/ miércoles 1 de diciembre de 2021

Democracia y debate | Benjamín Coria

Cuarto piso de los departamentos que se encuentran al interior de Ciudad Universitaria, un lugar privilegiado donde vivieron y todavía viven algunos trabajadores de la UNAM, desde sus ventanas puedes ver el Estadio Olímpico, la Torre de Rectoría, lo que queda del bosque del Pedregal y en días transparentes de esos que le gustaban a Octavio Paz, una Ciudad que fue y puede volver a ser hermosa, la CDMX. Sentado en un sofá, con la cobija sobre prácticamente todo el cuerpo, reposa un hombre de más de 90 años, sostiene entre sus manos una especie de tambor que cuando lo mueve suena como si un canario cantara, con ese sonido intenta atraer nuestra atención, mis dos hermanas, mi hermano y el que esto escribe, tendríamos entre 4 años Rubén, 5 yo, 7 Sandra y 8 Claudia, aproximadamente, la atención de mis hermanas no lograba captar, pero mi hermano y yo caíamos por la curiosidad de un objeto que sonaba como un pájaro.

Don Benjamín, nos pedía que le dijéramos Abuelo, mi padre y mi madrina Judith (hija de don Benjamín Coria), nos llevaban a visitarlo, le hacía bien, decían ellos, —Tu madre salió y está por volver— le decía el pintor a su hija, añorando el recuerdo de su esposa, quien fuera su modelo e inspiración, originaria de Génova, la cual lo acompañó por muchos años, y como dice la Iglesia Católica, hasta que la muerte los separó primero y los juntó después, se llamaba Giuditta Marzi.

Así conocí a un gigante de la pintura mexicana, originario de Veracruz, que viajó a París para integrarse al movimiento conocido como “La Bohemia de París”, donde a inicios del s. XX, en el barrio de Montparnasse, se vive una época dorada, donde los artistas y los intelectuales inundan las calles, buscando libertad y creatividad en comunidad, algunos de los pintores que integraron está época mágica en París fueron Degas, Manet, Matisse, Picasso, Modigliani, entre otros. Benjamín Coria se integra a este movimiento y en particular hace gran amistad con Modigliani, con el cual comparte estudio, también viajan juntos a Londres, para explorar el vorticismo,

Maestro en San Carlos, Benjamín Coria, en México compartió maestro con Diego Rivera en la cátedra de Antonio Fabrés, Reconocido maestro.

Pintor, ecléctico, con gran técnica, practicó un dibujo de vista, llegó a una vanguardia, donde desarrolló la pintura humana estilizada a la manera de Modigliani, recuperó una esencia de Cézanne, del cubismo y vorticismo. incursiona por todos estos territorios tanto en Paris y Londres.

Hay historias que merecen la pena ser contadas, que enmarcan y envuelven un legado artístico, es el caso de Benjamín Coria, cuya historia, debe conocerse mucho más, no sólo por el resultado de su arte plasmado en sus obras, también por su vida que fue influencia y también influenció a otros tantos artistas que vivieron en el mundo momentos históricos que marcaron y siguen marcando a la humanidad.

Nota: Información complementaria por Luis Rivas Caso, Historiador de Arte.

Cuarto piso de los departamentos que se encuentran al interior de Ciudad Universitaria, un lugar privilegiado donde vivieron y todavía viven algunos trabajadores de la UNAM, desde sus ventanas puedes ver el Estadio Olímpico, la Torre de Rectoría, lo que queda del bosque del Pedregal y en días transparentes de esos que le gustaban a Octavio Paz, una Ciudad que fue y puede volver a ser hermosa, la CDMX. Sentado en un sofá, con la cobija sobre prácticamente todo el cuerpo, reposa un hombre de más de 90 años, sostiene entre sus manos una especie de tambor que cuando lo mueve suena como si un canario cantara, con ese sonido intenta atraer nuestra atención, mis dos hermanas, mi hermano y el que esto escribe, tendríamos entre 4 años Rubén, 5 yo, 7 Sandra y 8 Claudia, aproximadamente, la atención de mis hermanas no lograba captar, pero mi hermano y yo caíamos por la curiosidad de un objeto que sonaba como un pájaro.

Don Benjamín, nos pedía que le dijéramos Abuelo, mi padre y mi madrina Judith (hija de don Benjamín Coria), nos llevaban a visitarlo, le hacía bien, decían ellos, —Tu madre salió y está por volver— le decía el pintor a su hija, añorando el recuerdo de su esposa, quien fuera su modelo e inspiración, originaria de Génova, la cual lo acompañó por muchos años, y como dice la Iglesia Católica, hasta que la muerte los separó primero y los juntó después, se llamaba Giuditta Marzi.

Así conocí a un gigante de la pintura mexicana, originario de Veracruz, que viajó a París para integrarse al movimiento conocido como “La Bohemia de París”, donde a inicios del s. XX, en el barrio de Montparnasse, se vive una época dorada, donde los artistas y los intelectuales inundan las calles, buscando libertad y creatividad en comunidad, algunos de los pintores que integraron está época mágica en París fueron Degas, Manet, Matisse, Picasso, Modigliani, entre otros. Benjamín Coria se integra a este movimiento y en particular hace gran amistad con Modigliani, con el cual comparte estudio, también viajan juntos a Londres, para explorar el vorticismo,

Maestro en San Carlos, Benjamín Coria, en México compartió maestro con Diego Rivera en la cátedra de Antonio Fabrés, Reconocido maestro.

Pintor, ecléctico, con gran técnica, practicó un dibujo de vista, llegó a una vanguardia, donde desarrolló la pintura humana estilizada a la manera de Modigliani, recuperó una esencia de Cézanne, del cubismo y vorticismo. incursiona por todos estos territorios tanto en Paris y Londres.

Hay historias que merecen la pena ser contadas, que enmarcan y envuelven un legado artístico, es el caso de Benjamín Coria, cuya historia, debe conocerse mucho más, no sólo por el resultado de su arte plasmado en sus obras, también por su vida que fue influencia y también influenció a otros tantos artistas que vivieron en el mundo momentos históricos que marcaron y siguen marcando a la humanidad.

Nota: Información complementaria por Luis Rivas Caso, Historiador de Arte.