/ viernes 8 de abril de 2022

El columnario | Rosales – Breve ensayo sobre la estética femenina

Sobre los aspectos estéticos en relación a algunos parámetros relacionados con el tema de la belleza femenina y las características que debe poseer una mujer para hacer una categorización dentro de la diversidad y variedades estilísticas que componen la multiplicidad pictórica en relación a este tema y del cual ya he hablado en anteriores “Columnarios”, podría señalar lo siguiente, algunos datos obran desde las primeras expresiones artísticas y han ido evolucionando con el paso de la historia en relación al arte.

Aun así podría mencionar los siguientes preceptos en los cuales de una manera u otra son apreciados, así como percibidos como verdaderos ejemplos de iconicidad dentro de las artes tanto plásticas, como visuales, a lo que comparto mi particular visión, como punto de vista, tomando como ejemplo algunas referencias estéticas en relación a la obra de algunos autores; como por ejemplo las mujeres plasmadas en los lienzos de Leonardo Da Vinci, algunos frescos referenciales en torno a la figura humana femenina en el caso de Miguel Ángel Buonarotti, (para los dos casos dentro del periodo del Renacimiento, específicamente del Cinquecento italiano, correspondiente al siglo XVI), sin dejar de mencionar a Rafael Sanzio.

Posteriormente y ya para el periodo impresionista corresponderían los siguientes ejemplos, Édouard Manet, con Le Déjeuner sur l’Herbe, mejor conocido como “Desayuno sobre la hierba”, (que retomaría después el español P. Picasso y posteriormente el colombiano F. Botero), Edgar Degas (con sus afamadas bailarinas de ballet), Toulouse Lautrec con temas de Cabaret, y Pablo Picasso, este último en relación con su época y etapa parisiense, así como su periodo azul y rosa, respectivamente; resaltando algunos rasgos muy característicos dentro de su obra.

Posteriormente transfigurando la línea expresiva hacia un cubismo sintético (1913-1914), sólo por mencionar algunos. Se considera al impresionismo como una corriente muy importante del siglo XIX, en su tiempo generó mucha controversia y censura. Sus orígenes, características y sus principales expositores. 1. Se desarrolló en París entre 1860 y 1870. (sic).

Ya en la parte latinoamericana podríamos señalar concretamente el caso particular de Diego Rivera, con un dibujo un tanto más depurado, como de características privativas a su expresión mexicanista, a diferencia de D. A. Siqueiros y José C. Orozco, este último un tanto más expresivo como con la línea y el trazo, considerando el hecho de que los tres pertenecieron a la llamada Escuela Mexicana de Pintura, por otra parte el trabajo de Raúl Anguiano, Alfredo Zalce y María Izquierdo, a pesar de la diferencias estilísticas, corresponden a un periodo particular dentro de la plástica nacional, teniendo en común el aspecto figurativo y de cómo estos autores brindaron ciertos pliegues estéticos dentro de las corrientes pictóricas en las que desplegaron una infinidad de posibilidades tanto plásticas como visuales.

Por otra parte, las mujeres del colombiano Fernando Botero (Medellín, Colombia, 1932), regalan al espectador un aspecto además de monumental, un tanto volumétrico, dicho por el autor, así como un detalle excepcional incorporado en cada una de sus obras. A diferencia del mexicano José Luis Cuevas (Ciudad de México, 1934), quien desnuda expresivamente aspectos de la condición humana por medio de una línea particularmente mordaz y crítica, situaciones y contextos de carácter contemporáneos y exquisitamente sutiles; así como una estética neopictórica, retomando de igual manera lo monumental en las series producidas a partir de la primera mitad de los años 70. (No es de extrañarse que Cuevas sea uno de los principales representantes de la llamada Generación de la Ruptura), De igual manera el pintor oaxaqueño Francisco Toledo (1940, Juchitán de Zaragoza), combina seres mitológicos y de zoología fantástica la incorporación de figuras femeninas fusionando animales y figuras de seres traídos de un inconsciente personal, en posiciones un tanto sugerentes, expresadas en excepcionales acuarelas, tintas, así como una basta producción tanto gráfica, como pictórica. Sin dejar de mencionar al nicaragüense Armando Morales (1927), con esa belleza que plasma con singular paleta y tonalidades propias de un pueblo latinoamericano, descubriendo otras posibilidades dentro de la forma y la composición en relación a la integración de elementos tanto formales, como temáticos.

Dejando de lado la parte de referencias, y trasladando al lugar común las expresiones un tanto coloquiales y propias de nuestra cultura, recuerdo con agrado la expresión de un tío mío, quien en sus relatos manifestaba cierta atracción por las mujeres comúnmente llamadas trigueñitas, solía decir: “Prefiero mil veces más a una prieta ojona… que a una güera…” (refiriéndose a las morenitas claras con ojos de venado como solía decir…), ¿será que le atraía un poco más ese aspecto estético? Sin embargo, comparto por igual su punto de vista… ya que reflexionando sobre dicho tema, las mujeres con las que de alguna manera u otra he compartido experiencias de toda índole cumplen dichas características, entrando algo así como en los gustos y preferencias para establecer alguna relación ya sea de amistad o incluso amorosa, atrayendo gráficamente la parte inconsciente y estética a su vez; instaurando un nuevo lenguaje por demás neofigurativo-neopictórico, destacando las características más notables y sustanciales del rostro en cuestión. Aunque debo reconocer que en gustos se rompen géneros. Es cuanto. Nos vemos la próxima entrega…

Sobre los aspectos estéticos en relación a algunos parámetros relacionados con el tema de la belleza femenina y las características que debe poseer una mujer para hacer una categorización dentro de la diversidad y variedades estilísticas que componen la multiplicidad pictórica en relación a este tema y del cual ya he hablado en anteriores “Columnarios”, podría señalar lo siguiente, algunos datos obran desde las primeras expresiones artísticas y han ido evolucionando con el paso de la historia en relación al arte.

Aun así podría mencionar los siguientes preceptos en los cuales de una manera u otra son apreciados, así como percibidos como verdaderos ejemplos de iconicidad dentro de las artes tanto plásticas, como visuales, a lo que comparto mi particular visión, como punto de vista, tomando como ejemplo algunas referencias estéticas en relación a la obra de algunos autores; como por ejemplo las mujeres plasmadas en los lienzos de Leonardo Da Vinci, algunos frescos referenciales en torno a la figura humana femenina en el caso de Miguel Ángel Buonarotti, (para los dos casos dentro del periodo del Renacimiento, específicamente del Cinquecento italiano, correspondiente al siglo XVI), sin dejar de mencionar a Rafael Sanzio.

Posteriormente y ya para el periodo impresionista corresponderían los siguientes ejemplos, Édouard Manet, con Le Déjeuner sur l’Herbe, mejor conocido como “Desayuno sobre la hierba”, (que retomaría después el español P. Picasso y posteriormente el colombiano F. Botero), Edgar Degas (con sus afamadas bailarinas de ballet), Toulouse Lautrec con temas de Cabaret, y Pablo Picasso, este último en relación con su época y etapa parisiense, así como su periodo azul y rosa, respectivamente; resaltando algunos rasgos muy característicos dentro de su obra.

Posteriormente transfigurando la línea expresiva hacia un cubismo sintético (1913-1914), sólo por mencionar algunos. Se considera al impresionismo como una corriente muy importante del siglo XIX, en su tiempo generó mucha controversia y censura. Sus orígenes, características y sus principales expositores. 1. Se desarrolló en París entre 1860 y 1870. (sic).

Ya en la parte latinoamericana podríamos señalar concretamente el caso particular de Diego Rivera, con un dibujo un tanto más depurado, como de características privativas a su expresión mexicanista, a diferencia de D. A. Siqueiros y José C. Orozco, este último un tanto más expresivo como con la línea y el trazo, considerando el hecho de que los tres pertenecieron a la llamada Escuela Mexicana de Pintura, por otra parte el trabajo de Raúl Anguiano, Alfredo Zalce y María Izquierdo, a pesar de la diferencias estilísticas, corresponden a un periodo particular dentro de la plástica nacional, teniendo en común el aspecto figurativo y de cómo estos autores brindaron ciertos pliegues estéticos dentro de las corrientes pictóricas en las que desplegaron una infinidad de posibilidades tanto plásticas como visuales.

Por otra parte, las mujeres del colombiano Fernando Botero (Medellín, Colombia, 1932), regalan al espectador un aspecto además de monumental, un tanto volumétrico, dicho por el autor, así como un detalle excepcional incorporado en cada una de sus obras. A diferencia del mexicano José Luis Cuevas (Ciudad de México, 1934), quien desnuda expresivamente aspectos de la condición humana por medio de una línea particularmente mordaz y crítica, situaciones y contextos de carácter contemporáneos y exquisitamente sutiles; así como una estética neopictórica, retomando de igual manera lo monumental en las series producidas a partir de la primera mitad de los años 70. (No es de extrañarse que Cuevas sea uno de los principales representantes de la llamada Generación de la Ruptura), De igual manera el pintor oaxaqueño Francisco Toledo (1940, Juchitán de Zaragoza), combina seres mitológicos y de zoología fantástica la incorporación de figuras femeninas fusionando animales y figuras de seres traídos de un inconsciente personal, en posiciones un tanto sugerentes, expresadas en excepcionales acuarelas, tintas, así como una basta producción tanto gráfica, como pictórica. Sin dejar de mencionar al nicaragüense Armando Morales (1927), con esa belleza que plasma con singular paleta y tonalidades propias de un pueblo latinoamericano, descubriendo otras posibilidades dentro de la forma y la composición en relación a la integración de elementos tanto formales, como temáticos.

Dejando de lado la parte de referencias, y trasladando al lugar común las expresiones un tanto coloquiales y propias de nuestra cultura, recuerdo con agrado la expresión de un tío mío, quien en sus relatos manifestaba cierta atracción por las mujeres comúnmente llamadas trigueñitas, solía decir: “Prefiero mil veces más a una prieta ojona… que a una güera…” (refiriéndose a las morenitas claras con ojos de venado como solía decir…), ¿será que le atraía un poco más ese aspecto estético? Sin embargo, comparto por igual su punto de vista… ya que reflexionando sobre dicho tema, las mujeres con las que de alguna manera u otra he compartido experiencias de toda índole cumplen dichas características, entrando algo así como en los gustos y preferencias para establecer alguna relación ya sea de amistad o incluso amorosa, atrayendo gráficamente la parte inconsciente y estética a su vez; instaurando un nuevo lenguaje por demás neofigurativo-neopictórico, destacando las características más notables y sustanciales del rostro en cuestión. Aunque debo reconocer que en gustos se rompen géneros. Es cuanto. Nos vemos la próxima entrega…