/ jueves 11 de abril de 2019

Cruzando líneas | La prostitución política de la frontera

Arizona.- La frontera no se visita, se vive. No se desnuda ante cualquiera. Se siente violada cuando llegan a recorrerla los políticos custodiados por militares; la pisan y la usan por unas horas y, sin remordimiento, se van. Solo le dejan dolores y cicatrices.

En la diplomacia no hay tiempo para acariciarla o domarla; los minutos se cuentan por discursos y poses. Luego, en Washington o en los mítines, la prostituyen; hablan de ella como si la conocieran, como si la hubieran hecho suya, pero apenas la tocaron. Eso hacen todos los presidentes, no solo Donald Trump. Siempre visitantes, nunca residentes; siempre jueces, nunca hijos del desierto.

La semana pasada fue Trump; esta, el vicepresidente, Mike Pence. Una secuela de tours oficiales manipulados que no logran desvelar la presunta crisis fronteriza; visitas impuestas que solo evidencian la ignorancia política sobre esa zona en la que insisten en gastar el dinero. Estadísticas, aprehensiones, decomisos: Números sin historias. Irónico: No hay novedad.

Viajan a la frontera a decirnos una realidad que conocemos mejor que las letanías: Son muchos los que cruzan “por lo chueco” en Arizona y que, además, no todos son buenos. Es verdad. Los sectores de Tucson y Yuma registraron más de 15 mil 600 aprehensiones de inmigrantes indocumentados en marzo, de acuerdo a las estadísticas oficiales publicadas esta semana. En toda la franja fronteriza, la cifra asciende a 92 mil 600 detenidos; un aumento de entre el 40 y 50%, dependiendo de la zona, en comparación con el mes anterior.

Quizá son más los que se están aventurando a jugársela para llegar a Estados Unidos o tal vez estos datos sean solo el reflejo de un patrullaje más agresivo en la frontera. Lo cierto es que así como no todos son buenos, tampoco lo son malos. Los números también lo confirman: no hay antecedentes criminales. Muchos de los que hoy están en custodia de inmigración no encontraron una manera legal de salir de sus países y llegar al nuestro. La pobreza los segrega; les alcanza para un coyote, porque su vida misma no les sería suficiente para una visa.

Sin embargo, esos miles de migrantes atrapados en el cruce ilegal hacen eco en Washington. Pero en lugar de hacer una reforma al sistema de inmigración obsoleto, en el Congreso se gestionan más recursos para edificar barreras físicas que no atienden la raíz del problema: las leyes no satisfacen las necesidades actuales. Pero legislar cuesta dinero y cartuchos políticos. Por eso mejor se “invierte” en la frontera.

El martes, el Pentágono anunció que destinará mil millones de dólares a la reconstrucción y mantenimiento del muro fronterizo; una parte, 187 millones, se utilizarán en Yuma, Arizona; la tajada más grande, de 800 millones, se invertirá en Santa Teresa, Nuevo México. En Arizona el cambio no será tan drástico. El muro será de 18 pies de alto, casi del mismo tamaño de la barda existente. Para Nuevo México, el cerco será aún más imponente, con 30 pies de concreto.

El proyecto se terminará en el 2020, justo en época de elecciones. En ese entonces habrá, por ende, otra visita “esporádica” guiada, con discursos y poses, muy probablemente sin una reforma migratoria, pero sí con una gran placa con dedicatoria: Este es el muro de Donald Trump, en una frontera que es de todos y de nadie.

Maritza L. Félix. Periodista, escritora y amante de las letras.

Correo: maritzalizethfelix@gmail.com

Twitter: @MaritzaLFelix