“Era ir un poco más allá del trabajo del reportero”, dice Manuel Borbón en entrevista sobre su trayectoria en el periodismo de espectáculos.
Quien fuera también editor, fotógrafo, conductor y docente ha formado una carrera de más de 40 años como una de las figuras más importantes y destacadas de los medios sonorenses, habiendo formado en el camino importantes amistades con figuras como Juan Gabriel, Valentín Elizalde, Lola Beltrán y Los Tigres del Norte.
“Nunca me metí en cosas personales. Podía hacer mucha amistad dentro de lo profesional. No hacía lo que no me gustaría que hicieran conmigo. Respetaba la intimidad del artista”.
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El ahora maestro jubilado y colaborador ocasional para radio y televisión también fue de los primeros reporteros en entrevistar en Hermosillo a personalidades como Vicente Fernández, Mijares y Luis Miguel (cuando “El Sol de México” era apenas un adolescente), cubriendo sus primeros conciertos al formar parte de las filas de uno de uno de los medios más importantes del noroeste del país a finales de los años setenta y principios de los ochenta.
Los caldos de Valentín Elizalde
Su profesionalismo y buen trato llevó a Manuel Borbón a entablar relaciones laborales y de amistad con importantes personalidades de la industria del entretenimiento, lo que inclusive repercutió en la carrera de otros grandes artistas, como Valentín Elizalde.
Borbón descubrió la música del “Gallo de Oro” gracias a un sobrino que le mostró sus primeras canciones.
Quedando asombrado por su peculiar registro vocal, el reportero de espectáculos no dudó en contactarlo para una entrevista, en un tiempo en que el cantante sonorense todavía no adquiría la fama que lo inmortalizaría tiempo después en la historia de la música mexicana.
“Cité a Valentín a través de otro amigo que lo conocía y nos vimos en una cafetería que estaba abajo del Hotel San Alberto”, recuerda Borbón. “Le pedí a mi amigo que se sentara volteando hacia la entrada y que me avisara cuando llegara él, porque todavía no conocía su cara. Y ya llegó y me levanto y de que: '¿Qué tal, Valentin? '. Y él: '¿Me conoce?'. 'Sí, pues cómo no. Todo el mundo habla de ti ahorita'.
“Y ya empezamos a platicar… Le pregunté si tenía fotos y me enseñó unas muy feas que le habían tomado por allá en Huatabampo. Y le dije que me gustaría tomarle una foto y me respondió que no tenía dinero. 'No, si no te voy a cobrar, es tomarte fotos para la entrevista'. 'Ah, bueno, entonces así sí'.
El músico que terminaría convirtiéndose en el intérprete de clásicos como “Vete Ya” y “Te Quiero Así” confesó en ese encuentro que su sueño era firmar con una gran disquera y tiempo después Manuel Borbón contactó a Toño Silva, empresario que en ese entonces se desempeñaba como ejecutivo de una importante compañía discográfica.
“Le hablo y le digo que tengo a este artista que canta muy bien y me dijo que le preguntara si ya tenía un compromiso con alguien más, y lo tenía con Pedro Rivera, el papá de Jenni Rivera. Le dije a Valentín si me podía conseguir la carta de compromiso, que era para una sorpresa”.
El cantante consiguió dinero prestado y viajó hasta Los Ángeles, California regresando de vuelta con el documento.
“Y ya le dije: 'Te está invitando esta compañía disquera, pero no te van a pagar ni un peso'. Me preguntó que si cómo la veía yo. 'Pues yo diría que aceptes, porque dicen que en seis meses te van a hacer el artista del año'. 'Pues si usted me dice que sí…'. Y así fue, a los seis meses ya había pegado con su música. El contrato lo firmaron en mi casa, me acuerdo que venía mal el nombre de Jitonhueca, donde había nacido”.
Desde entonces, Borbón y Elizalde mantuvieron una amistad que se mantuvo hasta la muerte del cantante en 2006.
“Valentín me hablaba a veces: 'Compa, ¿qué quiere comer ahora?'. Y yo le decía que no tenía nada predilecto. 'Bueno', me dice, 'voy a hacer caldito'. Hacía en su casa ese caldo que hacen en Etchojoa, con un montón de cosas. Le hablaba a sus ayudantes que lo fueran preparando y él llegaba y le daba su toque final”.
Viajes en carretera con Juan Gabriel
“Con Juan Gabriel fuimos muy amigos. Viajé con él mucho tiempo y siempre nos hablamos de usted”, añade Borbón, quien fue muy cercano al cantautor mexicano luego de entrevistarlo en su segunda visita a Hermosillo, invitado a la ciudad de nueva cuenta por Rubén Leyva Castro.
El empresario ya había sido el responsable del debut del “Divo de Juárez” en la capital sonorense, un 30 de agosto de 1975, presentándose en aquella ocasión en el Xochimilco, en ese entonces una terraza acondicionada para bailes populares.
“Me lo presentó y nos caímos bien. Después le hice una entrevista que le gustó mucho y de ahí nació una amistad muy fuerte de muchos años. Yo era de los pocos que tenía su correo electrónico, no su número, porque a él no le gustaba hablar por teléfono.
“Nos veíamos para cenar, porque todo el día dormía y en la noche ya salía a cantar y cenábamos. Siempre le gustó mucho la sopa de tomate, que a mí no me gusta tanto, entonces siempre tenía que comer algo antes de verlo”, confiesa entre risas.
“Una de las últimas veces que vino al Palenque me habla y me dice: 'Oiga, Manolo, ¿por qué no me acompaña al aeropuerto? Ahorita va a pasar Rubén por mí y pasamos por usted al periódico'. Y llegando al aeropuerto no quiso subirse al avión, porque presentía algo. Nos pidió que lo lleváramos hasta Nogales o Tucson, tenía que llegar a Los Ángeles para después tomar un vuelo a Miami, a una entrega de premios.
“Y ya le dijo Rubén que si quería que se llevara el carro y luego lo recogería y él: 'No, quiero que vayan ustedes'. Y en el camino enciendo la grabadora, porque venía platicando muchas anécdotas, y en eso pensé: 'No, ahorita no vengo como reportero, vengo como amigo'. Y la apagué. Y al ratito me dice él:
- 'Oiga, ¿no tiene grabadora?'
- 'Sí, aquí la traigo'.
- '¿No la ha encendido?'
- 'Pues le voy a confesar que sí la encendí, pero la apagué, porque no quiero traicionarlo'.
- 'Qué tonto es, porque lo que he dicho ya no lo va a volver a escuchar'.
“Salimos a las 10 de la mañana, llegamos a Tucson a las 11-12 de la noche. Íbamos parándonos donde a él le gustaba, como en los templos viejos, y se ponía a cantar ahí”.
Otra de las anécdotas de aquel escape fue el momento en que Juan Gabriel le pidió al conductor que pisara a fondo el acelerador, por el simple placer de hacerlo, aún cuando sus acompañantes sabían que probablemente serían detenidos por las autoridades policiales, lo cual en efecto ocurrió.
“'No somos bandidos', les dijo Juan Gabriel cuando bajó la ventanilla. Y los oficiales de: '¡Juan Gabriel! ¿Qué anda haciendo, a dónde va? Si quiere lo escoltamos hasta la frontera, porque es peligroso', ellos nada más por ir. Y ya les dijo: 'No, no hay problema. ¿En dónde les firmo?'.
“Le gustaba mucho manejar, rentaron un convertible ahí en Tucson y ya se fue a Los Ángeles. Pero nos insistió mucho en que lo acompañáramos hasta Miami, que él nos pagaba el avión de vuelta, pero ya no podíamos”.
En uno de sus últimos encuentros en persona, Juan Gabriel llamó personalmente a Borbón para invitarlo a su camerino antes de presentarse de nueva cuenta en el Palenque de la ExpoGan Sonora.
“Me abrió su puerta y traía un aparatito que era para grabar audio. Fue un poquito antes de morir. Y me dijo: 'Lo voy a entrevistar ahora a usted. ¿Cuántos años hace que nos conocemos?'. 'No recuerdo… 30, quizás'. Y empezó a preguntarme esto y lo otro. Así era Juan Gabriel, muy a todo dar. Fue una amistad muy bonita”.
Poner las cosas en perspectiva
“Yo nunca lo vi como un éxito mío, sino que era parte de la presencia del medio. Pero sí conservé y conservo todavía las amistades. Casi a todos los artistas los conocí por el lado humano y no por el de la fama”, apunta Borbón no sin cierta humildad.
Entre sus numerosos logros destaca también el ser uno de los primeros periodistas mexicanos en cubrir la ceremonia de los Premios Óscar, trabajo que desempeñó desde marzo de 1995 hasta el cambio de siglo.
Su llegada al periodismo de espectáculos, sin embargo, se dio casi por accidente, pues en un principio entró a los medios de comunicación en el área de administración como auxiliar de contador.
“Tenía dislexia númerica y una vez me faltaron cinco centavos y me tuvieron ahí toda la noche, y al otro día fui a renunciar. Luego me dieron chance de entrar a otras áreas del medio”.
Actualmente, Manuel Borbón continúa formándose en sus estudios y recientemente terminó un doctorado en Derechos Humanos.
“Se me facilita mucho más el estudio y las relaciones públicas que el periodismo”, señala a manera de broma el que fuera también maestro de tiempo completo en el Cobach.
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Hasta el día de hoy recuerda con mucha estima algunas de sus presentaciones favoritas, como el primer Palenque de Valentín Elizalde y el concierto que Juan Gabriel dio en el Estadio Héroe de Nacozari en 1985 celebrando 25 años de carrera, reuniendo a más de 35 mil personas en una noche en que Borbón le entregó arriba del escenario un cuadro con 25 monedas de plata diseñado en homenaje por Dagoberto Sandoval.
“Llega un momento en que es tan cotidiano todo y después en el tiempo empiezas a valorar todo lo que pasó”, concluye Borbón. “Para mí era un trabajo diario, como ir a la fábrica. Para mí lo importante era ir a trabajar”.
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