida.

Si estás pensando que ha sido increíble lo que te digo, no es ni el inicio. En un juego de video si matas, robas, dejas, tomas, etc. no te crea ninguna responsabilidad… Porque es un juego, es ficticio. ¿No? Pero en el juego vida, es ficticio y al mismo tiempo no, porque el juego de la vida está conectado a lo que llaman el astral, el mundo de las almas, espíritus y demás personajes etéreos que me dice que es de donde realmente somos.

La gente se entretiene con series de Netflix, Paramount, HBO, etc. mientras que cada uno de los rostros con los que nos topamos en las calles, en la escuela, el trabajo, etc. son series, son historias de vida, son aprendizajes. Lo que llamamos vida real supera a todo lo que vemos en las películas o series. El círculo de nacer en este juego, jugarlo para después morir en el juego, nos mantiene en una distracción álmica tremenda. Somos engañados aquí y cuando dejamos el juego somos engañados “allá”. Por que según el Dr. Michael Newton en sus libros “Vida entre vidas” y Destino de las Almas, Con pacientes de él en los que practicó regresiones hipnóticas en las cuales, en algunos casos, durante las regresiones, sus pacientes no sólo regresaron a vidas anteriores, sino al momento o existencia entre una vida y la siguiente.

Curiosamente las personas decían durante el trance, que, al desencarnar de una vida, eran recibidos en ambientes que eran correspondientes a sus creencias religiosas, es decir, cristianos recibidos por Cristo, budistas por Buda, musulmanes por Mahoma, etc. En otros casos, eran recibidos por la persona con la que más se identificaron durante sus vidas, padre, madre, abuelos, etc. Pero donde todos coincidían era en que después de pasar un tiempo en “el cielo” quien los había recibido se acercaba y les informaba que debían volver a la tierra todos y se les pasaba a un área que se puede comparar con una sala de espera y donde debían hacer cola, si, tal cual. Donde eran atendidos por personajes que bien pudiésemos comparar su proceder con el de burócratas. Cuando llegaban a estar en posición de ser atendidos la “persona de la ventanilla” les mostraba tres opciones de vida que supuestamente eran seleccionadas de acuerdo a su proceso álmico y piden escoger una. Después de escoger los llevan a otra sala donde se les borra toda memoria de esos momentos y vidas anteriores y son devueltos a “nacer” en otro avatar o personaje. A esto, también se le llama, la rueda de samsara.

En realidad, no tenemos la obligación de regresar a vivir de nuevo, pero en el trayecto que debemos hacer a la Fuente Creadora, se encuentran seres cuyo interés es que regresemos al juego de “la vida” y para no violar la suprema ley del libre albedrío, montan un teatro para recibir a cada alma de acuerdo a lo que creía mientras estaba dentro del juego y luego le dan a escoger entre varios diferentes libretos de vidas y al escoger y aceptar, no se viola tu libre albedrío. Evitando que lleguen las almas a encontrarse con la Fuente de la creación.

Uno de los siete principios del hermetismo explicados en el libro “El Kybalión”, reza “como es arriba, es abajo” Es decir, si en el juego de “La vida” o “realidad” como la conocemos, hay embaucadores, ladrones y estafadores, también los hay en lo que llamamos “El más allá”. Lo que quiere decir, que sin importar donde estemos, debemos de estar alerta y si lo pensamos con calma, a ¿Quien siempre engañan los estafadores? A los distraídos, los ignorantes y a los indolentes (Indolente: [persona] Que tiene pereza y falta de voluntad para hacer una cosa.)

No importa cuántos rostros o vidas existan, todos tenemos el mismo objetivo, sentir y aprender de nuestro sentir y de los demás. Dicen que cada alma tiene su propio proceso, que cada uno tenemos una misión impuesta por nosotros mismos, mientras los seres sin alma, no tienen ningún objetivo en particular, tomar de nosotros, aunque sea por un momento, el poder sentir. Aun que, para ello, nos distraen a veces por muchas vidas… de nuestra misión. 1CP