/ viernes 5 de abril de 2024

Democracia y debate | Hijas, hijos de la política

Previo a las redes sociales, ser hija o hijo de la política era estar rodeado de privilegios, el poder del padre era suficiente para tender sobre las y los filios un halo protector de tales características que todo les era dado, todo les era entregado y resultaba en su estilo de vida más sencillo que el resto de los mexicanos.

Las hijas y los hijos del poder tenían acceso a lugares exclusivos, donde no todos eran bienvenidos, no tenían que esperar turno, hacer molestas filas, gozaban de un trato distinguido sobre los otros que atentos observaban y quizá deseaban lo mismo.

Los excesos de los vástagos de los dueños del país eran disimulados, ocultados, casi nadie se enteraba de lo ocurrido, se podía maniobrar políticamente de tal forma que los daños causados por las travesuras de las y los consentidos de México eran disimuladas, tapadas y olvidadas.

Pero, pero, pero, llegaron las benditas y malditas redes sociales, todos con una cámara en la mano, todos conectados, todos desde cualquier ángulo con la posibilidad de registrar lo que ocurre, las redes tienen memoria y no olvidan lo que registran, lo que ocurren en las redes se queda por la eternidad en las redes, imposible borrarlo, imposible desaparecerlo, así que las travesuras de los mimados ya no pueden ser ocultadas.

Ante la realidad de los millones de observadores, ante el juicio colectivo y la cancelación masiva, qué duro debe ser hoy en día ser hijo de candidata a la Presidencia de la República.

Estar permanentemente sujetos al ojo público sin ser ellos funcionarios, estar siendo juzgados continuamente por cada paso que dan. Pero voy más lejos, recordemos al hijo menor del Presidente que tuvo que ser protegido por los comentarios que de él se hacían.

Sí, es verdad están rodeados los hijos del poder de privilegios, pero hoy existe un lente que los vigila todo el tiempo y una sociedad que sin piedad los juzgará, ya que el precio del poder de sus padres, de sus madres es la condena para ellos.

Con las redes, llegaron también los juicios sumarios, los tribunales de fuego, los dedos que señalan implacables, con las redes los privilegios tienen un precio muy alto y cuando toca pagar como el caso del hijo de la candidata Gálvez suele ser un pago sumamente elevado.

Hoy ser hija, hijo del poder, puede ser muy caro.


Previo a las redes sociales, ser hija o hijo de la política era estar rodeado de privilegios, el poder del padre era suficiente para tender sobre las y los filios un halo protector de tales características que todo les era dado, todo les era entregado y resultaba en su estilo de vida más sencillo que el resto de los mexicanos.

Las hijas y los hijos del poder tenían acceso a lugares exclusivos, donde no todos eran bienvenidos, no tenían que esperar turno, hacer molestas filas, gozaban de un trato distinguido sobre los otros que atentos observaban y quizá deseaban lo mismo.

Los excesos de los vástagos de los dueños del país eran disimulados, ocultados, casi nadie se enteraba de lo ocurrido, se podía maniobrar políticamente de tal forma que los daños causados por las travesuras de las y los consentidos de México eran disimuladas, tapadas y olvidadas.

Pero, pero, pero, llegaron las benditas y malditas redes sociales, todos con una cámara en la mano, todos conectados, todos desde cualquier ángulo con la posibilidad de registrar lo que ocurre, las redes tienen memoria y no olvidan lo que registran, lo que ocurren en las redes se queda por la eternidad en las redes, imposible borrarlo, imposible desaparecerlo, así que las travesuras de los mimados ya no pueden ser ocultadas.

Ante la realidad de los millones de observadores, ante el juicio colectivo y la cancelación masiva, qué duro debe ser hoy en día ser hijo de candidata a la Presidencia de la República.

Estar permanentemente sujetos al ojo público sin ser ellos funcionarios, estar siendo juzgados continuamente por cada paso que dan. Pero voy más lejos, recordemos al hijo menor del Presidente que tuvo que ser protegido por los comentarios que de él se hacían.

Sí, es verdad están rodeados los hijos del poder de privilegios, pero hoy existe un lente que los vigila todo el tiempo y una sociedad que sin piedad los juzgará, ya que el precio del poder de sus padres, de sus madres es la condena para ellos.

Con las redes, llegaron también los juicios sumarios, los tribunales de fuego, los dedos que señalan implacables, con las redes los privilegios tienen un precio muy alto y cuando toca pagar como el caso del hijo de la candidata Gálvez suele ser un pago sumamente elevado.

Hoy ser hija, hijo del poder, puede ser muy caro.