/ lunes 5 de febrero de 2024

ElCrítico21 | Los que se quedan… Se quedan llorando

Hace medio siglo, en 1970, una diferencia estaba en la conciencia particular y en la memoria colectiva. Sentíamos, muy a lo Dickens, que era el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos: la revolución sexual, la liberación femenina y la guerra fría guiaban el destino cultural de Occidente.\u0009

Era la era de la luz y la oscuridad. La época de la ciencia y la superstición. Exactamente como lo es al día de hoy.

Por eso, realizar un filme como Los que se quedan (Alexander Payne, 2023), reproduciendo, con alta fidelidad, imagen y sonido de 1970, es llevar de la mano a la audiencia a un viaje en el tiempo, con protagonistas que quizás solo podían existir en un mundo distinto al nuestro.

Los que se quedan apuesta por el desarrollo de sus personajes y por la redención de conflictos en un ambiente navideño y señorial que, si bien es cierto, ya se ha visto demasiadas veces, aún puede sorprender con algunos giros de tuerca.

Conozcamos a Paul Hunham (Paul Giamatti), estricto docente en la Barton Academy, bachillerato que se jacta de preparar a sus alumnos rumbo a las universidades más prestigiadas. Hunham, odioso y odiado por estudiantes y maestros, enseña “Civilizaciones Antiguas”. Esto subraya su incapacidad para encajar en el aquí y ahora.

Solitario, resentido e inexorable, no admite concesión alguna al calificar a los discípulos. No hay influencia o dinero que lo doblegue.

Es por ello que —mediante engaños— a Hunham le es asignada la non grata tarea de cuidar a un puñado de alumnos que por razones varias no podrán ir a casa en Navidad. Estos niñatos, arrogantes y mal educados, creen que tienen el futuro comprado.

Además, junto a Hunham está Angus (Dominic Sessa), joven rebelde, siempre a la defensiva y, al mismo tiempo, anhelante por recibir atención y cariño, no solo por parte de su familia, sino de las chicas con las que llega a toparse: la edad de la punzada.

Y, por último, tenemos a Mary, cocinera de la Academia (Da Vine Joy Randolph), quien detrás de su fortaleza no puede ocultar el dolor más grande, el de una madre que ha perdido a su hijo. En la guerra. En Vietnam.

Así, por obra y milagro de un guión cuidadoso, estos tres tristes tigres quedan solos y recluídos en Barton Academy durante las fiestas de diciembre. Tal parece que “nadie los quiere”.

Los que se quedan enfrenta los clichés con valentía y desenfado. Es una mezcla de drama y comedia con pasajes emotivos en realidad memorables que apuntalan el destino de esta cinta como “un clásico de Navidad”.

Con mucho que agradecerle a Mejor… imposible (James L. Brooks, 1997) y a La Sociedad de los Poetas Muertos (Peter Weir, 1989), Los que se quedan nos advierte que, detrás de la corrupción de las instituciones, mantenernos firmes en nuestras convicciones, puede ser el mejor antídoto contra la decepción.

Eso sí, antes hay que tener convicciones. Indispensables en 1970, como al día de hoy.

Qué leer antes o después de la función

¿Qué me quieres, amor? De Manuel Rivas. Se trata de una colección de cuentos cuyo texto más célebre es La lengua de las mariposas, que relata la amistad entre un maestro y su alumno en los prolegómenos de la Guerra Civil Española, de 1936.

Hace medio siglo, en 1970, una diferencia estaba en la conciencia particular y en la memoria colectiva. Sentíamos, muy a lo Dickens, que era el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos: la revolución sexual, la liberación femenina y la guerra fría guiaban el destino cultural de Occidente.\u0009

Era la era de la luz y la oscuridad. La época de la ciencia y la superstición. Exactamente como lo es al día de hoy.

Por eso, realizar un filme como Los que se quedan (Alexander Payne, 2023), reproduciendo, con alta fidelidad, imagen y sonido de 1970, es llevar de la mano a la audiencia a un viaje en el tiempo, con protagonistas que quizás solo podían existir en un mundo distinto al nuestro.

Los que se quedan apuesta por el desarrollo de sus personajes y por la redención de conflictos en un ambiente navideño y señorial que, si bien es cierto, ya se ha visto demasiadas veces, aún puede sorprender con algunos giros de tuerca.

Conozcamos a Paul Hunham (Paul Giamatti), estricto docente en la Barton Academy, bachillerato que se jacta de preparar a sus alumnos rumbo a las universidades más prestigiadas. Hunham, odioso y odiado por estudiantes y maestros, enseña “Civilizaciones Antiguas”. Esto subraya su incapacidad para encajar en el aquí y ahora.

Solitario, resentido e inexorable, no admite concesión alguna al calificar a los discípulos. No hay influencia o dinero que lo doblegue.

Es por ello que —mediante engaños— a Hunham le es asignada la non grata tarea de cuidar a un puñado de alumnos que por razones varias no podrán ir a casa en Navidad. Estos niñatos, arrogantes y mal educados, creen que tienen el futuro comprado.

Además, junto a Hunham está Angus (Dominic Sessa), joven rebelde, siempre a la defensiva y, al mismo tiempo, anhelante por recibir atención y cariño, no solo por parte de su familia, sino de las chicas con las que llega a toparse: la edad de la punzada.

Y, por último, tenemos a Mary, cocinera de la Academia (Da Vine Joy Randolph), quien detrás de su fortaleza no puede ocultar el dolor más grande, el de una madre que ha perdido a su hijo. En la guerra. En Vietnam.

Así, por obra y milagro de un guión cuidadoso, estos tres tristes tigres quedan solos y recluídos en Barton Academy durante las fiestas de diciembre. Tal parece que “nadie los quiere”.

Los que se quedan enfrenta los clichés con valentía y desenfado. Es una mezcla de drama y comedia con pasajes emotivos en realidad memorables que apuntalan el destino de esta cinta como “un clásico de Navidad”.

Con mucho que agradecerle a Mejor… imposible (James L. Brooks, 1997) y a La Sociedad de los Poetas Muertos (Peter Weir, 1989), Los que se quedan nos advierte que, detrás de la corrupción de las instituciones, mantenernos firmes en nuestras convicciones, puede ser el mejor antídoto contra la decepción.

Eso sí, antes hay que tener convicciones. Indispensables en 1970, como al día de hoy.

Qué leer antes o después de la función

¿Qué me quieres, amor? De Manuel Rivas. Se trata de una colección de cuentos cuyo texto más célebre es La lengua de las mariposas, que relata la amistad entre un maestro y su alumno en los prolegómenos de la Guerra Civil Española, de 1936.