/ viernes 29 de enero de 2021

El columnario | Una amiga excepcional

Épocas de mi niñez que marcaron significativamente mi desarrollo, teniendo con ello un gran cúmulo de experiencias que sucedieron durante mi infancia. Sin embargo, hay una que marcó directamente mi desarrollo tanto creativo como sexual respectivamente, ya que la casa de mis padres era visitada frecuentemente por un sinfín de amistades que ellos tenían, recuerdo había una amiga de mi madre muy guapa, de la cual no recuerdo su nombre.

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Sus características físicas eran muy particulares, ya que su rostro así como su cuerpo eran muy notables, siendo ella blanca, pelo negro, ojos muy grandes, rostro afilado (un tanto pomulosa), la mayoría de las veces casi siempre traía un chongo amarrado con una liga de tela de varios colores, su aroma era muy característico, atrayendo particularmente mi gusto olfativo hacia ella, era una mujer sumamente hermosa, así como atractiva, supongo tendría apenas unos 27 años, yo apenas era un chamaco de unos 6 ó 7 años; cuando mi madre le comentó de mi inclinación al dibujo, ella se mostró muy interesada, ya que me pidió le realizara algunos dibujos, supongo para ver las capacidades, así como habilidades entorno al mismo.

Tengo presente cuando ella me tomó de la mano y me condujo hacia la sala para ahí disponer una cantidad considerable de papeles en donde ciertamente me dispuse a trabajar progresivamente de un tema a otro, abordando la figura humana en todos sus aspectos, de igual manera realicé composiciones en donde incluía a más de cuatro o cinco personajes a la vez, su rostro se sorprendía cada vez que paseaba el lápiz o la tinta por el área de trabajo, debo confesar que me excitaba el saber que ella se mantenía atenta, observando cuidadosamente cada uno de mis trazos, de hecho cuando un personaje le agradaba, abría sus encantadores ojos negros, pareciéndome un tanto seductores, así pasamos largo rato mientras mi madre atendía a unas amigas que se encontraban charlando al lado de ella, mientras ella y yo sosteníamos un extraño juego de seducción, esto debido a la discrepancia de edades, lo que me parecía sumamente atrayente para mi corta edad, esa situación se vino repitiendo muy a menudo.

Afortunadamente, mi madre nunca se percató de lo anterior. Haciendo un poco de psicoanálisis, recuerdo, hubo momentos en lo que ella me llegó a sugerir la incorporación de tal o cual personaje, a veces me decía: “Benjamín, por qué no le pones a esa mujer un hombre a lado...”, “porque no acuestas a esa mujer y le pones…” o cosas por el estilo, lo que me resultaba sumamente fascinante, ahora en la edad adulta considero que fue una especie de estar “haciendo el amor”, pero desde un punto de vista un tanto creativo, así como artístico, fue algo así como una “Voyeur” durante el proceso creativo de mi infancia. Podría afirmar que mis dibujos la cautivaron desde el inicio, ya que todavía tengo congelado en mi memoria la imagen de cuando veía el momento en el que yo dirigía la línea y los trazos sobre el soporte del papel y repentinamente nuestras miradas se cruzaban, sonriendo ambos sobre la incipiente creación, tomando mi rostro con sus delicadas manos y dándome un beso en las mejillas.

Sin embargo, cuando yo me acercaba para corresponderle el mismo cariño, cabe mencionar que se sonrojaba por completo. Otras ocasiones llegamos a ver películas juntos donde me daba palomitas en mi boca y yo a ella, nos lanzábamos uno a otro, jugando a atraparlas, se reía y divertía casi como una niña, me abrazaba, haciendo evidente su cariño hacia mí (su pequeño dibujante y artista); hubo ocasiones en las que fingía caer dormido sobre su escultural cuerpo, esto mientras ella me hacía las habituales caricias. En la familia se le decía “la Sasha”, ya que se parecía a la actriz de las películas mexicanas Sasha Montenegro, lo cual indudablemente sí se parecía del todo, incluso la llegué a retratar en alguna ocasión, conservando su rostro celosamente en una carpeta de dibujo de aquel tiempo, siendo éste fechado y firmado en aquella época tan extraordinaria.

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Cabe señalar, fueron años cargados de un inexorable erotismo en cuanto al arte se refiere. Pasado el tiempo, tengo entendido que, a pesar de su gusto por las artes plásticas, terminó estudiando la carrera de Derecho y trabajando para firmas y despachos prestigiosos en esa materia, ya que le atraían considerablemente la parte constitucional, así como el aspecto jurídico. Es cuanto. Nos vemos la próxima entrega…

Épocas de mi niñez que marcaron significativamente mi desarrollo, teniendo con ello un gran cúmulo de experiencias que sucedieron durante mi infancia. Sin embargo, hay una que marcó directamente mi desarrollo tanto creativo como sexual respectivamente, ya que la casa de mis padres era visitada frecuentemente por un sinfín de amistades que ellos tenían, recuerdo había una amiga de mi madre muy guapa, de la cual no recuerdo su nombre.

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Sus características físicas eran muy particulares, ya que su rostro así como su cuerpo eran muy notables, siendo ella blanca, pelo negro, ojos muy grandes, rostro afilado (un tanto pomulosa), la mayoría de las veces casi siempre traía un chongo amarrado con una liga de tela de varios colores, su aroma era muy característico, atrayendo particularmente mi gusto olfativo hacia ella, era una mujer sumamente hermosa, así como atractiva, supongo tendría apenas unos 27 años, yo apenas era un chamaco de unos 6 ó 7 años; cuando mi madre le comentó de mi inclinación al dibujo, ella se mostró muy interesada, ya que me pidió le realizara algunos dibujos, supongo para ver las capacidades, así como habilidades entorno al mismo.

Tengo presente cuando ella me tomó de la mano y me condujo hacia la sala para ahí disponer una cantidad considerable de papeles en donde ciertamente me dispuse a trabajar progresivamente de un tema a otro, abordando la figura humana en todos sus aspectos, de igual manera realicé composiciones en donde incluía a más de cuatro o cinco personajes a la vez, su rostro se sorprendía cada vez que paseaba el lápiz o la tinta por el área de trabajo, debo confesar que me excitaba el saber que ella se mantenía atenta, observando cuidadosamente cada uno de mis trazos, de hecho cuando un personaje le agradaba, abría sus encantadores ojos negros, pareciéndome un tanto seductores, así pasamos largo rato mientras mi madre atendía a unas amigas que se encontraban charlando al lado de ella, mientras ella y yo sosteníamos un extraño juego de seducción, esto debido a la discrepancia de edades, lo que me parecía sumamente atrayente para mi corta edad, esa situación se vino repitiendo muy a menudo.

Afortunadamente, mi madre nunca se percató de lo anterior. Haciendo un poco de psicoanálisis, recuerdo, hubo momentos en lo que ella me llegó a sugerir la incorporación de tal o cual personaje, a veces me decía: “Benjamín, por qué no le pones a esa mujer un hombre a lado...”, “porque no acuestas a esa mujer y le pones…” o cosas por el estilo, lo que me resultaba sumamente fascinante, ahora en la edad adulta considero que fue una especie de estar “haciendo el amor”, pero desde un punto de vista un tanto creativo, así como artístico, fue algo así como una “Voyeur” durante el proceso creativo de mi infancia. Podría afirmar que mis dibujos la cautivaron desde el inicio, ya que todavía tengo congelado en mi memoria la imagen de cuando veía el momento en el que yo dirigía la línea y los trazos sobre el soporte del papel y repentinamente nuestras miradas se cruzaban, sonriendo ambos sobre la incipiente creación, tomando mi rostro con sus delicadas manos y dándome un beso en las mejillas.

Sin embargo, cuando yo me acercaba para corresponderle el mismo cariño, cabe mencionar que se sonrojaba por completo. Otras ocasiones llegamos a ver películas juntos donde me daba palomitas en mi boca y yo a ella, nos lanzábamos uno a otro, jugando a atraparlas, se reía y divertía casi como una niña, me abrazaba, haciendo evidente su cariño hacia mí (su pequeño dibujante y artista); hubo ocasiones en las que fingía caer dormido sobre su escultural cuerpo, esto mientras ella me hacía las habituales caricias. En la familia se le decía “la Sasha”, ya que se parecía a la actriz de las películas mexicanas Sasha Montenegro, lo cual indudablemente sí se parecía del todo, incluso la llegué a retratar en alguna ocasión, conservando su rostro celosamente en una carpeta de dibujo de aquel tiempo, siendo éste fechado y firmado en aquella época tan extraordinaria.

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Cabe señalar, fueron años cargados de un inexorable erotismo en cuanto al arte se refiere. Pasado el tiempo, tengo entendido que, a pesar de su gusto por las artes plásticas, terminó estudiando la carrera de Derecho y trabajando para firmas y despachos prestigiosos en esa materia, ya que le atraían considerablemente la parte constitucional, así como el aspecto jurídico. Es cuanto. Nos vemos la próxima entrega…