/ miércoles 15 de septiembre de 2021

Democracia y debate | Jóvenes al poder

Parece difícil recordarlo, pero fuimos jóvenes; sí, hace mucho tiempo, el tiempo ha pasado, para unos más que para otros, pero fuimos jóvenes, que vibramos con nuestros sueños, esperanzas, miedos y ambiciones.

Nuestros recursos probablemente fueron limitados en experiencia, en conocimiento, pero nos sobraba ímpetu, entusiasmo y deseos.

Existe un espacio en nuestra bella juventud donde decidimos qué hacer con tanta energía, algunos se inclinan por el arte, por el canto, por la música, otros por la academia, por la literatura, por el conocimiento, algunos más por los deportes, el ciclismo, el beisbol, las carreras y existen algunos que voltean a ver a su alrededor y consideran que ocuparse de una sola cosa no es aceptable y son ellos los que se van ocupando de “causas”.

Dedicar un poco de su tiempo para no salir de fiesta y salir a repartir agua a los migrantes, tiempo para reforestar, tiempo para reciclar y tiempo para soñar con un mundo mejor, con una sociedad más comprometida y con muchas oportunidades, así van haciendo ruido, van moviendo amigos y voluntades, y de pronto ya son muchos los que se suman a los que en un momento pensaron en soledad, es así como la energía se contagia en grupos y estos grupos realizan acciones y éstas generan felicidad en quien recibe el beneficio que se ofrece, pero mucha más en quienes las ejecutan.

Pasa más el tiempo y llaman la atención del poder, llaman la atención de esos que desde sus posiciones observan el movimiento de la sociedad, la provocan y también la controlan.

Son llamadas entonces estas nuevas generaciones a integrar las filas de los grupos, es cuando se presenta el momento de una elección es fundamental, ¿dónde debo estar?, piensan estos activistas sociales, ¿qué grupo se identifica más con lo que yo veo y quiero lograr?, ¿dónde puedo depositar mis sueños y esfuerzos?, eligen y muchos se apagan, son absorbidos por el poder como la vela encendida que es cubierta con un vaso y al quedar sin oxígeno inevitablemente se extingue.

Se van unos, se quedan otros. Pero también ocurre que unos pocos soportan los primeros embates, las primeras pruebas y progresan, presentan proyectos, logran acciones y van ganando batallas.

Llega la madurez, la llamada experiencia, pasa el tiempo y los pocos que quedaron en el camino, se van encontrando y reencontrando, podrán entonces recordar sus mocedades, sus sueños y aspiraciones, se verán ya viejos y cansados pero en muchos casos satisfechos de lo logrado, se volverán a reunir con algunos amigos y también con enemigos y se reconocerán entre las arrugas, entre las canas o ante la falta de cabello, pero en todos se verá la mirada de admiración y respeto por lo que a pesar de los años todavía tienen en los ojos, ese fuego de juventud que les permitió llegar al poder, mantenerse en él y sobrevivir al mismo, logrando en algunas ocasiones la meta que se imaginaron muchos años atrás.

Más jóvenes al poder.

Parece difícil recordarlo, pero fuimos jóvenes; sí, hace mucho tiempo, el tiempo ha pasado, para unos más que para otros, pero fuimos jóvenes, que vibramos con nuestros sueños, esperanzas, miedos y ambiciones.

Nuestros recursos probablemente fueron limitados en experiencia, en conocimiento, pero nos sobraba ímpetu, entusiasmo y deseos.

Existe un espacio en nuestra bella juventud donde decidimos qué hacer con tanta energía, algunos se inclinan por el arte, por el canto, por la música, otros por la academia, por la literatura, por el conocimiento, algunos más por los deportes, el ciclismo, el beisbol, las carreras y existen algunos que voltean a ver a su alrededor y consideran que ocuparse de una sola cosa no es aceptable y son ellos los que se van ocupando de “causas”.

Dedicar un poco de su tiempo para no salir de fiesta y salir a repartir agua a los migrantes, tiempo para reforestar, tiempo para reciclar y tiempo para soñar con un mundo mejor, con una sociedad más comprometida y con muchas oportunidades, así van haciendo ruido, van moviendo amigos y voluntades, y de pronto ya son muchos los que se suman a los que en un momento pensaron en soledad, es así como la energía se contagia en grupos y estos grupos realizan acciones y éstas generan felicidad en quien recibe el beneficio que se ofrece, pero mucha más en quienes las ejecutan.

Pasa más el tiempo y llaman la atención del poder, llaman la atención de esos que desde sus posiciones observan el movimiento de la sociedad, la provocan y también la controlan.

Son llamadas entonces estas nuevas generaciones a integrar las filas de los grupos, es cuando se presenta el momento de una elección es fundamental, ¿dónde debo estar?, piensan estos activistas sociales, ¿qué grupo se identifica más con lo que yo veo y quiero lograr?, ¿dónde puedo depositar mis sueños y esfuerzos?, eligen y muchos se apagan, son absorbidos por el poder como la vela encendida que es cubierta con un vaso y al quedar sin oxígeno inevitablemente se extingue.

Se van unos, se quedan otros. Pero también ocurre que unos pocos soportan los primeros embates, las primeras pruebas y progresan, presentan proyectos, logran acciones y van ganando batallas.

Llega la madurez, la llamada experiencia, pasa el tiempo y los pocos que quedaron en el camino, se van encontrando y reencontrando, podrán entonces recordar sus mocedades, sus sueños y aspiraciones, se verán ya viejos y cansados pero en muchos casos satisfechos de lo logrado, se volverán a reunir con algunos amigos y también con enemigos y se reconocerán entre las arrugas, entre las canas o ante la falta de cabello, pero en todos se verá la mirada de admiración y respeto por lo que a pesar de los años todavía tienen en los ojos, ese fuego de juventud que les permitió llegar al poder, mantenerse en él y sobrevivir al mismo, logrando en algunas ocasiones la meta que se imaginaron muchos años atrás.

Más jóvenes al poder.