/ martes 26 de marzo de 2024

Vidas y libros | Las propuestas de Xóchitl en materia cultural

A veces me pregunto para qué sirven las campañas políticas. En las redes sociales y en los titulares de los diferentes medios solo resaltan descalificativos, información personal o fake news. Sin embargo, al mismo tiempo pienso que las campañas sirven precisamente para analizar la situación actual, debatir sobre los problemas y sobre todo para proponer soluciones.

Es por eso que en esta ocasión hablaré de las propuestas de Xóchitl Gálvez en materia cultural porque, hasta el momento, es la única candidata a la Presidencia de la República que las ha hecho público. Y no es de extrañarse, ya que en esta área tiene el apoyo de la doctora Consuela Sáizar, una mujer con amplia experiencia dirigiendo instituciones culturales a nivel nacional. Estas propuestas se presentaron en el reciente foro “Sin miedo al conocimiento” en donde charló con artistas y académicos que fueron escuchados por la propia candidata.

En el decálogo que publicó, el primer punto habla del presupuesto, porque sin él no puedes hacer nada de lo que describe a continuación. Menciona que destinará 25 mil millones de pesos a partir del año 2025. Esto significa un mayor recurso a comparación del actual. Más allá de los montos, la clave es saber administrarlo de manera efectiva.

El segundo punto habla de la creación de un programa educativo, de promoción cultural y artístico nacional. Asimismo la creación de 3 universidades de las artes, 2 escuelas del INAH y otras 2 escuelas técnicas de guías de turistas en diversos puntos del país. De formarse estas 7 escuelas, el resultado esperado será tener a más personas capacitadas en cada uno de los rubros: en artes, en antropología, historia y turismo. Esto puede traer consigo una apertura de proyectos sobre estos temas a nivel local en muchas entidades del país, lo que significa empleo, nuevas oportunidades e ingresos económicos basados en un sector clave del país: su historia.

El tercer punto menciona la construcción de la mayor infraestructura cultural de este siglo tanto física como digital. Ambos rubros se pueden lograr teniendo en cuenta las distintas necesidades que tiene cada uno de los estados. El problema con la actual administración federal, en materia cultural, es que su mayor proyecto cultural del sexenio está en la Ciudad de México: un lugar que no necesita más infraestructura artística. Me refiero a “Chapultepec. Naturaleza y Cultura”.

El cuarto punto describe apoyar el desarrollo de aplicaciones digitales dirigidas a procesos de producción, comercialización y realización de inventarios de artesanías. Con las facilidades que hoy en día brinda la tecnología y con toda la gran cantidad de información que a partir del año dos mil está en la red, es necesario actualizar y orientar de mejor manera toda la información cultural y artística del país que ya está disponible.

El quinto rubro señala otorgar el mayor número de becas a estudiantes de arte, creadores y agentes culturales. Remarcar este punto es importante porque en la actual administración ha tenido una disminución de becas otorgadas. En vez de reforzar las becas que cada Estado y municipio tenía, homogeneizó una sola beca para todos. En vez de que el artista tuviera oportunidad de participar en cinco becas anuales, como en el caso de Sonora, ahora solo tiene espacio para una o dos.

Lo que resalta del punto seis, es la recuperación de la independencia de los medios de comunicación del Estado que hoy en día no hacen otra cosa más que hablar del Gobierno en turno o de los temas de la agenda del Presidente. En verdad se extraña el abanico temático y la apertura crítica que tenía Canal 22, Radio Educación, entre otros medios públicos. Ahora más que nunca necesitamos reflexionar y abrirnos a un mundo que está cambiando. Recibir información no solamente de arte y cultura nacional, sino de los cambios tecnológicos que estamos viviendo, de la revolución que el medio ambiente está viviendo y estar enterados de lo que sucede en otras partes del mundo.

El séptimo punto se refiere a la seguridad social para todas y todos los trabajadores del arte y la cultura. Esto no es nuevo. Desde hace muchos años se ha discutido este tema, sin embargo, la dificultad siempre ha sido generar un listado y distinguir quién es artista y quién no lo es. Es difícil, pero describiendo con claridad las reglas de ingreso se puede facilitar su realización.

El octavo es otro punto clave: creación de estímulos fiscales para librerías, museos, artes escénicas, industrias creativas, con la sola intención de estimular los ciclos económicos y productivos alentando el consumo cultural que tanta falta nos hace. Fuera de la Ciudad de México, hay que preguntarnos: ¿cuántas librerías tiene nuestra ciudad?, ¿cuántos museos en buen estado?, ¿cómo están los teatros?, ¿hay librerías independientes?, ¿con qué frecuencia se realizan mercados culturales?

El noveno punto va ligado al primero, ya que propone otorgar cada año mil millones de pesos a 2,447 municipios y 2,096 casas de la cultura, ferias municipales, festivales y otros rubros. ¿Quién puede saber de mejor manera las necesidades de su comunidad que los propios artistas y la infraestructura de cada poblado y municipio? Administrar los recursos desde el centro del país y elegir los proyectos desde un escritorio en la Ciudad de México, solo fomenta una distribución errónea, se prolonga el tiempo de recibir los recursos y se deja de lado muchas necesidades reales.

Finalmente el décimo punto trata sobre hacer un proyecto internacional para recuperar el liderazgo artístico y cultural del país en el mundo. Tener presencia en las principales ferias y eventos cultural del mundo es un buen principio, pero de nada sirve si no se hacen vínculos, si no se generan nuevos proyectos y se aprende de los grandes eventos mundiales.

El sector artístico y cultural ha sido golpeado en esta última administración federal. Esto se mira en la reducción de recursos a los estados, la eliminación de programas editoriales, de circuitos artísticos, la disminución de becas y la apertura para tener una libertad plena en los contenidos. ¿Todas las propuestas son viables? ¿Cómo se aplicarán en la realidad? ¿Cuál tendrá más éxito? En estas respuestas todos debemos de participar.

Hace falta consensos, crítica, apertura y sobre todo diversidad de opiniones. Conozcamos las propuestas de los candidatos en los rubros de nuestro interés, no solo de los que van a la Presidencia sino también a los que aspiran al Senado, a una diputación y una Alcaldía. Más allá de una afinidad personal con el individuo, las propuestas son su compromiso y su responsabilidad. Hacerlos públicos es un referente que nos ayudará a exigirles en caso de que no se cumplan. Las propuestas de campaña son el primer vínculo que establecemos con los candidatos.

A veces me pregunto para qué sirven las campañas políticas. En las redes sociales y en los titulares de los diferentes medios solo resaltan descalificativos, información personal o fake news. Sin embargo, al mismo tiempo pienso que las campañas sirven precisamente para analizar la situación actual, debatir sobre los problemas y sobre todo para proponer soluciones.

Es por eso que en esta ocasión hablaré de las propuestas de Xóchitl Gálvez en materia cultural porque, hasta el momento, es la única candidata a la Presidencia de la República que las ha hecho público. Y no es de extrañarse, ya que en esta área tiene el apoyo de la doctora Consuela Sáizar, una mujer con amplia experiencia dirigiendo instituciones culturales a nivel nacional. Estas propuestas se presentaron en el reciente foro “Sin miedo al conocimiento” en donde charló con artistas y académicos que fueron escuchados por la propia candidata.

En el decálogo que publicó, el primer punto habla del presupuesto, porque sin él no puedes hacer nada de lo que describe a continuación. Menciona que destinará 25 mil millones de pesos a partir del año 2025. Esto significa un mayor recurso a comparación del actual. Más allá de los montos, la clave es saber administrarlo de manera efectiva.

El segundo punto habla de la creación de un programa educativo, de promoción cultural y artístico nacional. Asimismo la creación de 3 universidades de las artes, 2 escuelas del INAH y otras 2 escuelas técnicas de guías de turistas en diversos puntos del país. De formarse estas 7 escuelas, el resultado esperado será tener a más personas capacitadas en cada uno de los rubros: en artes, en antropología, historia y turismo. Esto puede traer consigo una apertura de proyectos sobre estos temas a nivel local en muchas entidades del país, lo que significa empleo, nuevas oportunidades e ingresos económicos basados en un sector clave del país: su historia.

El tercer punto menciona la construcción de la mayor infraestructura cultural de este siglo tanto física como digital. Ambos rubros se pueden lograr teniendo en cuenta las distintas necesidades que tiene cada uno de los estados. El problema con la actual administración federal, en materia cultural, es que su mayor proyecto cultural del sexenio está en la Ciudad de México: un lugar que no necesita más infraestructura artística. Me refiero a “Chapultepec. Naturaleza y Cultura”.

El cuarto punto describe apoyar el desarrollo de aplicaciones digitales dirigidas a procesos de producción, comercialización y realización de inventarios de artesanías. Con las facilidades que hoy en día brinda la tecnología y con toda la gran cantidad de información que a partir del año dos mil está en la red, es necesario actualizar y orientar de mejor manera toda la información cultural y artística del país que ya está disponible.

El quinto rubro señala otorgar el mayor número de becas a estudiantes de arte, creadores y agentes culturales. Remarcar este punto es importante porque en la actual administración ha tenido una disminución de becas otorgadas. En vez de reforzar las becas que cada Estado y municipio tenía, homogeneizó una sola beca para todos. En vez de que el artista tuviera oportunidad de participar en cinco becas anuales, como en el caso de Sonora, ahora solo tiene espacio para una o dos.

Lo que resalta del punto seis, es la recuperación de la independencia de los medios de comunicación del Estado que hoy en día no hacen otra cosa más que hablar del Gobierno en turno o de los temas de la agenda del Presidente. En verdad se extraña el abanico temático y la apertura crítica que tenía Canal 22, Radio Educación, entre otros medios públicos. Ahora más que nunca necesitamos reflexionar y abrirnos a un mundo que está cambiando. Recibir información no solamente de arte y cultura nacional, sino de los cambios tecnológicos que estamos viviendo, de la revolución que el medio ambiente está viviendo y estar enterados de lo que sucede en otras partes del mundo.

El séptimo punto se refiere a la seguridad social para todas y todos los trabajadores del arte y la cultura. Esto no es nuevo. Desde hace muchos años se ha discutido este tema, sin embargo, la dificultad siempre ha sido generar un listado y distinguir quién es artista y quién no lo es. Es difícil, pero describiendo con claridad las reglas de ingreso se puede facilitar su realización.

El octavo es otro punto clave: creación de estímulos fiscales para librerías, museos, artes escénicas, industrias creativas, con la sola intención de estimular los ciclos económicos y productivos alentando el consumo cultural que tanta falta nos hace. Fuera de la Ciudad de México, hay que preguntarnos: ¿cuántas librerías tiene nuestra ciudad?, ¿cuántos museos en buen estado?, ¿cómo están los teatros?, ¿hay librerías independientes?, ¿con qué frecuencia se realizan mercados culturales?

El noveno punto va ligado al primero, ya que propone otorgar cada año mil millones de pesos a 2,447 municipios y 2,096 casas de la cultura, ferias municipales, festivales y otros rubros. ¿Quién puede saber de mejor manera las necesidades de su comunidad que los propios artistas y la infraestructura de cada poblado y municipio? Administrar los recursos desde el centro del país y elegir los proyectos desde un escritorio en la Ciudad de México, solo fomenta una distribución errónea, se prolonga el tiempo de recibir los recursos y se deja de lado muchas necesidades reales.

Finalmente el décimo punto trata sobre hacer un proyecto internacional para recuperar el liderazgo artístico y cultural del país en el mundo. Tener presencia en las principales ferias y eventos cultural del mundo es un buen principio, pero de nada sirve si no se hacen vínculos, si no se generan nuevos proyectos y se aprende de los grandes eventos mundiales.

El sector artístico y cultural ha sido golpeado en esta última administración federal. Esto se mira en la reducción de recursos a los estados, la eliminación de programas editoriales, de circuitos artísticos, la disminución de becas y la apertura para tener una libertad plena en los contenidos. ¿Todas las propuestas son viables? ¿Cómo se aplicarán en la realidad? ¿Cuál tendrá más éxito? En estas respuestas todos debemos de participar.

Hace falta consensos, crítica, apertura y sobre todo diversidad de opiniones. Conozcamos las propuestas de los candidatos en los rubros de nuestro interés, no solo de los que van a la Presidencia sino también a los que aspiran al Senado, a una diputación y una Alcaldía. Más allá de una afinidad personal con el individuo, las propuestas son su compromiso y su responsabilidad. Hacerlos públicos es un referente que nos ayudará a exigirles en caso de que no se cumplan. Las propuestas de campaña son el primer vínculo que establecemos con los candidatos.