/ lunes 17 de junio de 2024

ElCrítico21 | Shirley: La presidencia negra

Hay quienes opinan que la administración de Barack Obama, el primer presidente afroamericano en EE.UU., confirma que el machismo se impuso al racismo, pues Hillary Clinton – quien inició como favorita en aquella nominación de 2008 – no logró la mayoría de delegados del Partido Demócrata.

Y mientras que en México la mayoría celebra el triunfo de Claudia Sheinbaum- primera mujer presidente en América del Norte - ya aparecen dudas razonables respecto a la autonomía de su gestión respecto a la sombra del líder que la postuló y la impulsó: López Obrador.

Pocas mujeres han trascendido la inequidad que supone la lucha de los sexos. Están obligadas a hacerlo mejor: Margaret Thatcher, Golda Meir, Ángela Merkel y Michelle Bachelet; aunque también han sabido hacerlo peor: Cristina Fernández de Kirchner, entre otras.

Ahora, imaginemos cuan pronunciada fue la curva para una mujer negra en EE.UU durante el turbulento período de 1968 a 1972. Esa es la historia de Shirley ( John Ridley, 2024 ), película biográfica acerca de la carreta política de Shirley Chisholm, primera mujer de color en llegar al Congreso y, después, primera en postularse a la presidencia norteamericana.

Así, Shirley es una cinta biográfica que sucumbe a la tentación de desarrollar una clase de historia en pantalla; sin embargo, cuenta con arrestos suficientes para ser recomendada.

Shirley Chisholm ( Regina King ), congresista negra, decide dar un paso insólito y atrevido: presentar su posible nominación hacia las elecciones presidenciales de 1972 por parte del Partido Demócrata: un movimiento sin precedentes que desafió las convenciones políticas de la época y que, sin duda, allanó el camino para futuras generaciones.

Shirley presenta las contrariedades de una campaña plagada de obstáculos, prejuicios y desencantos . Y es ahí donde reside una de las fortalezas de esta producción. Cuando se revela el desprecio y la discriminación que soportó Chisholm – por parte de colegas y rivales blancos, negros, demócratas y republicanos – las escenas resultan contundentes y nos recuerdan el largo camino que aún queda en la lucha por la igualdad.

Y, sin duda, otro punto a favor de Shirley es la exploración que el guion hace sobre la vida personal de la protagonista. La relación, cariñosa pero, ciertamente ascética con su marido, Conrad ( Michael Cherrie ) y la necesidad de lograr la aprobación de su hermana, Muriel ( Reina King, hermana real de Regina ) resultan reveladoras al arrojar luz sobre las motivaciones de la activista y aspirante presidencial que le llevaron a su inquebrantable convicción por el cristianismo y la justicia social.

A pesar de sus limitaciones – pululan los clichés biográficos en diálogos y situaciones – Shirley logra su cometido: homenajear a una figura histórica en la construcción de la igualdad y equidad de género y al mismo tiempo, mostrar a la resiliencia como la virtud indispensable para no perderfuerza en la lucha por una sociedad mejor.

QUE LEER ANTES O DESPUÉS DE LA FUNCIÓN.

Mi historia, de Rosa Parks. El primero de diciembre de 1955, Rosa Parks se negó a cederle su asiente de autobús a un hombre blanco. Esto provocó el boicot hacia el transporte público de Alabama y, un año después, la segregación racial en los buses fue declarada anticonstitucional. Para la posteridad, se recuerda esta frase emblemática de la autora: “De lo único que estaba cansada era de rendirme”.


Hay quienes opinan que la administración de Barack Obama, el primer presidente afroamericano en EE.UU., confirma que el machismo se impuso al racismo, pues Hillary Clinton – quien inició como favorita en aquella nominación de 2008 – no logró la mayoría de delegados del Partido Demócrata.

Y mientras que en México la mayoría celebra el triunfo de Claudia Sheinbaum- primera mujer presidente en América del Norte - ya aparecen dudas razonables respecto a la autonomía de su gestión respecto a la sombra del líder que la postuló y la impulsó: López Obrador.

Pocas mujeres han trascendido la inequidad que supone la lucha de los sexos. Están obligadas a hacerlo mejor: Margaret Thatcher, Golda Meir, Ángela Merkel y Michelle Bachelet; aunque también han sabido hacerlo peor: Cristina Fernández de Kirchner, entre otras.

Ahora, imaginemos cuan pronunciada fue la curva para una mujer negra en EE.UU durante el turbulento período de 1968 a 1972. Esa es la historia de Shirley ( John Ridley, 2024 ), película biográfica acerca de la carreta política de Shirley Chisholm, primera mujer de color en llegar al Congreso y, después, primera en postularse a la presidencia norteamericana.

Así, Shirley es una cinta biográfica que sucumbe a la tentación de desarrollar una clase de historia en pantalla; sin embargo, cuenta con arrestos suficientes para ser recomendada.

Shirley Chisholm ( Regina King ), congresista negra, decide dar un paso insólito y atrevido: presentar su posible nominación hacia las elecciones presidenciales de 1972 por parte del Partido Demócrata: un movimiento sin precedentes que desafió las convenciones políticas de la época y que, sin duda, allanó el camino para futuras generaciones.

Shirley presenta las contrariedades de una campaña plagada de obstáculos, prejuicios y desencantos . Y es ahí donde reside una de las fortalezas de esta producción. Cuando se revela el desprecio y la discriminación que soportó Chisholm – por parte de colegas y rivales blancos, negros, demócratas y republicanos – las escenas resultan contundentes y nos recuerdan el largo camino que aún queda en la lucha por la igualdad.

Y, sin duda, otro punto a favor de Shirley es la exploración que el guion hace sobre la vida personal de la protagonista. La relación, cariñosa pero, ciertamente ascética con su marido, Conrad ( Michael Cherrie ) y la necesidad de lograr la aprobación de su hermana, Muriel ( Reina King, hermana real de Regina ) resultan reveladoras al arrojar luz sobre las motivaciones de la activista y aspirante presidencial que le llevaron a su inquebrantable convicción por el cristianismo y la justicia social.

A pesar de sus limitaciones – pululan los clichés biográficos en diálogos y situaciones – Shirley logra su cometido: homenajear a una figura histórica en la construcción de la igualdad y equidad de género y al mismo tiempo, mostrar a la resiliencia como la virtud indispensable para no perderfuerza en la lucha por una sociedad mejor.

QUE LEER ANTES O DESPUÉS DE LA FUNCIÓN.

Mi historia, de Rosa Parks. El primero de diciembre de 1955, Rosa Parks se negó a cederle su asiente de autobús a un hombre blanco. Esto provocó el boicot hacia el transporte público de Alabama y, un año después, la segregación racial en los buses fue declarada anticonstitucional. Para la posteridad, se recuerda esta frase emblemática de la autora: “De lo único que estaba cansada era de rendirme”.