“Sean perfectos como es perfecto su Padre celestial”
Muy queridos hermanos y hermanas:
Al iniciar un nuevo año, vuelven a resonar en mi mente y en mi corazón las palabras de nuestro Señor en el Evangelio: “Sean perfectos como es perfecto su Padre celestial” (Mt 5,48).
Esta invitación que Jesús nos hace de manera clara y contundente, debe ser escuchada por cada uno de nosotros ahora que comenzamos a recorrer el camino del año 2019.
En efecto, aspirar a la perfección en nuestra vida no es una simple ocurrencia, algo inalcanzable, pasado de moda o que coarta nuestra libertad. El ser humano, hombre y mujer, ha sido llamado por Dios a ser el culmen de la creación y, por consiguiente, elegido para altos vuelos, no para mediocridades o medias tintas.
Yo les propongo, hermanos y hermanas, que, en este inicio del año, reformulemos en nuestro corazón este llamado a vivir plenamente como verdaderos seres humanos dotados de razón, de voluntad, de libertad, de un espíritu que nos lanza más allá de lo que nuestros sentidos nos presentan y que muchas veces nos esclavizan con actitudes egoístas y carentes de verdadera humanidad.
Nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra misma patria, hoy más que nunca, nos urgen a dar lo mejor de nosotros mismos para hacer un mundo más humano y más digno, de tal manera que prevalezcan en nuestros ambientes la fraternidad, el bienestar y la paz.
Por otra parte, la sociedad actual busca, a como dé lugar, la calidad y la excelencia. Así es el mundo empresarial, el mundo de los negocios y del comercio, el mundo de la educación, de la cultura y de la medicina; el ISO 9000 expresa esa certificación de que, en tales instituciones de servicio, el estándar y los parámetros de las personas que ahí laboran o sirven están de acuerdo con las normas internacionales de calidad.
Esta exigencia que se traduce en el llamado de Dios a la perfección y santidad en todos los ámbitos de nuestra vida, debe resonar con más fuerza en la mente y en el corazón de nosotros en el inicio del nuevo año.
Sí, hermanos, aspiremos a la excelencia y perfección. Excelentes padres y madres de familia, excelentes hijos(as) y hermanos(as), excelentes estudiantes y trabajadores, excelentes ciudadanos y gobernantes, excelentes feligreses y sacerdotes, excelentes… en nuestro ser y quehacer, en nuestra identidad y en nuestra misión, por amor a Dios y por amor a nuestro prójimo.
Por último, le pido a Dios nuestro Señor para nuestras familias y comunidades en este año 2019: “que nos bendiga y nos proteja, que haga resplandecer su rostro sobre nosotros y nos conceda su favor; que nos mire con benevolencia y nos conceda la paz”. Amén.
Con mis mejores deseos para todos.
¡Feliz Año Nuevo!
+ Ruy Rendón Leal
Arzobispo de Hermosillo