/ jueves 11 de octubre de 2018

Cruzando líneas | Escándalo sexual: ¿Otro escalón al éxito?

La justicia no es ciega, de hecho tiene la mirada más cínica que hemos visto las mujeres en mucho tiempo.

Arizona.- No. Un escándalo sexual no significa el fin de su carrera. No. No fue así y quizá en esta administración nunca lo será; las acusaciones de acoso parecen tener el efecto contrario. Por cada denuncia es como si se encendiera un propulsor al éxito profesional… del verdugo; la víctima se hunde más en el fango de una sociedad cómplice que tiene mayoría en el Congreso. Sí, así de irónico. Y no: la justicia no es ciega. Hablemos de los poderosos y sus medallas, esas que por el reverso tienen grabados los nombres y apellidos de las que violentaron en el camino.

Como magnate y candidato presidencial, las voces de mujeres se alzaron en contra de Donald Trump. Se rumoraban abusos, pero se evidenciaron acosos; uno tras otro. El republicano no se inmutó y los votantes tampoco. En un día histórico, el hombre que pisoteó una y otra vez la dignidad femenina se convirtió en presidente de una de las naciones más poderosas del mundo.

Después pasaron otros casos menos polémicos y más fáciles de disolver; el poder puede ser muy seductor y manipulador y sabe cómo silenciar a la opinión pública. De muchos de esos ataques y pervertidos ni nos enteramos y jamás lo haremos, los protege la confidencialidad de la diplomacia. Pero la semana pasada, el descaro fue tan burdo que dolió peor que una puñalada.

En plena marea alta y con el viento en contra, Brett Kavanaugh se convirtió en el juez de la máxima institución de justicia de Estados Unidos: La Corte Suprema. No lo hizo con un historial impecable como el de Sonia Sotomayor o con escándalos mermados como Neil Gorsuch; no, llegó a una semana de haberse sentado en el banquillo de los acusados del pueblo tras unas denuncias de violación y acoso sexual que arrastra desde hace décadas. En esa polémica audiencia frente al Senado, dijo una y otra vez que las declaraciones de la doctora Christine Ford estaban “arruinando” su carrera y que su efecto sería devastador por siempre… pero el “por siempre” parece ser muy relativo, porque en poco tiempo estaba juramentando para uno de los puestos más peleados de la nación. Y ese sí que es un ascenso.

Así que basta decir que la confesión dolorosa de una mujer puede tener un efecto tan devastador como arruinar la carrera y la vida de un hombre: no, no podemos decir eso sí como país estamos premiando las trampas, los secretos y los abusos. Sí. Ese es el ejemplo que nos dicta el poder siempre custodiado por conservadores blancos. ¿Por qué los resultados de la investigación del FBI no pueden ser públicos? ¿Por qué la justicia acelera el proceso de un amigo del Presidente y deja a millones de víctimas de abuso sexual en rezago con las autoridades locales? ¿Por qué en la era de la presunta transparencia se siguen guardando tantos secretos? ¿Por qué no darle a la doctora Ford y a las otras víctimas el mismo beneficio de la duda? ¿Por qué la prisa? ¿Por qué﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ ?smo beneficio de la duda? ¿Por quguen guardando tantos seccretos?de vue pocoras unas denuncias de violacicon escé el atropello? ¿Qué más hay detrás de todo esto?

Quizá Kavanaugh es inocente; tal vez Trump tiene la conciencia limpia; a lo mejor otras celebridades también fueron “acusadas falsamente”; quizá. Pero yo no soy quien para juzgar… lo que me da miedo es que los estamos escogiendo precisamente a ellos para que lo hagan y con todas las de la ley. No, la justicia no es ciega, tiene mirada de cinismo y amigos influyentes… y podrá tener una estatuilla de mujer, pero sin duda tiene el rostro de un hombre.

Maritza L. Félix. Periodista, escritora y amante de las letras.

Twitter: @MaritzaLFélix

Correo: maritzalizethfelix@gmail.com

La justicia no es ciega, de hecho tiene la mirada más cínica que hemos visto las mujeres en mucho tiempo.

Arizona.- No. Un escándalo sexual no significa el fin de su carrera. No. No fue así y quizá en esta administración nunca lo será; las acusaciones de acoso parecen tener el efecto contrario. Por cada denuncia es como si se encendiera un propulsor al éxito profesional… del verdugo; la víctima se hunde más en el fango de una sociedad cómplice que tiene mayoría en el Congreso. Sí, así de irónico. Y no: la justicia no es ciega. Hablemos de los poderosos y sus medallas, esas que por el reverso tienen grabados los nombres y apellidos de las que violentaron en el camino.

Como magnate y candidato presidencial, las voces de mujeres se alzaron en contra de Donald Trump. Se rumoraban abusos, pero se evidenciaron acosos; uno tras otro. El republicano no se inmutó y los votantes tampoco. En un día histórico, el hombre que pisoteó una y otra vez la dignidad femenina se convirtió en presidente de una de las naciones más poderosas del mundo.

Después pasaron otros casos menos polémicos y más fáciles de disolver; el poder puede ser muy seductor y manipulador y sabe cómo silenciar a la opinión pública. De muchos de esos ataques y pervertidos ni nos enteramos y jamás lo haremos, los protege la confidencialidad de la diplomacia. Pero la semana pasada, el descaro fue tan burdo que dolió peor que una puñalada.

En plena marea alta y con el viento en contra, Brett Kavanaugh se convirtió en el juez de la máxima institución de justicia de Estados Unidos: La Corte Suprema. No lo hizo con un historial impecable como el de Sonia Sotomayor o con escándalos mermados como Neil Gorsuch; no, llegó a una semana de haberse sentado en el banquillo de los acusados del pueblo tras unas denuncias de violación y acoso sexual que arrastra desde hace décadas. En esa polémica audiencia frente al Senado, dijo una y otra vez que las declaraciones de la doctora Christine Ford estaban “arruinando” su carrera y que su efecto sería devastador por siempre… pero el “por siempre” parece ser muy relativo, porque en poco tiempo estaba juramentando para uno de los puestos más peleados de la nación. Y ese sí que es un ascenso.

Así que basta decir que la confesión dolorosa de una mujer puede tener un efecto tan devastador como arruinar la carrera y la vida de un hombre: no, no podemos decir eso sí como país estamos premiando las trampas, los secretos y los abusos. Sí. Ese es el ejemplo que nos dicta el poder siempre custodiado por conservadores blancos. ¿Por qué los resultados de la investigación del FBI no pueden ser públicos? ¿Por qué la justicia acelera el proceso de un amigo del Presidente y deja a millones de víctimas de abuso sexual en rezago con las autoridades locales? ¿Por qué en la era de la presunta transparencia se siguen guardando tantos secretos? ¿Por qué no darle a la doctora Ford y a las otras víctimas el mismo beneficio de la duda? ¿Por qué la prisa? ¿Por qué﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ ?smo beneficio de la duda? ¿Por quguen guardando tantos seccretos?de vue pocoras unas denuncias de violacicon escé el atropello? ¿Qué más hay detrás de todo esto?

Quizá Kavanaugh es inocente; tal vez Trump tiene la conciencia limpia; a lo mejor otras celebridades también fueron “acusadas falsamente”; quizá. Pero yo no soy quien para juzgar… lo que me da miedo es que los estamos escogiendo precisamente a ellos para que lo hagan y con todas las de la ley. No, la justicia no es ciega, tiene mirada de cinismo y amigos influyentes… y podrá tener una estatuilla de mujer, pero sin duda tiene el rostro de un hombre.

Maritza L. Félix. Periodista, escritora y amante de las letras.

Twitter: @MaritzaLFélix

Correo: maritzalizethfelix@gmail.com