/ martes 7 de septiembre de 2021

Un ciudadano pensó | La trampa…

Desde marzo de 2020 a todos nos arrancaron el tapete en el que estábamos parados y reaccionamos cada quien de muchas y diferentes maneras, pero todos nos uníamos en un solo sentimiento, incertidumbre. Mientras, nos preguntábamos cuándo volveríamos a la “normalidad” … ¿Pero qué es o qué era la normalidad? Era nuestra zona de confort, o dicho de manera más exacta, nuestro conformismo.

Con toda esta crisis de enfermedades que salen de la nada y desaparecen en la nada, en momentos “casualmente” convenientes… y no para nosotros la humanidad, sino para ellos “los poderosos” (Ellos viven el espejismo del poder, como nosotros vivíamos el espejismo de la normalidad). Nos han sacado a patadas de nuestra rutina, de nuestro adormecimiento y como drogadictos en pleno síndrome de abstinencia, preguntamos desesperados ¿Cuándo volvemos a la “normalidad”? ¿Qué necesitamos hacer para regresar a nuestra amada normalidad?

Y nos salen con la Makuna Matata. No nos lo confirman directamente medio afirman y medio niegan, pero nunca confirman nada de si volveríamos a la zona de confort. Unas autoridades dicen, “si quieres volver a la normalidad Makunate”, mientras otras “autoridades” dicen ya no vamos a volver a la “normalidad” pero para estar lo más cerca a eso, Makunate. Por supuesto mucha gente, empezó a exigir al Gobierno que moviese cielo, mar y tierra para que consiguiese la Makuna Matata e iniciase de inmediato la Makunación Matatera.

Pensándola con calma, todo lo que inició en marzo de 2020, es lo mejor que pudo haberle pasado a la humanidad y no me mal entiendan, no hago de lado, ni resto importancia a las personas que partieron desde entonces a la fecha ya sea por la enfermedad, por males que la enfermedad complicó o porque lo atropelló un auto, pero lo registraron como que la enfermedad se lo llevó. Esto que está sucediendo ha servido para que la gente salgamos del ensueño de nuestras rutinarias vidas donde creíamos vivir un espejismo de la felicidad, pero, sin aprender nada para engrandecer nuestros espíritus, que es para lo que encarnamos en este planeta prisión. Venimos a aprender de nosotros. No vinimos a cumplir horarios de trabajo, no vinimos a pagar hipotecas y créditos bancarios impagables... Venimos a aprender.

Tampoco vinimos a ser felices, ser felices es nuestra naturaleza, pero nos enseñaron a temer y a través del miedo quieren que olvidemos que siempre hemos sido felices, es decir, así como el agua es 70% de nuestro cuerpo, la felicidad es el 100% de nuestra alma… Es nuestra naturaleza.

Durante miles de años nos hicieron olvidar de dónde venimos realmente, al tiempo que nos enseñaron a pensar que cuando el cuerpo muere, es nuestro fin. Con ello, usaron la esperanza en las religiones y nos dijeron que si nos portábamos bien y éramos obedientes (con ellos) podríamos aspirar a un paraíso. Siempre nos ocultaron que somos eternos o nos lo decían con dudas para sembrarnos, como con lo de la normalidad… la incertidumbre.

Igualmente, nos adoctrinaron a pensar que vendría algún día en el futuro indeterminado nuestro salvador, como igualmente en cada campaña política vendrá un líder que nos hará vivir mejor… Todo esto, para que nunca nos salvemos a nosotros mismos. Ahí es donde está la felicidad que buscamos fuera, ahí es donde está nuestro salvador, ahí es donde está la divinidad que buscamos afuera en templos. Las respuestas y nuestro poder y felicidad están y han estado siempre, dentro de nosotros, nunca afuera y menos en “ellos”.

Construyeron alrededor de nosotros rutinas, unos ritos que debíamos cumplir durante cada año en fechas particulares, las hicimos nuestras con la costumbre y la costumbre se convirtió en nuestro cerebro, la programación con la que debíamos funcionar. Mientras la mayoría se durmió en la costumbre, en la normalidad, quienes su alma les daba las pistas del engaño, fueron perseguidos como herejes, bruj@s o locos… ahora, nos llaman conspiranoicos y nos bajan o censuran la información en las redes sociales o el Internet.

Pero ahora llevaron el circo demasiado rápido, demasiado obvio y demasiado brusco, por lo que, están sacudiendo a los espíritus que estaban menos adormecidos, también está ayudando a entender a muchos que deben soltar, que deben desapegarse de todo y de todos.

La gente estamos entendiendo que la normalidad no es la vida, que la normalidad no es la felicidad, que la normalidad no es el camino… En realidad, la normalidad… Es la trampa.


Desde marzo de 2020 a todos nos arrancaron el tapete en el que estábamos parados y reaccionamos cada quien de muchas y diferentes maneras, pero todos nos uníamos en un solo sentimiento, incertidumbre. Mientras, nos preguntábamos cuándo volveríamos a la “normalidad” … ¿Pero qué es o qué era la normalidad? Era nuestra zona de confort, o dicho de manera más exacta, nuestro conformismo.

Con toda esta crisis de enfermedades que salen de la nada y desaparecen en la nada, en momentos “casualmente” convenientes… y no para nosotros la humanidad, sino para ellos “los poderosos” (Ellos viven el espejismo del poder, como nosotros vivíamos el espejismo de la normalidad). Nos han sacado a patadas de nuestra rutina, de nuestro adormecimiento y como drogadictos en pleno síndrome de abstinencia, preguntamos desesperados ¿Cuándo volvemos a la “normalidad”? ¿Qué necesitamos hacer para regresar a nuestra amada normalidad?

Y nos salen con la Makuna Matata. No nos lo confirman directamente medio afirman y medio niegan, pero nunca confirman nada de si volveríamos a la zona de confort. Unas autoridades dicen, “si quieres volver a la normalidad Makunate”, mientras otras “autoridades” dicen ya no vamos a volver a la “normalidad” pero para estar lo más cerca a eso, Makunate. Por supuesto mucha gente, empezó a exigir al Gobierno que moviese cielo, mar y tierra para que consiguiese la Makuna Matata e iniciase de inmediato la Makunación Matatera.

Pensándola con calma, todo lo que inició en marzo de 2020, es lo mejor que pudo haberle pasado a la humanidad y no me mal entiendan, no hago de lado, ni resto importancia a las personas que partieron desde entonces a la fecha ya sea por la enfermedad, por males que la enfermedad complicó o porque lo atropelló un auto, pero lo registraron como que la enfermedad se lo llevó. Esto que está sucediendo ha servido para que la gente salgamos del ensueño de nuestras rutinarias vidas donde creíamos vivir un espejismo de la felicidad, pero, sin aprender nada para engrandecer nuestros espíritus, que es para lo que encarnamos en este planeta prisión. Venimos a aprender de nosotros. No vinimos a cumplir horarios de trabajo, no vinimos a pagar hipotecas y créditos bancarios impagables... Venimos a aprender.

Tampoco vinimos a ser felices, ser felices es nuestra naturaleza, pero nos enseñaron a temer y a través del miedo quieren que olvidemos que siempre hemos sido felices, es decir, así como el agua es 70% de nuestro cuerpo, la felicidad es el 100% de nuestra alma… Es nuestra naturaleza.

Durante miles de años nos hicieron olvidar de dónde venimos realmente, al tiempo que nos enseñaron a pensar que cuando el cuerpo muere, es nuestro fin. Con ello, usaron la esperanza en las religiones y nos dijeron que si nos portábamos bien y éramos obedientes (con ellos) podríamos aspirar a un paraíso. Siempre nos ocultaron que somos eternos o nos lo decían con dudas para sembrarnos, como con lo de la normalidad… la incertidumbre.

Igualmente, nos adoctrinaron a pensar que vendría algún día en el futuro indeterminado nuestro salvador, como igualmente en cada campaña política vendrá un líder que nos hará vivir mejor… Todo esto, para que nunca nos salvemos a nosotros mismos. Ahí es donde está la felicidad que buscamos fuera, ahí es donde está nuestro salvador, ahí es donde está la divinidad que buscamos afuera en templos. Las respuestas y nuestro poder y felicidad están y han estado siempre, dentro de nosotros, nunca afuera y menos en “ellos”.

Construyeron alrededor de nosotros rutinas, unos ritos que debíamos cumplir durante cada año en fechas particulares, las hicimos nuestras con la costumbre y la costumbre se convirtió en nuestro cerebro, la programación con la que debíamos funcionar. Mientras la mayoría se durmió en la costumbre, en la normalidad, quienes su alma les daba las pistas del engaño, fueron perseguidos como herejes, bruj@s o locos… ahora, nos llaman conspiranoicos y nos bajan o censuran la información en las redes sociales o el Internet.

Pero ahora llevaron el circo demasiado rápido, demasiado obvio y demasiado brusco, por lo que, están sacudiendo a los espíritus que estaban menos adormecidos, también está ayudando a entender a muchos que deben soltar, que deben desapegarse de todo y de todos.

La gente estamos entendiendo que la normalidad no es la vida, que la normalidad no es la felicidad, que la normalidad no es el camino… En realidad, la normalidad… Es la trampa.