/ domingo 20 de noviembre de 2022

Visión económica | Marchas, democracia y oclocracia




Atiborrados por trágicas noticias del entorno nacional y mundial, y multitudinarias marchas pro democracia que no cambian el espíritu antidemocrático del Gobierno, reiteramos el riesgo de que surja la oclocracia.

Como beneficio del Tratado de Libre Comercio, Tlcan, México comenzó a construir la democracia. Al final del régimen del PRI, otros partidos políticos ganaron posiciones.

En el 2000, el PRI perdió la Presidencia, en un ejercicio democrático. De ahí en adelante, se presenta la alternancia democrática.

Los ganadores con la democracia ilusionaron al pobre pueblo pobre con un cambio de país, cambio de sistema socioeconómico, cambio del régimen corrupto del PRI.

En 1986, Maquío Clouthier, candidato presidencial, proponía cambiar el capitalismo salvaje de los tecnócratas del PRI. Nosotros lo atestiguamos, su oferta política era el cambio.

Hace 36 años, las zanahorias que seguían los burros eran una esperanza de cambio. La propuesta clave era el cambio, como ahora el concepto clave lo sería la transformación.

Sin embargo, ese cambio ocasionó que pasáramos de la democracia a la plutocracia: un pueblo pobre donde el poder está en manos de unos cuantos ricos.

En consecuencia, en lugar de la democracia se instalaba la plutocracia, misma que López Obrador llama la mafia del poder. Mafia que hoy sigue dominando al país.

El cambio de democracia hacia plutocracia durante los primeros sexenios de este siglo, resultó en una catástrofe sociopolítica caracterizada por corrupción, impunidad, pobreza, no prevalencia del Estado de Derecho, violencia y asesinatos del pueblo pobre; tragedia política que hundió a mitad de la población en la pobreza.

El régimen del cambio se degeneró terriblemente. Se acrecentó la cleptocracia que es la descomunal corrupción del Gobierno, de la burocracia y de la sociedad.

Surgió entonces un desmedido coraje social, un tremendo hartazgo e indignación extrema de la mayoría de la gente, que de nuevo exige un verdadero cambio radical, una gran transformación.

En el 2018, el pueblo rechazó a todos los partidos degenerados, y votó por la opción que ahora promulga otro cambio: la transformación, esta es la 4T.

Pero todo régimen político pronto se degenera hacia la Oclocracia sostenía el gran sabio politólogo e historiador Polibio. Coincidía con Aristóteles quien afirmaba que “cuanto más democrática se vuelve una democracia, más tiende a ser gobernada por la plebe, chusma, ignorantes, degenerando en oclocracia”.

La Teoría de Polibio establece que: cuando la decisión no la toma la gente sino la muchedumbre, cuando el pueblo es manipulado y decide sin información, es el peor sistema político, el último estado de degeneración del poder, es la degeneración de la democracia u oclocracia que se nutre del rencor e ignorancia.

Polibio sostenía que cuando la democracia se mancha de ilegalidad, impunidad, rencores, homicidios y violencias, se constituye en la oclocracia o el gobierno de la muchedumbre, o el poder de la turba, chusma, masa o gentío, que a la hora de abordar asuntos políticos presenta una voluntad irracional.

Se refiere a la manipulada “voluntad” de la tiranía de la muchedumbre corrompida y tumultuosa en la que no hay consensos ni acuerdos políticos. En el México actual no hay acuerdos, solo marchas antagónicas como el domingo 13.

En el sistema político mexicano de hoy no debe regir el rencor, resentimientos, antagonismos ni la ignorancia. El pueblo necesita más acuerdos que desacuerdos, consensos en lugar de disensos.

La desintegración nacional, la desunión, el radicalismo, el odio a los adversarios, la desinformación, intolerancia, fanatismos y dogmas tienen impactos muy negativos en todos los aspectos del desarrollo; y, siempre, siempre afectan más, mucho más a los de abajo, a los más pobres.

Por lo tanto, los actores de poder, la mafia del poder que ahora apoya a AMLO; y también todos los mexicanos, deben pensar más en la Patria que en ellos mismos o en sus propios intereses ideológicos, económicos y electorales.

Ojalá y México no vaya, nunca marche hacia la Oclocracia, que es el último estado de degeneración del poder, que es lo peor que le puede suceder a nuestra incipiente democracia.





Atiborrados por trágicas noticias del entorno nacional y mundial, y multitudinarias marchas pro democracia que no cambian el espíritu antidemocrático del Gobierno, reiteramos el riesgo de que surja la oclocracia.

Como beneficio del Tratado de Libre Comercio, Tlcan, México comenzó a construir la democracia. Al final del régimen del PRI, otros partidos políticos ganaron posiciones.

En el 2000, el PRI perdió la Presidencia, en un ejercicio democrático. De ahí en adelante, se presenta la alternancia democrática.

Los ganadores con la democracia ilusionaron al pobre pueblo pobre con un cambio de país, cambio de sistema socioeconómico, cambio del régimen corrupto del PRI.

En 1986, Maquío Clouthier, candidato presidencial, proponía cambiar el capitalismo salvaje de los tecnócratas del PRI. Nosotros lo atestiguamos, su oferta política era el cambio.

Hace 36 años, las zanahorias que seguían los burros eran una esperanza de cambio. La propuesta clave era el cambio, como ahora el concepto clave lo sería la transformación.

Sin embargo, ese cambio ocasionó que pasáramos de la democracia a la plutocracia: un pueblo pobre donde el poder está en manos de unos cuantos ricos.

En consecuencia, en lugar de la democracia se instalaba la plutocracia, misma que López Obrador llama la mafia del poder. Mafia que hoy sigue dominando al país.

El cambio de democracia hacia plutocracia durante los primeros sexenios de este siglo, resultó en una catástrofe sociopolítica caracterizada por corrupción, impunidad, pobreza, no prevalencia del Estado de Derecho, violencia y asesinatos del pueblo pobre; tragedia política que hundió a mitad de la población en la pobreza.

El régimen del cambio se degeneró terriblemente. Se acrecentó la cleptocracia que es la descomunal corrupción del Gobierno, de la burocracia y de la sociedad.

Surgió entonces un desmedido coraje social, un tremendo hartazgo e indignación extrema de la mayoría de la gente, que de nuevo exige un verdadero cambio radical, una gran transformación.

En el 2018, el pueblo rechazó a todos los partidos degenerados, y votó por la opción que ahora promulga otro cambio: la transformación, esta es la 4T.

Pero todo régimen político pronto se degenera hacia la Oclocracia sostenía el gran sabio politólogo e historiador Polibio. Coincidía con Aristóteles quien afirmaba que “cuanto más democrática se vuelve una democracia, más tiende a ser gobernada por la plebe, chusma, ignorantes, degenerando en oclocracia”.

La Teoría de Polibio establece que: cuando la decisión no la toma la gente sino la muchedumbre, cuando el pueblo es manipulado y decide sin información, es el peor sistema político, el último estado de degeneración del poder, es la degeneración de la democracia u oclocracia que se nutre del rencor e ignorancia.

Polibio sostenía que cuando la democracia se mancha de ilegalidad, impunidad, rencores, homicidios y violencias, se constituye en la oclocracia o el gobierno de la muchedumbre, o el poder de la turba, chusma, masa o gentío, que a la hora de abordar asuntos políticos presenta una voluntad irracional.

Se refiere a la manipulada “voluntad” de la tiranía de la muchedumbre corrompida y tumultuosa en la que no hay consensos ni acuerdos políticos. En el México actual no hay acuerdos, solo marchas antagónicas como el domingo 13.

En el sistema político mexicano de hoy no debe regir el rencor, resentimientos, antagonismos ni la ignorancia. El pueblo necesita más acuerdos que desacuerdos, consensos en lugar de disensos.

La desintegración nacional, la desunión, el radicalismo, el odio a los adversarios, la desinformación, intolerancia, fanatismos y dogmas tienen impactos muy negativos en todos los aspectos del desarrollo; y, siempre, siempre afectan más, mucho más a los de abajo, a los más pobres.

Por lo tanto, los actores de poder, la mafia del poder que ahora apoya a AMLO; y también todos los mexicanos, deben pensar más en la Patria que en ellos mismos o en sus propios intereses ideológicos, económicos y electorales.

Ojalá y México no vaya, nunca marche hacia la Oclocracia, que es el último estado de degeneración del poder, que es lo peor que le puede suceder a nuestra incipiente democracia.