/ lunes 6 de noviembre de 2023

ElCrítico21 | Radical: ¡Sí se puede!, ¡sí se puede!

La tradición fílmica mexicana apunta hacia el pesimismo. Sobre todo si se recuerdan producciones consideradas clásicas: Los Olvidados (Luis Buñuel, 1950), Cascabel (Raúl Araiza, 1977), Mexicano ¡tú puedes! (José Estrada, 1985) y un largo sendero discursivo sin lugar para la esperanza.

Parece que el manifiesto de guionistas, directores y productores ha sido denunciar indolencia y corrupción —en todos niveles— sin dejar de asegurarse de que comprendamos que no hay manera de superar semejantes obstáculos.

Es nuestro destino. Es el poder.

Por eso Radical (Christopher Zalla, 2023), al contar con Eugenio Derbez como productor y protagonista, es un filme con suficiente guacamole como para ser considerado “mexicano”. Y, además, hace honor a su título pues exhibe una narrativa optimista y aspiracional en las antípodas de lo acostumbrado por la cinematografía nacional.

Es la historia del profesor Sergio Juárez (Eugenio Derbez) y el proceso de transformación educativa que llevó a cabo en el plantel “José Urbina López” en Matamoros, Tamaulipas con sus alumnos de sexto año de educación básica.

Si bien es cierto, Radical puede ser una película conmovedora, pero convencional – si seguimos la impronta de Con ganas de triunfar (Ramón Menéndez, 1988), Apóyate en mí (John G. Avildesen, 1989) y Mentes peligrosas (John N. Smith, 1995) —sin embargo esta cinta no está ambientada en Nueva Jersey o en Los Ángeles, sino en Matamoros, lugar sin ley, asolado por el narcotráfico y su proverbial violencia, en el año 2011, quizás el más sangriento en aquella desolada región.

Radical surge a partir del reportaje desarrollado por Joshua Davis y en su resultado cinematográfico decide presentar al centro a Sergio Juárez, aunque el elenco infantil tendrá toda la oportunidad para lucirse: Paloma (Jennifer Trejo), niña genio en matemáticas y con aspiraciones para ser astronauta, pero que vive junto a un basurero donde trabaja su padre; Lupe (Mía Fernanda Solís), incipiente filosofa cuya madre sólo espera que le ayude a cuidar al resto de sus hermanos y Nico (Danilo Guardiola), quien está siendo entrenado por un esbirro de la droga para convertirlo en mensajero.

Radical, contiene material subversivo —sobre todo en estos tiempos populistas y represores— pues apuesta por un desenlace emotivo, cierto y esperanzador.

Según lo sucedido en Matamoros, Tamaulipas con el docente Juárez y sus alumnos de sexto año, sí es posible forjar un porvenir de éxito a partir de la venta de gelatinas y tamales.

Que leer antes o después de la función

Matar a un ruiseñor, de Harper Lee. Atticus Finch se convierte en arquetipo de rectitud, honestidad y empatía en una historia que involucra racismo, discriminación y, por tanto, una severa crítica al sistema educativo norteamericano pues presenta la convicción de que el cambio, respecto al reconocimiento de los derechos humanos de la comunidad afroamericana, tendría que venir desde las aulas.


La tradición fílmica mexicana apunta hacia el pesimismo. Sobre todo si se recuerdan producciones consideradas clásicas: Los Olvidados (Luis Buñuel, 1950), Cascabel (Raúl Araiza, 1977), Mexicano ¡tú puedes! (José Estrada, 1985) y un largo sendero discursivo sin lugar para la esperanza.

Parece que el manifiesto de guionistas, directores y productores ha sido denunciar indolencia y corrupción —en todos niveles— sin dejar de asegurarse de que comprendamos que no hay manera de superar semejantes obstáculos.

Es nuestro destino. Es el poder.

Por eso Radical (Christopher Zalla, 2023), al contar con Eugenio Derbez como productor y protagonista, es un filme con suficiente guacamole como para ser considerado “mexicano”. Y, además, hace honor a su título pues exhibe una narrativa optimista y aspiracional en las antípodas de lo acostumbrado por la cinematografía nacional.

Es la historia del profesor Sergio Juárez (Eugenio Derbez) y el proceso de transformación educativa que llevó a cabo en el plantel “José Urbina López” en Matamoros, Tamaulipas con sus alumnos de sexto año de educación básica.

Si bien es cierto, Radical puede ser una película conmovedora, pero convencional – si seguimos la impronta de Con ganas de triunfar (Ramón Menéndez, 1988), Apóyate en mí (John G. Avildesen, 1989) y Mentes peligrosas (John N. Smith, 1995) —sin embargo esta cinta no está ambientada en Nueva Jersey o en Los Ángeles, sino en Matamoros, lugar sin ley, asolado por el narcotráfico y su proverbial violencia, en el año 2011, quizás el más sangriento en aquella desolada región.

Radical surge a partir del reportaje desarrollado por Joshua Davis y en su resultado cinematográfico decide presentar al centro a Sergio Juárez, aunque el elenco infantil tendrá toda la oportunidad para lucirse: Paloma (Jennifer Trejo), niña genio en matemáticas y con aspiraciones para ser astronauta, pero que vive junto a un basurero donde trabaja su padre; Lupe (Mía Fernanda Solís), incipiente filosofa cuya madre sólo espera que le ayude a cuidar al resto de sus hermanos y Nico (Danilo Guardiola), quien está siendo entrenado por un esbirro de la droga para convertirlo en mensajero.

Radical, contiene material subversivo —sobre todo en estos tiempos populistas y represores— pues apuesta por un desenlace emotivo, cierto y esperanzador.

Según lo sucedido en Matamoros, Tamaulipas con el docente Juárez y sus alumnos de sexto año, sí es posible forjar un porvenir de éxito a partir de la venta de gelatinas y tamales.

Que leer antes o después de la función

Matar a un ruiseñor, de Harper Lee. Atticus Finch se convierte en arquetipo de rectitud, honestidad y empatía en una historia que involucra racismo, discriminación y, por tanto, una severa crítica al sistema educativo norteamericano pues presenta la convicción de que el cambio, respecto al reconocimiento de los derechos humanos de la comunidad afroamericana, tendría que venir desde las aulas.