/ martes 14 de julio de 2020

Un ciudadano pensó | El nuevo orden… Es decisión mía

La Dra. Zaira Valenzuela De Alba, cirujana maxilofacial y también especialista en: Reiqui, Tetahealing, Terapia regresiva, Meditación, Numeróloga, Biogénesis y en un sinfín de especialidades, etc, etc... Comenta en un escrito de ella, cómo es que las situaciones de miedo, afectan al cerebro y cómo dentro de un sistema de defensa graba las experiencias dolorosas como una forma de archivo para evitar en el futuro estas situaciones. A continuación, les comparto su escrito, para luego darles mis propias reflexiones sobre este tema, que en la situación que actualmente vivimos, es central. Cito su texto:

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“Todos hemos tenido situaciones en nuestra vida en las que hemos sido traicionados, traumatizados, manipulados o maltratados de una forma u otra. Cuando ocurre algo como esto, nuestros sistemas de alarma interna se encienden, y al hacerlo, debido a que el evento es tan amenazante o doloroso, el cerebro congela la imagen y toma una instantánea del evento externo. Llamamos a esto un recuerdo a largo plazo. El efecto secundario es la activación de las emociones de supervivencia. Debido a que esos químicos son tan desagradables, hacemos todo lo posible para evitarlos. Al tratar de evitarlos, seguimos reviviendo y volviendo a visitar el recuerdo del evento una y otra vez, y ahora estamos atrapados en un ciclo de pensar y sentir las mismas emociones que no queremos sentir.

Como resultado, toda nuestra percepción del mundo se basa en ese recuerdo. Esto es lo que mantiene al cuerpo conectado al pasado. Al aferrarte a algún problema y mantener tu atención en el evento pasado o la persona que crees que es responsable de tu dolor, estás permitiendo que esa persona o evento te mantenga como rehén emocional. Eso significa que estás regalando tu energía, tu poder para crear y tu fuerza vital a algo fuera de ti.

La buena noticia es que ahora sabemos que, mientras estás sentado en meditación, si, en lugar de disfrutar de esas emociones incómodas, llevas tu cuerpo a la seguridad del momento presente, entonces bajará el volumen a esas emociones. Al hacerlo, le dices al cuerpo que ya no es la mente emocional. Empiezas a romper el vínculo energético con esa persona, o experiencia dolorosa. Cuando haces esto suficientes veces, ya no estás gobernado por las emociones negativas porque has alejado tu atención de ellas. Al no sentir más esas emociones, naturalmente dejarás de pensar en ellas. Eso es perdón.

Podríamos decir que el perdón se está moviendo a un mayor nivel de conciencia donde ya no estamos siendo definidos por los problemas de nuestro pasado. El verdadero perdón es romper la carga emocional y el vínculo energético con nuestro pasado doloroso. Lo que te queda es un recuerdo y un recuerdo sin la carga emocional es sabiduría. Ahora estás listo para crear un nuevo futuro”.

Muy bien, yo en cuanto leí este texto, se vinieron a mi mente una serie de situaciones, ya sea con personas o situaciones de salud dolorosas que, aunque han pasado ya muchos años, ocasionalmente vuelven esas malas sensaciones, por experiencias nuevas que me recuerdan aquellos momentos y con esos recuerdos, viene aquel gran dolor, físico o emocional que hizo que se grabaran en mi mente. Coincido con la doctora respecto al perdón, porque en las experiencias negativas con personas, fue hasta que las perdoné y esto, basado también en que me puse “en sus zapatos” y les entendí, que el dolor emocional, se fue. De ese aprendizaje, entendí que nadie nace con la obligación de amarme, así como yo, no nací obligado a amar a nadie tampoco.

Respecto al dolor físico, que también he tenido que experimentarlo; durante mucho tiempo, sufrí de la dislocación recurrente de mi brazo izquierdo del hombro. En mi experiencia, no he sentido mayor dolor, ni siquiera cuando por accidente me disloqué los huesos y articulaciones del empeine de mi pie derecho y por lo cual, aun llevo tres tornillos en ese pie. En algunas noches, me despertaba el dolor en mi hombro como si se hubiese dislocado de nuevo, pero era sólo un recuerdo que se integraba a mi sueño, pero mientras se presentaba sentía el dolor como si realmente se me hubiese dislocado el brazo. Estos recuerdos y sus consecuencias, desaparecieron casi de inmediato, cuando comprendí que el hecho que se me dislocara el brazo, no ponía en riesgo mi vida, ni habría ninguna consecuencia mayor… cesó el miedo y con él, los recuerdos.

Llevando este conocimiento que la doctora Valenzuela De Alba, nos comparte y extrapolándolo a la situación que actualmente vivimos de lo que yo le llamo PLANdemia, que, aunque no niego la existencia de la enfermedad, si dilucido, un esfuerzo coordinado en hacerla parecer más terrorífica de lo que realmente es. Sin entrar en detalles y datos de mi percepción de toda la situación que, como humanidad, vivimos actualmente en este 2020. Primero, me enfoqué en preguntarme ¿Qué puedo hacer yo en esta situación? ¿Cómo puedo proteger a mi familia inmediata, esposa e hijo? Porque más allá, mis fuerzas y capacidades disminuyen y merman, volviendo a ponerme en riesgo a mí y a mi familia inmediata.

Como les platiqué de mis experiencias en particular, el perdón dejó atrás al dolor y en el dolor físico de mi lesión, el entendimiento de lo que me sucedía dejó el trauma mental atrás. (Claro, mis experiencias para nada pueden compararse en dimensión con lo de otras personas, pero cada quien parte de sí mismo).

Me he concentrado en ampliar mis conocimientos generales respecto a las enfermedades infecciosas, otros informes no oficiales, procurando asegurarme que sean de profesionales médicos que están en desacuerdo con los datos oficiales. También me di a la tarea de explorar diferentes medios de redes sociales, sin emitir juicios de sus contenidos y poco a poco, se empezó a formar en mi mente una idea un poco más clara de toda la situación. Esto me quitó en gran parte la sensación de incertidumbre y como ésta, es una de las semillas del miedo, éste disminuyó. Por otra parte, me enfoqué en comprender que mi tiempo en esta dimensión o vida, es finita, es temporal y que cuando llegue mi momento deberé partir de aquí para cambiar de vida… de igual manera, lo harán mis seres queridos, eso no tiene remedio. Pero lo que yo decido sentir a ese respecto con el tiempo antes de irme, si tiene remedio. Como no sé en qué momento me voy a mudar de vida, decidí no cederle al miedo, que, con tanto esfuerzo, han intentado meterme en mi consciencia y mi yo, a través de todos los medios de comunicación, mi energía.

Me he dado a la tarea de entender, que el mundo y las formas con las que veníamos viviendo se acabaron… pero no quiere decir que aceptaré vivir con aquellas formas que quieran imponerme. Voy a adaptarme y a desarrollar con otros, las nuevas formas que apliquen a mi consciencia y me hagan feliz a mi y a quienes estén cerca de mí. Mi felicidad, la decido yo…

No el dizque nuevo desorden mundial, por mí, se lo pueden meter por donde más les plazca.

Gustavo Tena H. Fotógrafo profesional y ciudadano

ciudadanopenso@gmx.es


La Dra. Zaira Valenzuela De Alba, cirujana maxilofacial y también especialista en: Reiqui, Tetahealing, Terapia regresiva, Meditación, Numeróloga, Biogénesis y en un sinfín de especialidades, etc, etc... Comenta en un escrito de ella, cómo es que las situaciones de miedo, afectan al cerebro y cómo dentro de un sistema de defensa graba las experiencias dolorosas como una forma de archivo para evitar en el futuro estas situaciones. A continuación, les comparto su escrito, para luego darles mis propias reflexiones sobre este tema, que en la situación que actualmente vivimos, es central. Cito su texto:

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“Todos hemos tenido situaciones en nuestra vida en las que hemos sido traicionados, traumatizados, manipulados o maltratados de una forma u otra. Cuando ocurre algo como esto, nuestros sistemas de alarma interna se encienden, y al hacerlo, debido a que el evento es tan amenazante o doloroso, el cerebro congela la imagen y toma una instantánea del evento externo. Llamamos a esto un recuerdo a largo plazo. El efecto secundario es la activación de las emociones de supervivencia. Debido a que esos químicos son tan desagradables, hacemos todo lo posible para evitarlos. Al tratar de evitarlos, seguimos reviviendo y volviendo a visitar el recuerdo del evento una y otra vez, y ahora estamos atrapados en un ciclo de pensar y sentir las mismas emociones que no queremos sentir.

Como resultado, toda nuestra percepción del mundo se basa en ese recuerdo. Esto es lo que mantiene al cuerpo conectado al pasado. Al aferrarte a algún problema y mantener tu atención en el evento pasado o la persona que crees que es responsable de tu dolor, estás permitiendo que esa persona o evento te mantenga como rehén emocional. Eso significa que estás regalando tu energía, tu poder para crear y tu fuerza vital a algo fuera de ti.

La buena noticia es que ahora sabemos que, mientras estás sentado en meditación, si, en lugar de disfrutar de esas emociones incómodas, llevas tu cuerpo a la seguridad del momento presente, entonces bajará el volumen a esas emociones. Al hacerlo, le dices al cuerpo que ya no es la mente emocional. Empiezas a romper el vínculo energético con esa persona, o experiencia dolorosa. Cuando haces esto suficientes veces, ya no estás gobernado por las emociones negativas porque has alejado tu atención de ellas. Al no sentir más esas emociones, naturalmente dejarás de pensar en ellas. Eso es perdón.

Podríamos decir que el perdón se está moviendo a un mayor nivel de conciencia donde ya no estamos siendo definidos por los problemas de nuestro pasado. El verdadero perdón es romper la carga emocional y el vínculo energético con nuestro pasado doloroso. Lo que te queda es un recuerdo y un recuerdo sin la carga emocional es sabiduría. Ahora estás listo para crear un nuevo futuro”.

Muy bien, yo en cuanto leí este texto, se vinieron a mi mente una serie de situaciones, ya sea con personas o situaciones de salud dolorosas que, aunque han pasado ya muchos años, ocasionalmente vuelven esas malas sensaciones, por experiencias nuevas que me recuerdan aquellos momentos y con esos recuerdos, viene aquel gran dolor, físico o emocional que hizo que se grabaran en mi mente. Coincido con la doctora respecto al perdón, porque en las experiencias negativas con personas, fue hasta que las perdoné y esto, basado también en que me puse “en sus zapatos” y les entendí, que el dolor emocional, se fue. De ese aprendizaje, entendí que nadie nace con la obligación de amarme, así como yo, no nací obligado a amar a nadie tampoco.

Respecto al dolor físico, que también he tenido que experimentarlo; durante mucho tiempo, sufrí de la dislocación recurrente de mi brazo izquierdo del hombro. En mi experiencia, no he sentido mayor dolor, ni siquiera cuando por accidente me disloqué los huesos y articulaciones del empeine de mi pie derecho y por lo cual, aun llevo tres tornillos en ese pie. En algunas noches, me despertaba el dolor en mi hombro como si se hubiese dislocado de nuevo, pero era sólo un recuerdo que se integraba a mi sueño, pero mientras se presentaba sentía el dolor como si realmente se me hubiese dislocado el brazo. Estos recuerdos y sus consecuencias, desaparecieron casi de inmediato, cuando comprendí que el hecho que se me dislocara el brazo, no ponía en riesgo mi vida, ni habría ninguna consecuencia mayor… cesó el miedo y con él, los recuerdos.

Llevando este conocimiento que la doctora Valenzuela De Alba, nos comparte y extrapolándolo a la situación que actualmente vivimos de lo que yo le llamo PLANdemia, que, aunque no niego la existencia de la enfermedad, si dilucido, un esfuerzo coordinado en hacerla parecer más terrorífica de lo que realmente es. Sin entrar en detalles y datos de mi percepción de toda la situación que, como humanidad, vivimos actualmente en este 2020. Primero, me enfoqué en preguntarme ¿Qué puedo hacer yo en esta situación? ¿Cómo puedo proteger a mi familia inmediata, esposa e hijo? Porque más allá, mis fuerzas y capacidades disminuyen y merman, volviendo a ponerme en riesgo a mí y a mi familia inmediata.

Como les platiqué de mis experiencias en particular, el perdón dejó atrás al dolor y en el dolor físico de mi lesión, el entendimiento de lo que me sucedía dejó el trauma mental atrás. (Claro, mis experiencias para nada pueden compararse en dimensión con lo de otras personas, pero cada quien parte de sí mismo).

Me he concentrado en ampliar mis conocimientos generales respecto a las enfermedades infecciosas, otros informes no oficiales, procurando asegurarme que sean de profesionales médicos que están en desacuerdo con los datos oficiales. También me di a la tarea de explorar diferentes medios de redes sociales, sin emitir juicios de sus contenidos y poco a poco, se empezó a formar en mi mente una idea un poco más clara de toda la situación. Esto me quitó en gran parte la sensación de incertidumbre y como ésta, es una de las semillas del miedo, éste disminuyó. Por otra parte, me enfoqué en comprender que mi tiempo en esta dimensión o vida, es finita, es temporal y que cuando llegue mi momento deberé partir de aquí para cambiar de vida… de igual manera, lo harán mis seres queridos, eso no tiene remedio. Pero lo que yo decido sentir a ese respecto con el tiempo antes de irme, si tiene remedio. Como no sé en qué momento me voy a mudar de vida, decidí no cederle al miedo, que, con tanto esfuerzo, han intentado meterme en mi consciencia y mi yo, a través de todos los medios de comunicación, mi energía.

Me he dado a la tarea de entender, que el mundo y las formas con las que veníamos viviendo se acabaron… pero no quiere decir que aceptaré vivir con aquellas formas que quieran imponerme. Voy a adaptarme y a desarrollar con otros, las nuevas formas que apliquen a mi consciencia y me hagan feliz a mi y a quienes estén cerca de mí. Mi felicidad, la decido yo…

No el dizque nuevo desorden mundial, por mí, se lo pueden meter por donde más les plazca.

Gustavo Tena H. Fotógrafo profesional y ciudadano

ciudadanopenso@gmx.es