/ jueves 25 de enero de 2024

Cruzando líneas | Las segundas partes son siempre peores que las primeras

Creo que tenemos que prepararnos para lo peor. La voz de mi colega periodista fue firme y tenía un dejo de resignación. Él, siempre juicioso y reservado, fruncía el ceño cuando escuchaba hablar con desenfado de las primarias republicanas en un evento social al que asistimos la semana pasada. Es como volver a vivir el 2020, pero sin la pandemia y con estrés postraumático. No hubo tono de broma. Querida, prepárate porque vuelve Trump.

Escucharlo me sacudió algo por dentro.

Creo que fueron muy pocos los que en sano juicio siguieron el proceso electoral presidencial y cerraron el 2020 con algo de cordura. Las elecciones fueron tan jodidas, que en Arizona aún no pasamos página: acusaciones de fraude electoral, demandas, dimes y diretes y resquebrajamiento de partidos políticos en donde la crudeza o la tibieza pasó factura.

Fue Iowa. Ahora New Hampshire.

Me quedo pensativa. Creo que tendré que darte la razón.

Las asambleas republicanas son intensas desde el principio. Existe esta creencia de que el que pega primero, pega más fuerte (o literal, en el caso de Trump, dos veces). Aunque no son las entidades con mayor número de delegados, sí tienen un peso político considerable. Además, es la primera vez en esta era que un mismo candidato se lleva las dos de un jalón, arrasando en ambas.

Los primeros caucus sientan el precedente y sirven como el colador de las aspiraciones presidenciales. Así se han ido saliendo uno tras uno los precandidatos. Las asambleas demócratas ni siquiera han comenzado y tienen a un contendiente que aventaja: el actual presidente Biden. En las republicanas, de los múltiples aspirantes que se destaparon el año pasado, ya solo quedan dos candidatos fuertes, con una marcada diferencia: Trump y Nikki Haley. Si le ex gobernadora de Carolina del Sur deja la contienda, esto volverá a ser como en el 2020; será una secuela satírica, como una de esas segundas partes que siempre son peores que la primera.

Haley, a pesar de su nada favorecedor desempeño en Iowa o New Hampshire, dijo que seguirá al pie del cañón. Quedan muchos estados que representan más delegados que podrían conseguirle los 1,215 que necesita para asegurar la nominación republicana. Pero el descaro de Trump la minimiza. Después de los resultados en la segunda asamblea, el magnate se burló de ella. ¿No dijo ella que iba a ganar? Dijo que iba a ganar, que iba a ganar, que iba a ganar, fanfarroneó.

Si Haley se retira. Este será un 2020 con esteroides. Seguimos retrocediendo el tiempo, ¿será que el resultado será distinto? ¿O debemos ser como Canadá que ya se prepara para la segunda temporada de Trump como presidente?


Creo que tenemos que prepararnos para lo peor. La voz de mi colega periodista fue firme y tenía un dejo de resignación. Él, siempre juicioso y reservado, fruncía el ceño cuando escuchaba hablar con desenfado de las primarias republicanas en un evento social al que asistimos la semana pasada. Es como volver a vivir el 2020, pero sin la pandemia y con estrés postraumático. No hubo tono de broma. Querida, prepárate porque vuelve Trump.

Escucharlo me sacudió algo por dentro.

Creo que fueron muy pocos los que en sano juicio siguieron el proceso electoral presidencial y cerraron el 2020 con algo de cordura. Las elecciones fueron tan jodidas, que en Arizona aún no pasamos página: acusaciones de fraude electoral, demandas, dimes y diretes y resquebrajamiento de partidos políticos en donde la crudeza o la tibieza pasó factura.

Fue Iowa. Ahora New Hampshire.

Me quedo pensativa. Creo que tendré que darte la razón.

Las asambleas republicanas son intensas desde el principio. Existe esta creencia de que el que pega primero, pega más fuerte (o literal, en el caso de Trump, dos veces). Aunque no son las entidades con mayor número de delegados, sí tienen un peso político considerable. Además, es la primera vez en esta era que un mismo candidato se lleva las dos de un jalón, arrasando en ambas.

Los primeros caucus sientan el precedente y sirven como el colador de las aspiraciones presidenciales. Así se han ido saliendo uno tras uno los precandidatos. Las asambleas demócratas ni siquiera han comenzado y tienen a un contendiente que aventaja: el actual presidente Biden. En las republicanas, de los múltiples aspirantes que se destaparon el año pasado, ya solo quedan dos candidatos fuertes, con una marcada diferencia: Trump y Nikki Haley. Si le ex gobernadora de Carolina del Sur deja la contienda, esto volverá a ser como en el 2020; será una secuela satírica, como una de esas segundas partes que siempre son peores que la primera.

Haley, a pesar de su nada favorecedor desempeño en Iowa o New Hampshire, dijo que seguirá al pie del cañón. Quedan muchos estados que representan más delegados que podrían conseguirle los 1,215 que necesita para asegurar la nominación republicana. Pero el descaro de Trump la minimiza. Después de los resultados en la segunda asamblea, el magnate se burló de ella. ¿No dijo ella que iba a ganar? Dijo que iba a ganar, que iba a ganar, que iba a ganar, fanfarroneó.

Si Haley se retira. Este será un 2020 con esteroides. Seguimos retrocediendo el tiempo, ¿será que el resultado será distinto? ¿O debemos ser como Canadá que ya se prepara para la segunda temporada de Trump como presidente?