/ sábado 3 de octubre de 2020

Lo digo como es | Vendrán legisladores que mejor entiendan la realidad

Para fines prácticos, el matrimonio es un contrato que firman dos personas ante quien, en representación del Gobierno, atestigua y da legalidad a la voluntad de ambos de hacer vida en común asumiendo las responsabilidades y derechos que la ley les otorga.

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Con el devenir de los años las sociedades han cambiado y las formas de convivencia también han evolucionado. La evolución es un hecho tan cierto, como que el año tiene 4 estaciones.

Comportamientos que en alguna época se llevó a las personas a la hoguera o por lo menos a ser expulsadas de sus núcleos sociales, las ubicaron en el grupo de los inadaptados, enfermos o apestados... las luchas de esas personas poco a poco han ganado terreno defendiendo su derecho a expresar sus sentimientos y preferencias como cada quien lo sienta o decida.

Las preferencias de raza, color, origen, se dan a partir de la evolución del ser humano que hace que todos nos tomemos de la mano guiados por la luz de la igualdad. Esa luz que no permite diferenciar al gordo del flaco, al alto del chaparro, al negro del blanco, al mestizo del criollo o al hombre de la mujer.

En este contexto se inscriben los matrimonios igualitarios; en el de la Luz no en el de la tiniebla. Antes que, por géneros, debemos asumir que la sociedad se conforma por personas, por individuos. No hay sociedades sin individuos, pero sí individuos sin sociedad...así empezó el egoísmo.

Así lo han entendido muchas sociedades, así lo han consignado muchas leyes, así lo practican abierta o discretamente muchas parejas, no es cierto que no es cierto ya lo decían los griegos, la realidad simplemente es.

En México 19 entidades federativas contemplan en su legislación la posibilidad de la igualdad y, en medio de esa igualdad la unión de las parejas sean del color que sean, de la raza que fueren y del género que quiera.

En Sonora esta semana se discutió en el Congreso la iniciativa para adecuar las leyes en la materia y no avanzó; pero, volviendo a la realidad: que no avance no significa que no sea. Ya vendrán legisladores que mejor entiendan la realidad.

Los argumentos para detener la iniciativa en la materia son tan delgados como cualquiera de los hilos que sostiene a la discriminación, tan vergonzosos como las brasas con las que quemaron a las mujeres para llamarles brujas en la Inquisición... argumentaron desde la falta de tiempo para una discusión a profundidad hasta que era una medida rechazada por la sociedad y, en el extremo, el argumento de la promiscuidad que desde el conservadurismo de uno de los legisladores, el diputado Montes Piña, define en automático a quienes sienten afinidad por otra persona que tiene igual sistema reproductivo al suyo.

Yo creo que es una resistencia, absurda, por lo demás, a aceptar que las cosas han evolucionado y que la ley debe de estar dejando de mirar para un solo lado. En el futuro será una vergüenza ser señalados como discriminadores, parece que no lo están viendo, pero eso sería lo de menos... no puedes pedir igualdad y fomentar la discriminación es un contrasentido... es como el instituto para devolver al pueblo lo robado que termina hundido como dice la canción, por esas mismas razones.

Discriminar es un pecado social gigante que a veces por ser cometido de forma constante, no nos damos cuenta: Se llama soberbia.

Para fines prácticos, el matrimonio es un contrato que firman dos personas ante quien, en representación del Gobierno, atestigua y da legalidad a la voluntad de ambos de hacer vida en común asumiendo las responsabilidades y derechos que la ley les otorga.

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Con el devenir de los años las sociedades han cambiado y las formas de convivencia también han evolucionado. La evolución es un hecho tan cierto, como que el año tiene 4 estaciones.

Comportamientos que en alguna época se llevó a las personas a la hoguera o por lo menos a ser expulsadas de sus núcleos sociales, las ubicaron en el grupo de los inadaptados, enfermos o apestados... las luchas de esas personas poco a poco han ganado terreno defendiendo su derecho a expresar sus sentimientos y preferencias como cada quien lo sienta o decida.

Las preferencias de raza, color, origen, se dan a partir de la evolución del ser humano que hace que todos nos tomemos de la mano guiados por la luz de la igualdad. Esa luz que no permite diferenciar al gordo del flaco, al alto del chaparro, al negro del blanco, al mestizo del criollo o al hombre de la mujer.

En este contexto se inscriben los matrimonios igualitarios; en el de la Luz no en el de la tiniebla. Antes que, por géneros, debemos asumir que la sociedad se conforma por personas, por individuos. No hay sociedades sin individuos, pero sí individuos sin sociedad...así empezó el egoísmo.

Así lo han entendido muchas sociedades, así lo han consignado muchas leyes, así lo practican abierta o discretamente muchas parejas, no es cierto que no es cierto ya lo decían los griegos, la realidad simplemente es.

En México 19 entidades federativas contemplan en su legislación la posibilidad de la igualdad y, en medio de esa igualdad la unión de las parejas sean del color que sean, de la raza que fueren y del género que quiera.

En Sonora esta semana se discutió en el Congreso la iniciativa para adecuar las leyes en la materia y no avanzó; pero, volviendo a la realidad: que no avance no significa que no sea. Ya vendrán legisladores que mejor entiendan la realidad.

Los argumentos para detener la iniciativa en la materia son tan delgados como cualquiera de los hilos que sostiene a la discriminación, tan vergonzosos como las brasas con las que quemaron a las mujeres para llamarles brujas en la Inquisición... argumentaron desde la falta de tiempo para una discusión a profundidad hasta que era una medida rechazada por la sociedad y, en el extremo, el argumento de la promiscuidad que desde el conservadurismo de uno de los legisladores, el diputado Montes Piña, define en automático a quienes sienten afinidad por otra persona que tiene igual sistema reproductivo al suyo.

Yo creo que es una resistencia, absurda, por lo demás, a aceptar que las cosas han evolucionado y que la ley debe de estar dejando de mirar para un solo lado. En el futuro será una vergüenza ser señalados como discriminadores, parece que no lo están viendo, pero eso sería lo de menos... no puedes pedir igualdad y fomentar la discriminación es un contrasentido... es como el instituto para devolver al pueblo lo robado que termina hundido como dice la canción, por esas mismas razones.

Discriminar es un pecado social gigante que a veces por ser cometido de forma constante, no nos damos cuenta: Se llama soberbia.