/ jueves 24 de noviembre de 2022

Conoce el trágico amor de Coyote Iguana y Lola Casanova, la 'reina blanca' de los comcáac

La trágica historia de un guerrero seri que se enamora de una mujer blanca es contada por los sonorenses desde hace mucho tiempo

Sonora es tierra de tribus y guerreros inconquistables, también de leyendas más grandes que la vida misma pasadas de generación en generación entre los pueblos del desierto.

Entre estas historias no ha existido tragedia más grande que el romance entre el guerrero Coyote Iguana y la joven que se convertiría sin querer en la “reina blanca” de la tribu Comcáac, Lola Casanova.

De esta saga en la historia Sonorense se desconoce qué porción es realidad histórica y qué otra pertenece a la imaginación colectiva de miles de personas que la han contado, agregando cada una nuevos detalles.

Lee también: ¿Quién era Linda, la joven que bailó con el demonio en el Casino de Diablo?

La doctora Anna M. Hernández Poncela, antropóloga por la Universidad de Barcelona e investigadora en materias de Mujer Identidad y Poder, rescata esta versión de la historia de mano de autoras como Enriqueta Montaño de Parodi y Mirna Lorena Gálvez, para darnos un vistazo al México en sus años posteriores a la conquista.

La leyenda

Los caminos sonorenses del siglo XIX eran peligrosos para las caravanas de carretas que transitaban entre las poblaciones, todas regadas por territorios de las diferentes tribus en resistencia a la conquista; los viajeros avanzaban amontonados y vigilantes de cualquier movimiento en la maleza que anunciara a los nativos.

Entre los nombres más temidos de la época estaba Coyote Iguana, que comandaba a las legiones seris con letal eficacia en el combate contra el hombre blanco.

Los rumores decían que podía convertirse a voluntad en cualquiera de los dos animales para escapar del enemigo, o tomar la forma de un guerrero imparable gracias a la ayuda de los espíritus, que lo guiaban al rechazar los ataques primero de los españoles y después de los mexicanos.

Cuando se cuenta la leyenda de Coyote Iguana, se llega a decir que tenía poderes extraños, como convertirse en animal para pelear / Foto: Cortesía | Conafe

Aún así, lo que pasó a la historia sobre Coyote Iguana no fueron su arco y flecha, sino el día en que su corazón lo traicionó, cuando el destino lo juntó con aquella mujer que salió en carruaje desde Guaymas.

Lola Casanova, la reina de los seris

Tenía apenas 18 años, dicen algunos que de una belleza tan envidiable que había sido nombrada reina del Carnaval hacía poco tiempo. Aunque no era de la nobleza, a la joven Dolores Casanova nunca le había faltado nada, incluyendo los pretendientes.

Hija de padre español y madre mexicana, ella era blanca, pero no era una vida blanca lo que el destino le tenía preparado cuando se unió, junto a sus familiares, a una caravana con destino a la ciudad de Hermosillo.

Poco habría podido hacer ella desde el carruaje cuando, al llegar a un lugar llamado La Palmita, los temores de todos los viajeros se hicieron realidad: Una flecha rompió el aire y se clavó en la cabeza de uno de los carreros, de inmediato volaron en respuesta las balas hacia la espesura. Eran los seris.

Por momentos parecía que lograrían repeler el ataque, pero Coyote Iguana y sus hombres fueron implacables, y acabaron con todos; todos menos Lola Casanova.

Cuando Lola abrió los ojos tras el ataque se encontró cargada por un hombre alto, de piel cobriza quemada por el sol y fuerza tal que ella parecía flotar por el aire en sus brazos. Él apenas hablaba español, pero lo suficiente para, en ese momento de terror, prometerle todos los tesoros de la tierra.

Era el líder de los Comcáac, el hombre más poderoso y temido del mundo para ellos. Cuando pequeño la tribu lo capturó tras matar a su padre en combate, pero pronto le tomaron aprecio y respeto por sus habilidades para la guerra. Y ahora estaba enamorado de ella.

Dicen que él le prometió todos los tesoros de su nación para que se quedara con él, pero que al menos en ese primer momento lo que mantuvo inmovil a Lola fue el puro terror de su situación.

De un momento a otro las ilusiones de una vida junto a su gente, una gran boda con un hombre que amara, su familia, su ciudad natal, desaparecieron completamente para convertirse en la reina prisionera de un pueblo que desconocía.

Dicen que fueron los espíritus quienes dieorn poderes a Coyote Iguana para proteger a su tribu / Foto: Cortesía | Cofece

La reina blanca

En La Palmita, en las costas de Hermosillo, Lola aprendió poco a poco el estilo de vida de los seris, a pintarse la cara a la usanza, a vivir de la naturaleza. Incluso, se dice, que también llegó a enamorarse de Coyote Iguana, a quien tenía al mismo tiempo el temor y respeto de los suyos.

Aunque las mujeres rechazan a Lola en un principio, aprendieron a vivir con ella y respetar su lugar junto al jefe de la tribu, y ella correspondió a su lugar dándole a su primer heredero, que prometía ser el primero de una gran dinastía.

El nacimiento de Coyote Iguana II fue el corte definitivo de Lola con su vida pasada, había encontrado el amor incondicional hacia su familia demasiado grande como para regresar a su antigua vida incluso cuando se le presentó la oportunidad.

Cuando pudo visitar Hermosillo, se encontró con que su propia familia ya no la reconocía, y la sociedad le miraba con desprecio más que con compasión. Al poco tiempo regresó a la tierra donde era reina, extraña y odiada por muchos, pero una reina al final.

Pasaron los años, y hasta los grandes guerreros terminan por desgastarse. Coyote Iguana murió ante el desprecio de su tribu,que lanzó su cuerpo a los perros para que lo despedazaran, y Lola fue desplazada junto a sus hijos.

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Pero Coyote Iguana II estaba creciendo, y volviéndose también más sabio y más fuerte. Siendo un hombre logró recuperar el mando y condujo a la tribu por muchos años en compañía de su madre; a él muchos la comparan con la imagen de los nuevos mexicanos con las que los escritores nacionalistas quisieron volver a formar la imagen del país tras la independencia.

El más pequeño de los hermanos, nombrado aptamente Coyote Iguana III, resultó igual o más bravo que su hermano en la dirigencia de la tribu, y cuidó a Lola Casanova hasta el final de sus días, en los que se le veía sentada frente a su casa contemplando el ocaso, recordando otra playa, la de su Guaymas natal, y lo que pudo haber sido.

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Muchas leyendas giran en torno a la comunidad Comcáac, la de Coyote Iguana y Lola Casanova es una de la más famosas / Foto: Cortesía | Célida López

Sonora es tierra de tribus y guerreros inconquistables, también de leyendas más grandes que la vida misma pasadas de generación en generación entre los pueblos del desierto.

Entre estas historias no ha existido tragedia más grande que el romance entre el guerrero Coyote Iguana y la joven que se convertiría sin querer en la “reina blanca” de la tribu Comcáac, Lola Casanova.

De esta saga en la historia Sonorense se desconoce qué porción es realidad histórica y qué otra pertenece a la imaginación colectiva de miles de personas que la han contado, agregando cada una nuevos detalles.

Lee también: ¿Quién era Linda, la joven que bailó con el demonio en el Casino de Diablo?

La doctora Anna M. Hernández Poncela, antropóloga por la Universidad de Barcelona e investigadora en materias de Mujer Identidad y Poder, rescata esta versión de la historia de mano de autoras como Enriqueta Montaño de Parodi y Mirna Lorena Gálvez, para darnos un vistazo al México en sus años posteriores a la conquista.

La leyenda

Los caminos sonorenses del siglo XIX eran peligrosos para las caravanas de carretas que transitaban entre las poblaciones, todas regadas por territorios de las diferentes tribus en resistencia a la conquista; los viajeros avanzaban amontonados y vigilantes de cualquier movimiento en la maleza que anunciara a los nativos.

Entre los nombres más temidos de la época estaba Coyote Iguana, que comandaba a las legiones seris con letal eficacia en el combate contra el hombre blanco.

Los rumores decían que podía convertirse a voluntad en cualquiera de los dos animales para escapar del enemigo, o tomar la forma de un guerrero imparable gracias a la ayuda de los espíritus, que lo guiaban al rechazar los ataques primero de los españoles y después de los mexicanos.

Cuando se cuenta la leyenda de Coyote Iguana, se llega a decir que tenía poderes extraños, como convertirse en animal para pelear / Foto: Cortesía | Conafe

Aún así, lo que pasó a la historia sobre Coyote Iguana no fueron su arco y flecha, sino el día en que su corazón lo traicionó, cuando el destino lo juntó con aquella mujer que salió en carruaje desde Guaymas.

Lola Casanova, la reina de los seris

Tenía apenas 18 años, dicen algunos que de una belleza tan envidiable que había sido nombrada reina del Carnaval hacía poco tiempo. Aunque no era de la nobleza, a la joven Dolores Casanova nunca le había faltado nada, incluyendo los pretendientes.

Hija de padre español y madre mexicana, ella era blanca, pero no era una vida blanca lo que el destino le tenía preparado cuando se unió, junto a sus familiares, a una caravana con destino a la ciudad de Hermosillo.

Poco habría podido hacer ella desde el carruaje cuando, al llegar a un lugar llamado La Palmita, los temores de todos los viajeros se hicieron realidad: Una flecha rompió el aire y se clavó en la cabeza de uno de los carreros, de inmediato volaron en respuesta las balas hacia la espesura. Eran los seris.

Por momentos parecía que lograrían repeler el ataque, pero Coyote Iguana y sus hombres fueron implacables, y acabaron con todos; todos menos Lola Casanova.

Cuando Lola abrió los ojos tras el ataque se encontró cargada por un hombre alto, de piel cobriza quemada por el sol y fuerza tal que ella parecía flotar por el aire en sus brazos. Él apenas hablaba español, pero lo suficiente para, en ese momento de terror, prometerle todos los tesoros de la tierra.

Era el líder de los Comcáac, el hombre más poderoso y temido del mundo para ellos. Cuando pequeño la tribu lo capturó tras matar a su padre en combate, pero pronto le tomaron aprecio y respeto por sus habilidades para la guerra. Y ahora estaba enamorado de ella.

Dicen que él le prometió todos los tesoros de su nación para que se quedara con él, pero que al menos en ese primer momento lo que mantuvo inmovil a Lola fue el puro terror de su situación.

De un momento a otro las ilusiones de una vida junto a su gente, una gran boda con un hombre que amara, su familia, su ciudad natal, desaparecieron completamente para convertirse en la reina prisionera de un pueblo que desconocía.

Dicen que fueron los espíritus quienes dieorn poderes a Coyote Iguana para proteger a su tribu / Foto: Cortesía | Cofece

La reina blanca

En La Palmita, en las costas de Hermosillo, Lola aprendió poco a poco el estilo de vida de los seris, a pintarse la cara a la usanza, a vivir de la naturaleza. Incluso, se dice, que también llegó a enamorarse de Coyote Iguana, a quien tenía al mismo tiempo el temor y respeto de los suyos.

Aunque las mujeres rechazan a Lola en un principio, aprendieron a vivir con ella y respetar su lugar junto al jefe de la tribu, y ella correspondió a su lugar dándole a su primer heredero, que prometía ser el primero de una gran dinastía.

El nacimiento de Coyote Iguana II fue el corte definitivo de Lola con su vida pasada, había encontrado el amor incondicional hacia su familia demasiado grande como para regresar a su antigua vida incluso cuando se le presentó la oportunidad.

Cuando pudo visitar Hermosillo, se encontró con que su propia familia ya no la reconocía, y la sociedad le miraba con desprecio más que con compasión. Al poco tiempo regresó a la tierra donde era reina, extraña y odiada por muchos, pero una reina al final.

Pasaron los años, y hasta los grandes guerreros terminan por desgastarse. Coyote Iguana murió ante el desprecio de su tribu,que lanzó su cuerpo a los perros para que lo despedazaran, y Lola fue desplazada junto a sus hijos.

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Pero Coyote Iguana II estaba creciendo, y volviéndose también más sabio y más fuerte. Siendo un hombre logró recuperar el mando y condujo a la tribu por muchos años en compañía de su madre; a él muchos la comparan con la imagen de los nuevos mexicanos con las que los escritores nacionalistas quisieron volver a formar la imagen del país tras la independencia.

El más pequeño de los hermanos, nombrado aptamente Coyote Iguana III, resultó igual o más bravo que su hermano en la dirigencia de la tribu, y cuidó a Lola Casanova hasta el final de sus días, en los que se le veía sentada frente a su casa contemplando el ocaso, recordando otra playa, la de su Guaymas natal, y lo que pudo haber sido.

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Muchas leyendas giran en torno a la comunidad Comcáac, la de Coyote Iguana y Lola Casanova es una de la más famosas / Foto: Cortesía | Célida López

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