/ lunes 3 de agosto de 2020

El serrucho | Justicia o venganza  

Emilio Lozoya Austin pasará a ser uno de esos personajes que la historia lo citará por décadas. Un hombre que su gran virtud fue ser amigo del ex presidente Enrique Peña Nieto.

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Este señor de imagen gris obscuro, se ha convertido en muy poco tiempo en el villano favorito y también ahora es el informador más confiable y generoso que tiene la 4T, que está soltando toda la sopa y con ello pagará sus errores y sobre todo sus transas.

Es curioso ver que ahora es un protegido de las autoridades federales, como si de repente este hombre supiera tanto que su información alcanza a muchos de los actuales funcionarios y por lo mismo prefieren tenerlo como un gran aliado.

Por supuesto llama la atención que sólo está mencionando, señalando o acusando de sobornos a quienes no eran sus amigos o incondicionales de partido. Curiosamente sólo panistas, de esos que hoy se han convertido en una raquítica oposición al Gobierno, pero que al parecer quieren exterminarlos.

No se ven priistas, no se ve a Enrique Peña Nieto, por lo cual se presume es parte de ese gran acuerdo que le ha permitido a Morena y al Presidente de México transitar sin problema alguno para ajustar y cambiar leyes a modo y también le ha permitido a Peña seguir viviendo tranquilamente sin que le despeinen un solo pelo de su cabellera.

De ahí nos preguntamos, es justicia amiga, o es venganza contra el enemigo. Lozoya Austin, ya está en su casa, después de ser acusado por cuantioso fraude, de ser extraditado de España, después de ser señalado como el gran corrupto del sexenio anterior, pues después de todo no tocó la cárcel, un gran acuerdo, en donde la negociación fue no pisar la prisión.

Le cumplieron y él está cumpliendo, señala a quien molesta o incomoda al nuevo régimen, acusa de recibir dinero a quienes pueden convertirse en auténticos adversarios políticos. Y exhibe a quienes tienen deudas pendientes con el gobernante en turno.

Es por ello, que estamos viendo un show más de la arena polìtica, estamos ante un escenario de los que nos tocó vivir hace 30 o más años. El acuerdo del ex presidente y del mandatario actual se está llevando al pie de la letra, uno protege y sigue cuidando su pellejo, otro aleja a todos los que pudieran hacerle sombra electoralmente hablando.

El espectáculo seguirá su curso y veremos cosas extraordinarias, Lozoya será una especie de rueda en fricción salpicando de lodo a quien así se lo pidan, lodo que al final del día se seca pero deja mancha.

De ida

El presidente López Obrador estará en Sonora, no será una visita cualquiera, ahora su compromiso es con la etnia Yaqui, por supuesto que tendrá un día difícil, y no por otra cosa, pero negociar con los yaquis es algo complejo pues cada minuto van pidiendo más y más.

Algunos de los temas corresponden a empresas privadas que no han cumplido sus compromisos o si lo han hecho, los yaquis quieren mayor beneficio, otras a temas de Estado como puede ser el bloqueo de la Cuatro Carriles. Así que el próximo jueves mediremos de nueva cuenta la paciencia del Presidente, veremos qué tanto puede ofrecer que se pueda cumplir y también veremos a unos yaquis que se están frotando las manos a sabiendas que podrán tener muy buena tajada del pastel.

De vuelta

Pero… existe un pequeño inconveniente, querrán los yaquis realmente negociar, pues han descubierto la mina de oro más grande de Sonora, me refiero a pedirle a cada camionero que circula por la Cuatro Carriles 150 pesos.

Sacando números de los camiones que por ahí transitan, llegamos a la suma de que reciben algo así como 200 mil pesos por día, si bloquean de lunes a viernes pues la semana le sale en un millón de pesos, y aquí me pregunto, ¿querrán negociar los yaquis? Ahí se las dejo de tarea.

Aserrín

¿Algún plan B para Sonora en relación al Covid-19?, esto lo digo porque el plan A no funcionó. Estamos en etapa crítica de contagios y fallecimientos.

Urge un plan B, y un C y si fuera necesario un D.

De seguir así, seguiremos viendo más muertes que con controles se pueden evitar. Las medidas siempre son difíciles, pero la historia nos juzgará a gobiernos y sociedad como alguien que no supimos qué hacer ante un problema tan fuerte.

Así que ya lo saben… urge un plan B y C y D.

Emilio Lozoya Austin pasará a ser uno de esos personajes que la historia lo citará por décadas. Un hombre que su gran virtud fue ser amigo del ex presidente Enrique Peña Nieto.

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Este señor de imagen gris obscuro, se ha convertido en muy poco tiempo en el villano favorito y también ahora es el informador más confiable y generoso que tiene la 4T, que está soltando toda la sopa y con ello pagará sus errores y sobre todo sus transas.

Es curioso ver que ahora es un protegido de las autoridades federales, como si de repente este hombre supiera tanto que su información alcanza a muchos de los actuales funcionarios y por lo mismo prefieren tenerlo como un gran aliado.

Por supuesto llama la atención que sólo está mencionando, señalando o acusando de sobornos a quienes no eran sus amigos o incondicionales de partido. Curiosamente sólo panistas, de esos que hoy se han convertido en una raquítica oposición al Gobierno, pero que al parecer quieren exterminarlos.

No se ven priistas, no se ve a Enrique Peña Nieto, por lo cual se presume es parte de ese gran acuerdo que le ha permitido a Morena y al Presidente de México transitar sin problema alguno para ajustar y cambiar leyes a modo y también le ha permitido a Peña seguir viviendo tranquilamente sin que le despeinen un solo pelo de su cabellera.

De ahí nos preguntamos, es justicia amiga, o es venganza contra el enemigo. Lozoya Austin, ya está en su casa, después de ser acusado por cuantioso fraude, de ser extraditado de España, después de ser señalado como el gran corrupto del sexenio anterior, pues después de todo no tocó la cárcel, un gran acuerdo, en donde la negociación fue no pisar la prisión.

Le cumplieron y él está cumpliendo, señala a quien molesta o incomoda al nuevo régimen, acusa de recibir dinero a quienes pueden convertirse en auténticos adversarios políticos. Y exhibe a quienes tienen deudas pendientes con el gobernante en turno.

Es por ello, que estamos viendo un show más de la arena polìtica, estamos ante un escenario de los que nos tocó vivir hace 30 o más años. El acuerdo del ex presidente y del mandatario actual se está llevando al pie de la letra, uno protege y sigue cuidando su pellejo, otro aleja a todos los que pudieran hacerle sombra electoralmente hablando.

El espectáculo seguirá su curso y veremos cosas extraordinarias, Lozoya será una especie de rueda en fricción salpicando de lodo a quien así se lo pidan, lodo que al final del día se seca pero deja mancha.

De ida

El presidente López Obrador estará en Sonora, no será una visita cualquiera, ahora su compromiso es con la etnia Yaqui, por supuesto que tendrá un día difícil, y no por otra cosa, pero negociar con los yaquis es algo complejo pues cada minuto van pidiendo más y más.

Algunos de los temas corresponden a empresas privadas que no han cumplido sus compromisos o si lo han hecho, los yaquis quieren mayor beneficio, otras a temas de Estado como puede ser el bloqueo de la Cuatro Carriles. Así que el próximo jueves mediremos de nueva cuenta la paciencia del Presidente, veremos qué tanto puede ofrecer que se pueda cumplir y también veremos a unos yaquis que se están frotando las manos a sabiendas que podrán tener muy buena tajada del pastel.

De vuelta

Pero… existe un pequeño inconveniente, querrán los yaquis realmente negociar, pues han descubierto la mina de oro más grande de Sonora, me refiero a pedirle a cada camionero que circula por la Cuatro Carriles 150 pesos.

Sacando números de los camiones que por ahí transitan, llegamos a la suma de que reciben algo así como 200 mil pesos por día, si bloquean de lunes a viernes pues la semana le sale en un millón de pesos, y aquí me pregunto, ¿querrán negociar los yaquis? Ahí se las dejo de tarea.

Aserrín

¿Algún plan B para Sonora en relación al Covid-19?, esto lo digo porque el plan A no funcionó. Estamos en etapa crítica de contagios y fallecimientos.

Urge un plan B, y un C y si fuera necesario un D.

De seguir así, seguiremos viendo más muertes que con controles se pueden evitar. Las medidas siempre son difíciles, pero la historia nos juzgará a gobiernos y sociedad como alguien que no supimos qué hacer ante un problema tan fuerte.

Así que ya lo saben… urge un plan B y C y D.